La presidenta posesionó también a Eliane Capobianco en Desarrollo Rural y Tierra y a Isabel Fernández en Comunicación. Confesó que le dolieron las críticas que la comparaban con el Gobierno de Evo Morales

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29 de enero de 2020, 6:28 AM
29 de enero de 2020, 6:28 AM

“Sé que para los políticos y algunos periodistas el cambio de ministros se asocia con crisis. No estoy de acuerdo”, dijo Jeanine Áñez, al posesionar su segundo cuerpo de colaboradores en menos de 80 días de gestión. En realidad, hubo poco cambio: sustituyó a la renunciante Roxana Lizárraga por otra experiodista de Unitel, Isabel Fernández e hizo solo dos cambios entre los ministros: Eliane Capobianco por Mauricio Ordóñez, y Víctor Hugo Cárdenas por Virginia Patty. La incorporación del exvicepresidente fue la noticia del día. Experto en educación y uno de los ideólogos de la reforma educativa de los 90, es una muestra de fortaleza en el gabinete.

En realidad, salvo la renuncia de Lizárraga, los retoques de Áñez a su grupo de ministros pasaron más por los errores de los que se van. Tampoco se fueron todos los señalados como ‘camachistas’. Se quedó Fernando López en Defensa, que fue asesor de comunicación del hoy contrincante de Áñez. Su línea directa con las Fuerzas Armadas lo hace difícil de reemplazar. Por lo demás, Áñez solo tendrá que lidiar renuncias de menor calado, como la del exviceministro de Deportes Leonardo Martínez, que al igual que Lizárraga se fue porque no comparte la decisión de la presidenta de ser también candidata.

Motivos

Ordóñez se fue porque creó una situación incómoda con Perú, que llegó a dificultar el flujo de exportaciones bolivianas, mientras que Patty solo logró llevar a puerto un año escolar complicado por la pérdida de días de clases durante las protestas de octubre y noviembre.

Para reemplazarlos, Áñez primero recurrió a Fernández, que fue jefa de prensa de Unitel en La Paz y a la que definió como “una periodista que ha hecho su trabajo en la calle entrevistando, analizando y abriendo espacios democráticos”. En lugar de Ordóñez está Capobianco, que fue constituyente con Áñez en 2006 y diputada durante la gestión que fue prorrogada. Capobianco había sido directora del Instituto Nacional de Reforma Agraria y tiene una licenciatura en Derecho con especialidad en tierras. Al ser cruceña, tiene facilidad para conectarse con los sectores productivos.

Añez fue la encargada de definir a Cárdenas, que fue vicepresidente de Gonzalo Sánchez de Lozada - “de la gestión de los 90”, aclaraba él mismo cuando era candidato a la presidencia en las frustradas elecciones del 20 de octubre-, y le agradeció por asumir el desafío. “Me siento honrada de que un exvicepresidente de la talla de Víctor Hugo Cárdenas aceptara el desafío de asumir la cartera de Educación. Es un boliviano profesional, capaz y decente que ha decidido unirse como uno de los educadores más brillantes que tiene Bolivia”, dijo.

La campaña

Pero el discurso de posesión de ministros no comenzó por los cambios, sino por la decisión de ser presidenta y candidata. “No existe prohibición alguna para postularme a la Presidencia ejerciéndola al mismo tiempo, -dijo-, así que voy a ser candidata y ejercer la Presidencia al mismo tiempo sin cometer ningún acto inconstitucional”.

La exsenadora asegura que se lanzó a la candidatura “para poner a Bolivia por encima de cualquier interés individual” y justificó su postulación por la falta de alianzas que unificaran el voto. Dijo que hizo intento de unir las candidaturas pero que cada uno de sus ahora adversarios “se creyó más poderoso que el otro”. La gente dice que estoy poniendo en riesgo mi futuro político. ¿De qué sirve el futuro político si el país se mantiene en el conflicto? ¿Si sigue reinando la división? ¿Si Bolivia pierde la estabilidad que hemos construido? ¿Si regresamos al pasado autoritario? Me juego mi futuro por el futuro de los bolivianos”, dijo. Así quedaron claras algunas de las bases de su discurso para buscar mantener el poder en las urnas: su Gobierno representa la paz, unidad y estabilidad de los bolivianos.

Después de eso vino la primera promesa: separar la campaña del uso de los bienes del Estado. “De mi parte, haré campaña en horarios libres que no son de trabajo y durante los fines de semana”, señaló.

Eso mismo decía Álvaro García Linera en octubre último. Aseguraba que la campaña electoral la desarrollaba de noche, con concentraciones de su partido, pero durante el día entregaba obras, que eran gestión gubernamental que no podía detenerse.

Áñez dice que prepara un decreto con una lista de acciones que estarán prohibidas durante la campaña, que procesará al funcionario que hizo un almanaque con su rostro, pese a que ella misma lo prohibió. “No estoy jugando cuando hablo de transparencia”, aseguró.

Luego admitió que algunas críticas la demolieron, le dolió que “algunos bolivianos piensen que yo quisiera convertirme en lo que tanto he luchado en contra” y ofreció perdón y unidad a sus adversarios: “Olvidaré todas las ofensas y nuevamente les extiendo mi mano para intentar hasta el último día construir una gran alianza democrática y ganadora”.

Las promesas

Luego del juramento de rigor (17 ministros hicieron la señal de la cruz y tres fueron posesionados con la mano en el pecho), los nuevos colaboradores de Áñez y los ratificados tuvieron un breve contacto con los medios. La única que subió las escaleras de Palacio esquivando micrófono fue la comunicadora Fernández.

Cárdenas demostró que no viene a barrer con todo, sino que pretende mejorarlo. “Continuaremos las acciones positivas que encararon anteriores gobiernos, corregiremos algunos problemas, haremos un balance de los 13 años de aplicación de la Ley Avelino Siñani y otras normas para facilitar el trabajo del futuro Gobierno elegido por el voto popular”, dijo.

Arturo Murillo, uno de los más cercanos colaboradores de Áñez, aseguró que trabajarán desde las seis hasta las seis de la tarde y de ahí en adelante harán campaña. “Ustedes no van a ver publicidad, no van a ver ese tipo de cosas o que estemos utilizando bienes del Estado. Somos muy respetuosos”, dijo el exmilitante de UN.

Para Iván Arias, ministro de Obras Públicas, lo que tiene que hacer el Gobierno es dedicarse al bien común, no obligar a los ciudadanos que acceden a algún servicio a volverse militantes de algún partido político.

Mientras tanto, Víctor Hugo Zamora, ministro de Hidrocarburos, advirtió que el que use bienes del Estado para hacer campaña corre el riesgo de perder su fuente laboral. “Ningún funcionario tiene autorización para hacer campaña”, dijo.