Su presión arterial es absolutamente inestable. Ha bajado más de 10 kilos y su apariencia ha cambiado mucho por ese motivo. Casi ni se levanta de cama, y cuando lo hace le cuesta mantener el equilibrio y hasta requiere ayuda

8 de agosto de 2021, 11:03 AM
8 de agosto de 2021, 11:03 AM

El encierro ha debilitado a la expresidenta Jeanine Áñez como el fuego a una vela. Bajó al menos 10 kilos, casi ni se levanta de la cama, y el recorrido entre su celda y el baño, que está a unos metros, lo hace muy lentamente, buscando equilibrio e incluso con ayuda.

Ese es el drama humano de quien fue la segunda mujer que llegó a la presidencia del país. Está detenida en la cárcel de Miraflores desde marzo de este año, acusada por los delitos de terrorismo, sedición y conspiración. Esta semana, otro juez le adicionó seis meses más de reclusión, en un segundo proceso por los ilícitos de incumplimiento de deberes y resoluciones contrarias a la CPE y las leyes, pero también por el presunto golpe de Estado.

El jueves fue un día diferente, pero igual muy triste. Su hijo menor, José Armando, cumplió 26 años. Ella hizo esfuerzos supremos para acercar una vieja mesa auxiliar que tiene en el ambiente donde vive. Allí puso tres individuales que tejió con los colores de la bandera boliviana. A las 13:00 llegaron el cumpleañero y su hermana Carolina. Los tres se abrazaron y lloraron juntos. Estuvieron juntos por una hora. Carolina hizo una torta que compartieron.

“Intentamos pasar un buen momento, pero es difícil con tanta tristeza. Mi madre no se merece esto, la veo muy decaída, ha bajado mucho de peso, más de 10 kilos, y está muy débil”, dijo Carolina.

La pena la consume, hace algunos días rompió en llanto y pidió perdón a sus hijos por causarles tanto dolor. “Dijo que no se arrepiente de lo que hizo por el país, y que lo haría nuevamente. Pero al mismo tiempo nos señaló claramente que preferiría morir”.

Con lágrimas, su hija contó que “es su amor de madre que quiere liberarnos de todo esto. Aunque su fe se mantiene firme, la siento resignada y duele mucho que todas las acciones y recursos presentados no fueran valorados por la justicia, y eso desespera a la familia”.

Manifestó que es muy injusto, “nosotros confiamos en Dios, en que habrá justicia y en que ella podrá salir de todo esto en algún momento”, manifestó.

Áñez se encuentra en el segundo piso del penal, en una pequeña oficina que antes era una enfermería. Está totalmente aislada del resto de la población carcelaria. La familia señala que está claro que lo que las autoridades penitenciarias buscan es “quebrantarla, vive amenazada con requisas. Y la verdad es que tiene miedo a que le siembren algo cuando la hagan”.

Lamentaron que, en las audiencias, la Fiscalía y los acusadores la señalen de tener celular, de que emite tuits desde la cárcel, pero aseguran que todo eso es mentira.

Tiene picos en su presión arterial, que se eleva demasiado y la descompensa. Todo eso pone en vilo a sus allegados, que temen que le dé un infarto.

Su salud tuvo dos crisis muy serias. El 8 de abril, la expresidenta presentó un cuadro de infección urinaria y un peligroso descenso en los niveles normales de sodio, potasio y cloruro en la sangre. Ella tiene dos enfermedades que pueden provocar complicaciones en el corazón y en el cerebro.

El 8 de junio había brindado una declaración sobre el caso de la compra de gases lacrimógenos que generó la detención de su exministro Arturo Murillo, y sufrió otra descompensación en su salud.

Un equipo de fiscales ingresó ese día, al mediodía, al penal de Miraflores. Durante tres horas tomaron la declaración sobre el caso Murillo. Luego, la interrogaban sobre la ampliación de su imputación a los otros dos delitos, y se sintió mal. Sus allegados relataron que su presión arterial subió a 180/110 (lo normal es 120/80), y se le presentó taquicardia. Además, entumecimiento de las manos.

Sus hijos padecieron de lejos. En la segunda ocasión, su hija se encontraba con Covid-19

La familia y los abogados son los testigos más cercanos del vía crucis que ella vive todos los días. Una de sus abogadas, Norka Cuéllar, es la que más tiempo pasa con Áñez.

“Acabo de salir de verla y está sin dormir, continúa con la presión alta; le veo muy triste, su ánimo ha decaído muchísimo. Ella siempre fue una persona delgada, así que verla así, de verdad, es impactante”, aseguró.

La habitación en la que se encuentra es muy pequeña, es de aproximadamente 2x2. “Está la cama y un fierro amarrado a esta, que lo usan como pedestal para suero. Ahí está un tubo de oxígeno vacío, un custodio policial las 24 horas, que la mira todo el tiempo y le quita privacidad”.

Relató que cuando se realiza una audiencia, y todas ellas se llevan a cabo de forma virtual a través de la plataforma Webex, Cuéllar se encarga de proporcionarle su celular para que esté presente. “La o el custodio ingresa, escucha y anota en una libreta”.

Hace muy poco se le habilitó la posibilidad de recibir una visita por semana, aparte de sus abogados y sus hijos que le llevan el almuerzo y pueden quedarse apenas unos minutos con ella.

Es una persona que ella elige, y solicita a la gobernadora el ingreso de esa persona, “obviamente que no está permitido que sea un periodista”, dijo Cuéllar.

Tiene una ventana clausurada que da a la avenida Argentina, en Miraflores, por donde se filtra el frío. Pero, por una pequeña rendija puede ver la farmacia del frente y a una señora que vende frutas.

Fuera de su habitación, a unos metros, está el baño, “al que llega apenas”. Desde allí, escucha las alabanzas y oraciones que un grupo de cristianos le llevan todos los martes. “Creo que una vez le permitieron saludar”, dijo la abogada. A eso se ha reducido su mundo de la exmandataria.

Trinidad

Desde Trinidad (Beni), familiares y amigos lamentan su situación y son testigos de su penuria.

Patricia Yáñez Ruiz, comadre de Jeanine porque es madrina de su hijo menor, dice que lamentablemente los hijos de Áñez están solos en La Paz, pues casi toda la familia vive en Trinidad o en Santa Cruz. “Es muy doloroso”.

A los hijos de Áñez los describió como “dos personas valientes, con una entereza muy grande” y cuyo padre falleció en 2020.

Mauricio Mejía, presidente de la Unión Juvenil Beniana, dijo que “se siente el abandono de parte de los líderes del Comité Cívico. Nosotros no hemos dejado de permanecer activos con las protestas en las redes sociales. No solo por Jeanine Áñez, sino por todos los presos políticos; la juventud ha sido parte de esta lucha. No hubo golpe, sino un fraude electoral por el cual todos salimos a defender nuestro voto”.

Bastian Giesse, que se considera parte de la familia “de cariño”, aseguró que “todos sienten impotencia y frustración de no poder hacer nada frente a lo que está viviendo Jeanine. Ni el Comité Cívico ni otros activistas han hecho algo concreto”. EL DEBER quiso comunicarse con el líder cívico, Guieser Chávez, para preguntarle sobre la falta de acciones que ayuden a su liberación, pero no pudo contactarlo.