El miércoles fue el Día nacional de las áreas protegidas, pero un informe sobre la pérdida de cobertura vegetal en el país muestra que, con los años, el daño aumenta

5 de septiembre de 2024, 13:42 PM
5 de septiembre de 2024, 13:42 PM

El miércoles 4, mientras el Ministerio de Medio Ambiente y Agua (MMAyA), junto con el Sernap, entregaban un Atlas de las áreas protegidas, los bomberos voluntarios clamaron por la declaratoria de desastre nacional.

"A nombre de los bomberos voluntarios y las personas que hoy respiran humo, les pedimos que declaren desastre nacional. Más de cuatro millones de hectáreas se han incendiado y no hemos hecho nada, miles de animales han muerto. Conocemos la realidad, no dejen que el atlas sea un libro más para nuestros hijos, que no sea recuerdo, sin agua no hay vida, sin bosques no hay agua".

El respuesta, desde el MMAyA la respuesta fue que sí están haciendo algo; pero saben que no es suficiente. Negaron que el daño llegue a cuatro millones de ha. "Queremos intervención internacional", insistieron los voluntarios.

Hace poco, la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN), junto con la Unión Europea y la Cooperación Sueca presentaron el informe titulado "Deforestación en Bolivia, cambios en la cobertura forestal 1956-2022", que confirma daños cada vez más acelerados en zonas que se suponen protegidas.

Según el documento, de las 23 áreas protegidas de gestión nacional, en 18 áreas se identifica deforestación hasta el año 2022 (185.638 ha en total). 

El Parque Nacional Amboró es el área protegida con mayor deforestación; hasta 1985 la deforestación alcanzó 13.754 hectáreas; el quinquenio 2016-2020 fue el de mayor pérdida de bosque (5.714 ha), aunque los últimos dos años (2021-2022) ya plasman el 62% (3.537 ha) de lo ocurrido en el anterior quinquenio. 

En esta área protegida, la deforestación entre 1956 y 2022 suma 46.244 hectáreas, que representan un 8% de reducción de la cobertura forestal original dentro del Amboró.

El Isiboro Sécure, si bien es un área protegida que destaca por su extenso bosque (1.049.020 hectáreas al 2022), también se enlista en las de mayor deforestación. 

Hasta 2022, la deforestación acumulada total alcanza 34.105 hectáreas (3% de su extensión total de bosque). Con similar dinámica, la deforestación total hasta el 2022 destacan en las áreas protegidas Carrasco, San Matías e Iñao, con 31.338, 14.577 y 12.085 hectáreas que representan el 6%, 1% y 5% de su cobertura forestal respectivamente.

En el último quinquenio (2016-2020) el área protegida Madidi muestra una aceleración del 113% más de deforestación respecto al quinquenio 2011-2015, denotando su tendencia al aumento; en los últimos dos años se deforestó el 74% de lo ocurrido en el último quinquenio. 

La deforestación histórica anual muestra que en el Amboró la mayor deforestación ocurrió en el año 2022 con 2.274 hectáreas, mientras que en el Isiboro Sécure la cifra más alta fue en 2017 con más 2.029 hectáreas.

En el caso de Carrasco la deforestación más alta sucedió en 2022 con 1.657 hectáreas, bastante similar a 2001 (1.545 ha) y 1996 (1.549 ha). En San Matías e Iñao la deforestación más alta fue en 2022 con 1.612 y 1.211 hectáreas. En el área protegida Madidi el año 2020 ocurrió la deforestación más alta con 1.027 hectáreas.

Infografía EL DEBER
Infografía EL DEBER

Áreas protegidas subnacionales 

Bolivia hasta el año 2022 cuenta con 159 áreas protegidas de administración subnacional, de este total se ha detectado deforestación en 102 áreas que representan un 64%. 

La extensión total de la deforestación alcanza a 286.121 hectáreas desde 1956 hasta 2022. Los últimos doce años (2011-2022) concentran el 50% de la deforestación ocurrida dentro de estas áreas con una notable aceleración en el periodo 2016-2020 y con tendencias a mayor incremento en los últimos dos años (2021-2022) que ya representan el 67% de la cifra sucedida en periodo anterior.

Entre las 15 áreas protegidas subnacionales con más deforestación se encuentra Laguna Concepción, con 40.938 hectáreas en total; en esta área, la deforestación se concentra un 38% (15.746 ha) en el quinquenio 2016-2020.

Río Grande y Valles Cruceños experimentan una deforestación de 24.057 hectáreas y en los dos últimos años se concentra la mayor expansión de esta presión con 5.123 hectáreas deforestadas en solo dos años. 

Güendá Urubó es otra de las áreas afectadas con 15.690 hectáreas deforestadas, la mayor concentración de esta presión se generó antes de su creación como UCPN. 

Además de estas tres áreas mencionadas, en el listado de las áreas con más deforestación también se localizan las Áreas Protegidas Yacuma, Rhukanrhuka, Ñembi Guasu, Serranía San Lorenzo, Copaibo, Bosque El Porvenir, Santa Cruz La Vieja, Serranía Sararenda, Humedales del Norte, Serranía los Milagros, Iténez, y Bosque Amazónico Puerto Rico. 

La deforestación total acumulada dentro de cada límite de área oscila entre 6.552 y 12.715 hectáreas desde 1956 hasta 2022.

En Laguna Concepción la deforestación anual alcanzó su pico máximo en el año 2007 con 4.303 hectáreas, posteriormente los años 2016 y 2018 la deforestación tuvo cifras máximas de 4.010 y 4.204 hectáreas respectivamente. 

Ñembi Guasu hasta el año 2017 no presentaba áreas significativas de deforestación, a partir del año 2019 (1.856 ha) es muy notaria la pérdida de bosque, alcanzando a 3.990 hectáreas el año 2022.

Río Grande y Valles Cruceños en el 2013 presentó 1.098 hectáreas deforestadas, si bien hubo una relativa disminución los siguientes años, a partir del 2020 se va acelerando hasta llegar a 2.447 en el año 2022. 

En Laguna Marfil por lo general la deforestación fue por debajo de las 627 hectáreas, sin embargo, en el 2021 la deforestación alcanza las 1.235 hectáreas con una leve disminución en 2022 (1.022 ha). 

Finalmente, el Área Protegida Municipal Rhukanrhuka en el año 2010 y 2019 tuvo pérdidas de bosque de 909 y 654 hectáreas respectivamente, e identifica una aceleración en el año 2022 con 1.660 hectáreas deforestadas.

Incendios 

Al azote de la deforestación también se suman los incendios, que este año se ensañó especialmente con el ANMI San Matías, donde el daño llega a más de 600 mil ha, y donde la minería presiona para ingresar desde 2020.

Asimismo, también ha sido afectados: Otuquis, la Reserva de Vida Silvestre Amazónica Manuripi, el Área de Conservación e Importancia Ecológica de la Nación Guaraní Ñembi Guasu (de la autonomía indígena Charagua Iyambae), la UCPN Refugio de Vida Silvestre Departamental Ríos Blanco y Negro, la Unidad Natural de Manejo Integrado Departamental Humedales del Norte, y las áreas protegidas municipales Copaibo, Bajo Paraguá y Serranía San Lorenzo.

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