El país ocupa el séptimo lugar latinoamericano en incidencia de casos de coronavirus y el segundo de Sudamérica en muertes. Entre el contagio y el desenlace, existen fallas en el sistema de salud, que explican los expertos

1 de febrero de 2021, 7:38 AM
1 de febrero de 2021, 7:38 AM

Según Americas Society/Council of the Americas (AS/COA), Bolivia escapa al top 6 de la lista de incidencia del Covid-19 en Latinoamérica, conformada por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México y Perú. Está en el séptimo lugar, con más de 2.600 casos diarios, lo que equivale al 1,2% de la población infectada.

La letalidad es lo que enciende la señal de alarma. Si bien experimentó un ligero descenso, es una de las más altas en Sudamérica, la segunda, después de Ecuador, la tercera de Latinoamérica, y la séptima del mundo, con 5%, de acuerdo a reportes de la Universidad Johns Hopkins.

A escala mundial, lideran la tasa funesta Yemen, con un 29%; México, el 8,5%; Siria, 6,5%; Ecuador, 6,2%; Sudán, 6,1%; Egipto, 5,5 %, Bolivia, 5%; China, 4,9%; Liberia, 4,4%; Afganistán, 4,3%; Perú, 3,6%; Italia, 3,5%; y Reino Unido, 2,7%.

En abril del año pasado, Bolivia registró la tasa de letalidad más alta en toda la pandemia, del 8%, cuando los decesos diarios alcanzaron 27. Fue entonces que casi igualó a la estadística actual de México. Luego el indicador fue bajando y osciló entre el 4% y 6%. Este mes, bajó de un 5,9% al 5,0%.

En lo interno, hasta el 24 de enero, y según cálculos del ex ministro de Salud Aníbal Cruz, Cochabamba lideraba la tasa nacional de letalidad, en proporción con los contagios, con el 7,21%. Le seguía Santa Cruz, con un 6,83%; Pando, con el 5,36%; Chuquisaca, con 5,07; Oruro, con 4,91; Beni, con 4,27%; La Paz, con 2,99%; Potosí, con 2,70%; y, por último. Tarija, con e 2,39%.

Desde la primera ola, el gran problema no es la mortalidad, que se calcula por millón de habitantes, sino la letalidad, sobre la base de personas infectadas.

El sábado se reportaron 20 decesos solo en Santa Cruz y 51 en todo el país.

El quiebre

Para el religioso Mateo Bautista, hay situaciones que canalizan estos desenlaces. Enumeró, desde una visión más panorámica del desarrollo, el trabajo informal como factor de riesgo por el afán de resolver el día a día; y la falta de un real seguro de salud.

También mencionó la carencia en cuanto a educación en salud y prevención de riesgos, que comprenden patologías endémicas, como la diabetes, hipertensión, chagas, etc, que detonan la letalidad en el caso del Covid-19. Y no puede evitar mencionar las “pésimas condiciones” de la infraestructura de salud en los tres niveles.

“Lo que pasó es que llegó la pandemia y nos pilló desnudos, y además con mala mentalidad y educación en materia de salud, eso se refleja cuando se decía que el coronavirus era un tema de la derecha. En Bolivia no ha muerto la gente por coronavirus, sino por desatención, por no tener las condiciones”, cuestionó.

El ex ministro de Salud Aníbal Cruz reconoció que nadie tenía la receta para afrontar el Covid-19, pero dice que la experiencia internacional dio pilares fundamentales. El primero, la detección temprana de la enfermedad, y para eso debió contarse con las pruebas de laboratorio suficientes.

“El actual Gobierno ha conseguido pruebas rápidas, las del hisopado, que no son las específicas como PCR, aunque sí tienen un grado de confiabilidad. Esto ha aumentado indudablemente el número de diagnósticos, pero nos quedamos ahí”, dijo.

Según la exautoridad en salud, los gobernantes se atascaron en la segunda medida, la de contención, que corresponde al equipamiento, a la infraestructura y al personal sanitario. “De qué sirve que tengamos diagnósticos tempranos si no contamos con la asistencia comprometida. La gente seguirá enfermando y muriendo en su casa”, aseveró.

Él cree que, tanto en la primera como en la segunda ola, no se tuvo la capacidad suficiente de dotar de forma preventiva y organizar la atención sanitaria. Dijo que el Gobierno prometió la implementación de ítems, pero quedó en una promesa que no se hizo efectiva, pese a que en algunos lugares hay un rebrote considerable.

También reconoció otro aspecto “importantísimo” para romper la cadena de contagio, el comportamiento social. Puso de ejemplo la cuarentena rígida, que permitió tener mejores resultados en la primera ola. Aunque reconoció que a estas alturas la medida se complica.

“En esta segunda ola no podemos hacer un confinamiento nacional con cierre de fronteras porque nos mataría la economía, ya no la pandemia”, dijo.

