El presidente tuvo que soportar el rechazo de sus propias bases en un acto de masas en La Paz

8 de enero de 2022, 21:55 PM
8 de enero de 2022, 21:55 PM

El pedido del presidente, Luis Arce, a los campesinos de vacunarse provocó la rechifla de los asistentes a un acto de masas que se organizó en la localidad de Palca, en el departamento de La Paz, el jefe de Estado matizó sus declaraciones luego y dijo que la vacuna es voluntaria y que el Gobierno nunca obligó a inmunizarse.


“Hermanas, hermanos es importante la vacuna, es importante la vacuna, (silbidos), es voluntario, no estamos obligando hermanos. Nunca hemos obligado, pero hay que concientizarse”, dijo el Presidente en medio de los silbidos que lanzaban los campesinos.



El Gobierno emitió los decretos 4640 y 4641 que obligan a portar el carnet de vacunas, ambas normas son resistidas en el área rural del país donde está la base que apoya al Gobierno; estas protestas obligaron al Gobierno a postergar su aplicación hasta el próximo 26 de enero.


Vanos fueron los intentos del Jefe de Estado por convencer a sus adeptos para que acudan a los centros de vacunación, en cuanto volvía a mencionar la posibilidad de vacunación, la rechifla se hacía escuchar más fuerte. “Aunque me silben no importa, yo estoy trabajando para la salud de los bolivianos y voy a seguir trabajando hermanos”, les dijo Arce para cerrar su intervención.


Las cifras en el área rural sobre niveles de vacunación son abismalmente distintas. Los dirigentes de las organizaciones que apoyan al Gobierno ya expresaron su rechazo a estos decretos y las autoridades comunales lograron que ningún servicio público o privado exija el carnet de vacunación para la atención.


Los campesinos tienen problemas cuando vienen a las ciudades capitales, donde el control es estricto, ahí empezó la protesta, pues se ven imposibilitados de realizar cualquier trámite si no portan el carnet. Los dirigentes adujeron que en el campo pasaron las tres primeras olas de Covid-19 con medicina tradicional y no necesitaron ninguna vacuna, por tanto, consideran atentatorio a sus derechos que ahora, dos años después de haber combatido la enfermedad con medicina tradicional, se les pretenda imponer la vacuna.