Creció en medio de la naturaleza y los indígenas esse ejja, tiene añoranzas de las viejas épocas en las áreas protegidas, cuando las autoridades no estaban de adorno. Ha sido amedrentado por los mineros y multado por su entidad matriz

13 de julio de 2022, 7:37 AM
13 de julio de 2022, 7:37 AM


Nació en San Buenaventura, a orillas del río Beni, en el departamento paceño. A los cuatro años quedó huérfano de padre, así que las proveedoras, para él y sus hermanos, fueron su mamá y su abuela. 

La niñez de Marcos Uzquiano Howard transcurrió entre idas al chaco, a buscar y cortar leña, pelar el arroz en tacú, pescar, a veces trabajar en la zafra de castaña u otras actividades de subsistencia, en el monte o el río. 

Esa forma de vida le transmitió un apego especial por la naturaleza, no solo el bosque y los animales, también por los pueblos indígenas, específicamente por los esse ejja, con quienes cultivó una amistad muy particular, que merece un capítulo aparte.

En 1998, cuando tenía 22 años, inició su trabajo en áreas protegidas, primero como voluntario en el Parque Nacional Madidi, luego, en 2001 como guardaparque ya salariado, y en 2011 como jefe de protección, tras destacar en la convocatoria pública.

Como parte del intercambio de experiencias, ha rotado por otras áreas protegidas nacionales, como Apolobamba, Pilón Lajas, Tipnis y, la última, ya con cambio de ítem, en la Reserva de la Biosfera Estación Biológica del Beni.

Este cambio se dio en septiembre del año pasado, y según Uzquiano, fue como resultado de su oposición y denuncias por las actividades mineras ilegales que ya entraron a la zona de protección estricta de Madidi. Esto durante su interinato, de 2015 a 2019, en la dirección del Parque Nacional Madidi.

A través de cartas al Servicio Nacional de Áreas Protegidas (Sernap), entidad matriz de los guardaparques, los mineros organizados manifestaron su rechazo a Uzquiano, quien finalmente fue cambiado de destino, a pesar de que junto a su esposa viven en La Paz. “Y me mudé con mis propios recursos”, cuenta.

La más reciente situación conflictiva en las labores de Marcos Uzquiano tuvo que ver con un proceso administrativo que se le siguió desde el Sernap. Según él, se trata de una falta que ni siquiera figura en el reglamento interno de personal, están aplicando la normativa general, la Ley Safco, para sancionarlo. “Es una sanción por un periodo corto que estuve en Pilón Lajas, supuestamente no notifiqué sobre una sanción administrativa”, explica el guardaparque.

La resolución final sobre el tema, de parte de la oficina central del Sernap, le costó un descuento del 20% de su salario a Uzquiano.

Según él, estos procesos serán usados como excusa para un posterior despido definitivo de sus labores, por eso ha interpuesto un recurso de revocatoria y recurso jerárquico ante la autoridad sumariante del Sernap; denuncias ante la Unidad de Transparencia del Ministerio de Medioambiente y Agua (MMAyA) y ante la Defensoría del Pueblo; y, por último, un primer amparo constitucional por el cambio de destino.

“Me hicieron igual que al guardaparque Daniel Pacci, del Parque Tunari, violando procedimientos normativos”, dijo, adelantando que interpondrá otro amparo por el proceso sumario, en el que, según Uzquiano, no valoraron sus pruebas de descargo.

Consultado sobre el tema, el abogado José Luis Zabala dijo que estas estrategias ya se hicieron antes, como parte de compromisos para meter y sacar gente, y puso como ejemplo a Marcel Caballero, ex director del ANMI San Matías. 

“Los sancionan por una ‘supuesta’ contravención al reglamento interno, pero les incomoda que hablen con la prensa”, dijo por las sanciones a Daniel Pacci y también a Uzquiano.

