Su nombre y su cara se viralizaron en Tarija, luego de ganar la competencia pedestre en honor a la Virgen de Chaguaya. No sabe leer ni escribir, pero tuvo la visión suficiente para sacar profesionales a sus dos hijos

22 de agosto de 2022, 8:17 AM
22 de agosto de 2022, 8:17 AM


Cuando era solo una niña, los padres de Clemencia Cruz la mandaban a cuidar las ovejas de uno de sus tíos, labor que le impidió estudiar. En algún momento quisieron inscribirla en la escuela, pero ya era demasiado tarde. 

Después le tocó acompañar a sus progenitores a Bermejo y, por último, cruzó al lado argentino ya más grandecita, y ahí conoció a su esposo. La pareja tampoco tuvo las cosas tan fáciles, en ese país se levantaban muy temprano y volvían tarde del trabajo. La realidad es que Clemencia nunca tuvo un momento para aprender a leer y escribir, y su esposo solo llegó a tercero básico.

Ese camino tan duro no lo quiso para sus hijos. Por eso, con todas las limitaciones de la vida de campo en la comunidad tarijeña Saire, se dio modos para sacarlos profesionales. Hoy, el mayor, Leandro Arce, es licenciado en Educación Física que radica en la capital chapaca, y la menor, Angélica, es licenciada en Auditoría, con residencia en Cochabamba.

Leandro recuerda los sacrificios que hizo Clemencia, los mismos que, involuntariamente, forjaron a una campeona de atletismo. “Ella siempre nos apoyó, nos dijo que teníamos que ser alguien, de tal modo que estemos preparados para la vida cuando ella no esté. Nos repetía que no quería que suframos como ella”, cuenta Leandro. 

Cuando Leandro y Angélica comenzaron a asistir a la escuela, se quedaron por temporadas en casa de la abuela paterna, pero las cosas se complicaron cuando llegó el momento de subir en los niveles escolares. Por un tiempo, tanto Clemencia como sus hijos caminaban desde Saire hasta Padcaya, pero era demasiado lejos para cada día, siete kilómetros de ida y siete de vuelta, 14 en total.

Clemencia se dio cuenta de que era una tarea dura para sus hijos, así que les alquiló un cuarto en Padcaya. Ahora le tocaba a ella ir prácticamente a diario a visitarlos. “Venía casi todos los días desde allá para dejarnos cosas, plata o lo que nos hiciera falta. Le tiraba casi un día caminando, llegaba a las cuatro o cinco de la tarde, saliendo desde la mañana. Era nomás pesado”, valora Leandro.

El primogénito de Clemencia dice que ella siempre tuvo muy claro que los iba a sacar adelante, a pesar de las circunstancias, “siempre ha luchado”, se conmueve. Por esa razón, cuando él y su mamá se anotaron para competir en la carrera pedestre de 15 kilómetros, de apertura de las fiestas de la Virgen de Chaguaya, a Leandro no le importó dejar a medias su propio reto, para cuidar de su mamá.

“Imagina que inscribes a tu mamá, vos puedes correr, que estás en buena forma, y cuando te estás alejando la ves al final de la cola, de todos. ¿Cómo te vas a sentir, vas a querer seguir corriendo, o vas a esperarla?”, se planteó.
En vez de buscar podio decidió quedarse porque eran 15 kilómetros los que debía correr a sus 58 años, temía algún un calambre, que le pase algo, y estando él lejos, lejos. “Yo solo quería ver que a ella le fuera bien. A partir del kilómetro 9 he ido con ella, fue bonito ver a mi mamá cruzar la meta, y aparte ganando, fue una emoción linda que no olvidaré fácilmente”, dice Leandro. 

Atleta de la vida
El hijo de Clemencia asegura que ella jamás entrenó, no de la forma convencional, en gimnasios, etc., sino que simplemente su rutina la hizo una mujer fuerte. Cuenta que su mamá se levanta a las cuatro de la mañana y empieza a cocinar y a alistar sus cosas para la jornada, que a primeras horas del día suelta a sus animales, les saca leche, los lleva a pastar, y que recién regresa por la tarde a casa, para dejar preparado lo más urgente del siguiente día.

“Es verdad que no sabe leer ni escribir. Sus días transcurren entre sus chivas, ovejas y vacas, así pasa sus días. Cuando necesita carne, o papa, maíz, etc., todo sale de lo que ella misma produce. Es una vida sencilla de campo la que lleva”, comparte Leandro.

Clemencia nunca había participado en una competencia, cuando Leandro le contó que se había inscrito, le pidió que la anotara, dejando desconcertados a todos. Leandro confiesa que no pensó que ganaría, porque además de sus 58 años, no quiso aceptar las zapatillas que le compró, le dijo que iba a correr con ojotas. 

No tiene WhatsApp, pero sabe todo lo que está pasando. El 18 de agosto, la Alcaldía de Padcaya le hizo un reconocimiento. Casi todos los homenajes han sido a su capacidad como atleta, pero en casa saben que su calidad de madre no se queda atrás.