Según Cruz, hay que confinarse, pero tomando como base la tasa de riesgo municipal. Por lo menos en el caso de Santa Cruz de la Sierra, dijo que el índice de contagios obliga a una cuarentena rígida de por lo menos 14 a 21 días, y recomendó lo mismo para La Paz.

“Estamos hablando de acuerdo a la mayor tasa de incidencia. En el mismo departamento cruceño hay provincias que no están en la tasa de riesgo municipal, entonces a esas no hay que confinarlas, se les hace un bloqueo epidemiológico”, sugirió.

Debido al “pésimo sistema sanitario boliviano”, cree que el Estado debe mirar con mayor seriedad la pandemia, y que la prueba sería cuidar mejor a los recursos humanos y dotar de condiciones.

El infectólogo Carlos Paz coincidió con Cruz en que hay una relativa capacidad de testeo o diagnóstico, pero malas condiciones sanitarias que terminan afectando a los indicadores de la letalidad.

“En el testeo masivo está el secreto, porque uno comienza a saber quiénes son los infectados, pero es fundamental hacer la contención. Por ejemplo, en Bolivia hay un problema, el hacinamiento en hospitales, que aumenta más la carga viral y, por ende, la letalidad”, explicó.

Y aunque Brasil, donde radica este médico boliviano, no está entre los países con mejor evaluación, tiene sus aciertos, o eso cree.

Paz explicó que, tras algún tipo de acuerdo, autoridades lograron que establecimientos privados de la talla del Albert Einstein monten infraestructura y desplieguen personal en espacios como estadios y sambódromo, para la atención gratuita de la población.

El infectólogo, además, destacó los esfuerzos puestos por Brasil en la vacuna, y lamentó el modo en que Bolivia manejó el tema.

De acuerdo a Paz, Brasil incluso ya están fabricando vacunas, aseguró que, por semana, se fabricarán entre siete y ocho millones de Coronavac. “En una semana, prácticamente equivaldría a lo que requiere la población boliviana, y también se empezará a fabricar la Oxford”, anunció.

Según una gráfica elaborada por el ex ministro de Salud, hasta el 24 de enero, más de 245.000 brasileños ya habían recibido la vacuna contra el coronavirus; más de 279.000 personas en Argentina; y casi 63.000 en Chile, países vecinos a Bolivia, que recibió las primeras dosis el 29 de enero.

Modelo a seguir

Para Cruz, Uruguay es el país a imitar en el manejo del virus por varias razones, desde el hecho de que trabaja con un modelo de salud único, es decir que todo el país está asegurado.

“Además compró el doble de pruebas de diagnóstico de su población; tiene la infraestructura y el personal suficientes; un comportamiento social ordenado. Hubo días en que Uruguay no tuvo pacientes infectados ni muertos”, aplaudió.

En la tabla elaborada por Cruz, el ex ministro muestra que el país modelo tiene una población total de 3.457.000, que hasta el 24 de enero tenía 36.967 contagiados, y solo 367 decesos, equivalentes al 0,99%.

Cruz además ilustró sobre el modo en que una buena gestión de contención de la pandemia puede lograr que cifras de contagio no se conviertan en explosión de la letalidad.

“China, con 1.395 millones de habitantes, tuvo casi 90.000 confirmados, o sea que se ha infectado solo el 0,0063% de su población. Registró más de 4.600 muertos (casi igual que Santa Cruz), lo que quiere decir que ha fallecido el 0,000003 de la población”, ilustró.

A modo de ejemplificar con países que no tuvieron buen desempeño, mencionó a Estados Unidos, con 327.200.000 de habitantes, que reportó más de 25 millones de infectados, equivalentes al 6,94% de su población. “Y tuvo casi medio millón de fallecidos, o sea 100 veces más que China”, argumentó. Según él, Bolivia, con sus más de 11 millones de habitantes, y más de 200.000 infectados (1,20%), más de 10.000 muertos, tiene dos veces y medio más fallecimientos que China.

Tras una mirada comparativa por el continente, Bolivia tiene cifras poco alentadoras con su 5% de letalidad.

“Argentina tiene una tasa de letalidad de 2,53 (a pesar de estar en el top seis de incidencia). Perú, pese a tener más de un millón de infectados, ha tenido 39.000 decesos, es decir una letalidad de 3,66. Chile, con más de 117.000 fallecimientos, alcanzó una tasa de letalidad de 2,62”, dijo Cruz.

La ex autoridad de Salud cree que en los últimos 20 años el sistema sanitario, clave para buenos resultados frente a la pandemia, además de no ser ayudado por el comportamiento social, ha sido administrado por gente sin criterio.

“Fue manejado políticamente, no en base a políticas de salud, que son las que definen infraestructuras, de acuerdo a ubicación y población. Lo digo como una crítica constructiva”, argumentó el experto en salud pública.