En las poblaciones de Guayaramerín y Riberalta no se hacen problema para consumir los productos de contrabando.

3 de octubre de 2022, 4:00 AM
3 de octubre de 2022, 4:00 AM

Es de ida y vuelta. El contrabando no para en Guayaramerín. Desde el lado brasileño se utilizan diversas embarcaciones para introducir productos de manera ilegal a Bolivia. La mayor parte de la mercadería son cervezas y gaseosas. Todas estas operaciones se hacen en presencia de militares bolivianos y brasileños.

Un paquete de 15 cervezas en lata de la marca Skoll de 219 mililitros cuesta máximo Bs 40 en territorio brasileño y Bs 50 en Guayaramerín, mientras que una lata de Paceña de 355 ml cuesta entre 8 y 10 bolivianos. En tanto, el kilo de pollo brasileño tiene un precio de Bs 12, mientras que el nacional -si es que llega-, se cotiza en el mejor de los casos entre Bs 16 y 18.

Una lata de cerveza brasileña en Riberalta o Guayaramerín cuesta máximo cuatro bolivianos, muy por debajo de lo que vale una nacional. En las tiendas de estos municipios colocan las cajas de estas bebidas en sus ingresos y mucha gente accede desvirtuando lo producido en suelo boliviano.


La internación de artículos desde el vecino país es sencilla.


La internación de artículos desde el vecino país es tan sencilla que incluso se dispone de una especie de servicio de delivery, constató EL DEBER hace un año y lo ratificó la semana pasada. Los comercios brasileños ponen a disposición de sus clientes bolivianos sus catálogos digitales para que estos hagan sus pedidos. El pago y la entrega se realiza a través de los “peque peque”, que cruzan el imponente río Mamoré.

Sin fuentes de ingreso

”En Guayaramerín no hay fuentes de empleo. La gente tiene que buscar la forma de llevar alimentos a su casa a diario. No hay industrias ni empresas, solo comercio. Los brasileños vienen y compran ropa y víveres y los bolivianos desde alimentos procesados hasta electrodomésticos”, admitió Ilonka Saucedo, concejal del municipio de Guayaramerín.

Las canoas de “peque-peque” miden aproximadamente diez metros de largo y un ancho de entre 1,60 y 1,80 metros. Su fabricación tiene un costo que oscila entre los Bs 6.000 y 7.000. Pueden transportar hasta 5.000 kilos por viaje. La competencia es feroz, ya que además de las asociaciones de “peque-peque”, existe transporte legalmente establecido que cobra 12 bolivianos para cruzar desde Bolivia a Brasil y Bs 15 para el retorno. De igual manera, permite transportar productos brasileños, aunque no en gran cantidad. El control en ambos lados es escaso, ya sea de militares bolivianos y brasileños.

El control es escaso de la Aduana Nacional y del personal del Servicio Nacional de Sanidad Agropecuaria e Inocuidad Alimentaria (Senasag) para controlar el ingreso de camiones con mercadería legal desde Brasil. Estos motorizados pasan la carretera hacia Riberalta y algunos son inspeccionados por militares y policías bolivianos.

Tanto en Riberalta como en Guayaramerín no existen métodos para tratar de erradicar el contrabando de productos desde Brasil. Son como un “mal necesario”, ya que a estas localidades, por la lejanía- no tienen una llegada permanente. La población no tiene problemas en consumir la mercadería ilícita.


El control es escaso de la Aduana Nacional y del personal del Senasag.