Fue un destacado lingüista, antropólogo y geógrafo. Sus restos llegaron al mausoleo jesuita que está en el cementerio general de Cochabamba. Sus compañeros jesuitas lo embarcaron “a la casa del Padre” con la frase “en todo amar y servir”.

22 de enero de 2023, 4:00 AM
22 de enero de 2023, 4:00 AM

Las exequias se cumplieron ayer. La despedida del sacerdote jesuita Xavier Albó fue muy emotiva y llenó de flores la iglesia de la Compañía de Jesús de Cochabamba.

Hasta allí llegaron decenas de personas para despedir los restos del destacado religioso que dedicó su vida a la investigación de los pueblos indígenas de Bolivia.

“Muchos de ustedes, amigos, amigas y compañeros, fueron testigos de lo que él hizo en este paso por la historia de Bolivia. Agradecemos por el cariño, por haber estado al lado de Xavier en los momentos buenos y malos; le han hecho feliz al P’ajla (calvo)”, afirmó Sergio Montes, superior de la comunidad jesuita Nuestra Señora de la Esperanza, donde Albó pasó los últimos años de su vida.

“Esa sonrisa que él siempre tenía nos debe seguir acompañando. Xavier está en una fiesta ahora, con el Señor y junto a muchos de sus amigos y amigas. Está con Luis Espinal a quien le tenía tanto cariño, por quien pedía tanto”, dijo Montes tras la misa que celebró ayer el arzobispo de Cochabamba Óscar Aparicio.

Espinal fue asesinado en marzo de 1980, tras ser secuestrado y torturado. Sucedió durante el gobierno de Lidia Gueiler, en un tiempo en el que ya habían amenazas de un golpe militar. De hecho, el 17 de julio de ese año, el general Luis García Meza tomó el poder.

Espinal y Albó, ambos españoles, eran parte de la Compañía de Jesús. Los dos se habían sumado, en 1977 a la huelga que inició un grupo de mujeres mineras, entre ellas Domitila Chungara, que exigió amnistía para los presos del gobierno militar de Hugo Banzer. Eran muy cercanos, según recordaron ayer personas que acudieron a las exequias de sacerdote jesuita en la capital del valle.

“Xavier fue libre y rebelde frente al poder, unas veces de los militares y después de los nuevos poderosos en democracia; sin pelos en la lengua, denunció las injusticias, humillaciones y abusos que sufrían los campesinos e indígenas, sino también a los pobres de las minas y las ciudades”, publicó el sociólogo Godofredo Sandóval tras su muerte.

“Su trayectoria como persona, jesuita y científico social, al igual que su invalorable obra, queda como legado y ejemplo a tomar en cuenta por las futuras generaciones de investigadores sociales al servicio de la gente y del país. Concluyo esta despedida al entrañable hermano, amigo y maestro, recreando una frase de la oración ‘El hijo del hombre’ de Luis Espinal, tomada de las ‘Oraciones a quemarropa’: Xavier, donde fuiste sembraste esperanza, enseñaste liberación y dignidad, fraternidad y amor” remarcó el académico.

Albó falleció el viernes luego de sufrir un accidente cardiovascular. El pasado fin de semana, la Compañía de Jesús ya había reportado que su situación era delicada, todo a raíz de una larga afección por un tumor en el cerebro. “Tengo la cabeza muy dura, aún puedo con esto”, señalaba frecuentemente con humor. Mostraba su calva y lo hacía con picardía. Ayer, sus restos llegaron al mausoleo de los jesuitas del cementerio de Cochabamba.

Nació en Cataluña, España, hace 88 años y llegó a Bolivia en 1952, cuando apenas tenía 17 años para completar su formación sacerdotal. Eso sí, durante el tiempo de su formación se ausentó del país para formarse en Estados Unidos. Antropólogo, lingüista y geógrafo, Albó dejó un potente legado en favor de la academia y la democracia. Sus estudios sobre los pueblos indígenas, además de la cultura quechua y aimara ha influido, incluso, en la formación de líderes políticos.

“Yo estaré muy contento de ser librepensante, recuerdo que una vez te regalé a ti, Evo, las ‘Oraciones a Quema Ropa’ y dije: ‘de parte de un librepensante’. Estoy muy casado con el proceso de cambio, pero no renunciaré a ser, al mismo tiempo, librepensante”, le dijo Albó a Evo Morales, en 2016, cuando le pidió aceptar los resultados del referéndum que le negó volver a postularse.

Albó y Espinal en la huelga de hambre de 1977.