Consultada Miriam Blanco, la directora de Recursos Humanos del Sernap, respondió que no estaba autorizada para hablar, que había que pactar entrevista con el ejecutivo, pero que de todos modos las sanciones eran resultados de procesos administrativos.

Añoranzas

Marcos reconoce que la labor como custodio del bosque nunca ha sido fácil, que incluso en sus pininos trabajó con mucha precariedad, pero dice que al menos los infractores eran procesados y sancionados con multas, las pagaban y desalojaban el área protegida, aunque protestando, pero se salían. 

"Ahora, en muchos casos las mismas comunidades respaldan al infractor, bloquean al guardaparque, lo amenazan, lo agreden, se hacen los procesos y se imponen multas solo como un saludo a la bandera, el infractor paga y sigue destruyendo con más fuerza, incumpliendo los procedimientos normativos ambientales", opina.

Para su gusto, en muchos casos parece que no hay autoridad dispuesta a hacer respetar las áreas protegidas ni a los guardaparques, hasta se atreve a sostener que los mineros e infractores tienen más voz que los guardaparques ante las autoridades. 

"A ellos les atienden sus pedidos con diligencia y prontitud, hasta hacen cambiar jefes de Protección y guardaparques a su antojo. La Policía y las Fuerzas Armadas no acuden al auxilio. Las direcciones de las áreas y la dirección ejecutiva del Sernap, o tienen miedo, o peor aún, hasta sospechamos de que sean cómplices", alude.

Asevera que tampoco eran tan comunes los incendios forestales, al menos no de la gravedad en que se dan hoy, ni con tanta frecuencia. Dice que las inundaciones o temporadas de lluvias estaban claramente definidas, lo que permitía a las comunidades anticiparse a dichos eventos. Atribuye esa nueva dinámica a las alteraciones por calentamiento global y cambio climático. 

"Tampoco era muy común escuchar de avasallamientos de tierras ni de narcotráfico, o pistas clandestinas dentro de las áreas protegidas. Sin embargo, ahora lo raro es que eso no exista", lamenta.

Y aunque el panorama luce muy oscuro, Uzquiano cree que no todo es malo, ya que las redes sociales se han convertido en una herramienta de comunicación que cada vez muestra más la importancia del trabajo de los guardaparques, los riesgos, amenazas y atentados contra las áreas protegidas. 

"Esto ha permitido un nivel de sensibilización importante en la sociedad boliviana, pero al mismo tiempo siento que una gran parte de esa población que se identifica con las áreas protegidas por las redes sociales, aún no toma acción en líneas de defensa verdaderas, y tal vez sienten que es suficiente con compartir o dar un like", cuestiona.

Los que conocen a Uzquiano saben de su esencia contestataria y temeraria. Dice que estas características se basan en las enseñanzas de su madre, en la irrenunciable premisa de defender lo que cree justo.

"Muchas veces no mido consecuencias y me he llevado decepciones, pero aun así no estoy dispuesto a renunciar lo que soy desde niño. Si un día dejo de luchar por lo que creo y sostengo, nada tendría sentido", finaliza.

DATOS
ACAPARÓ LA ATENCIÓN

Ha liderado una serie de proyectos productivos para el
desarrollo y turismo sostenible, defensa del jaguar, y su labor ha sido difundida en medios internacionales como National Geographic, Mongabay Latam, BBC, EFE, Telemundo, Forbes, etc.

OTRO GUARDA EN LA MIRA
Dos días después de hacer declaraciones en EL DEBER sobre acoso a los guardaparques que presionan para cumplir el reglamento, Daniel Pacci, custodio de Tunari, fue notificado de cambio de ítem a Cotapata, en La Paz, a pesar de que su residencia y su familia están en Cochabamba.

AMENAZAS

Marcos usó sus plataformas para denunciar amenazas anónimas a través de las redes sociales. Se limitó a este espacio debido a que en la Policía, cuenta, no le dieron importancia.