La hija de Asako murió acribillada en noviembre de 2012. Desde entonces más de una decena de fiscales, tres jueces y una sentencia de 30 años de cárcel no fueron suficiente para que el autor del crimen vaya a la cárcel

13 de abril de 2023, 7:09 AM
13 de abril de 2023, 7:09 AM

Asako Inamine no pudo ganarle al cáncer y tampoco al sistema de justicia de Bolivia. Esta madre, de ascendencia japonesa, murió sin ver al asesino de su hija en prisión. 

El 16 de noviembre de 2012 su vida cambió para siempre. Ese día su hija Chisuko fue acribillada sin piedad en el interior de su auto, por la zona de Los Lotes (Santa Cruz), y desde entonces Asako se dedicó a buscar justicia y a cuidar de su nieto que quedó en la orfandad.

Las investigaciones establecieron que el autor fue el exesposo de Chisuko y padre de su hijo, Windsor Andia Rivera, pero en los diez años y cinco meses que han pasado desde entonces, más de una decena de fiscales, tres jueces y una sentencia de 30 años de cárcel no fueron suficiente para que el autor del crimen vaya a la cárcel.

En este lapso murió el esposo de Asako, también en busca de justicia. "Han pasado tres vidas esperando que se haga justicia, pero el asesino sigue suelto y protegido por el sistema judicial", lamenta Mauricio Gonzales, abogado que representó a la familia de la víctima desde el inicio del caso.

Gonzales expresa que es frustrante ver cómo las personas que tienen recursos económicos e influencias no son sancionadas por los delitos que comenten y que la lucha por justicia no solo le pasa factura a las víctimas, sino también a quienes los defienden.

"Por el caso de la señora Asako se me han cerrado varios procesos. Se me ha restringido como profesional el acceso a la justicia, haciendo que muchas causas que yo llevaba hayan sido fallidas porque me han acusado en los tribunales de justicia de que yo hablo mal para la justicia (...). Es una persona contra un monstruo que se ha hace denominar justicia", dice con pesar.

El calvario judicial de Asako

El 1 de octubre de 2020 Asako creyó que sus ojos iban a ver por fin la aplicación de la justicia. Ese día Windsor fue condenado a 30 años de cárcel sin derecho a indulto. Ella cayó de rodillas en la misma sala judicial y rompió en llanto de alegría; sin embargo, siete meses después (el 3 de mayo de 2021) la Sala Penal Segunda de Santa Cruz declaró procedente la apelación restringida que presentó el sentenciado y anuló su condena.

Esto cayó como un balde de agua fría y su salud empezó a deteriorarse. Asako ya no luchaba solo por justicia, sino también contra el cáncer. Le dijo a EL DEBER que ya no tenía fuerzas para iniciar un nuevo juicio, que debía de cuidar de su nieto.

Pero antes de tomar esta decisión, hizo llegar su denuncia ante la Procuraduría General del Estado y el caso fue remitido ante el Ministerio de Justicia, que le asignó un abogado y se dio inicio al tercer juicio. Para este 18 de abril está fijada la lectura de conclusiones y sentencia del mismo. Entonces se conocerá si Windsor Andia continúa en libertad o va prisión, pero será algo que Asako Inamine ya no podrá ver.