Los opositores al MAS están en desigualdad de condiciones. Siguen vigentes algunas normas para burlar la votación y contar con una mayor representación legislativa

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15 de marzo de 2020, 3:00 AM
15 de marzo de 2020, 3:00 AM

GUIDO ÁÑEZ MOSCOSO | EX DIPUTADO Y EXMINISTRO. REFUGIADO POLÍTICO EN EEUU.

Después del escándalo de las elecciones fraudulentas del 2019, Bolivia trata de volver a la normalidad electoral. La presencia de personalidades prestigiosas y conocedoras de la organización de elecciones nos da la sensación que el dia de la votación el resultado será el que el pueblo decida, pero existen otros tipos de fraudes que al no haber cambiado las leyes ni el sistema electoral todavía regirán en estos comicios. Estas normas, que también hacen al fondo de la burla de la voluntad popular, siguen vigentes y pueden definir un resultado no deseado para la democracia y la libertad conquistada por el pueblo en las calles durante octubre y noviembre de 2019.

El fraude sistémico es aquel que se comete desde el corazón del sistema mismo; es decir, al amparo del marco normativo y en muchos casos determina construir mayorías parlamentarias que garantizan gobernabilidad o desestabilización.

Este concepto nos remite a la existencia y uso de una legislación, procedimientos y derechos electorales reconocidos y protegidos internacionalmente con el fin de condicionar los resultados de unas elecciones y, por ende, alterar la voluntad popular. Curiosamente, este tipo de fraude no es visto por los organismos internacionales, como la OEA y otras entidades que se dedican a garantizar la transparencia de los procesos electorales en América Latina.

El establecimiento de fórmulas de asignación de escaños por circunscripción y de conversión de votos en escaños, destinadas a sobredimensionar la representación en los órganos legislativos de ciertos partidos en detrimento de otros, al igual que la manipulación en la delimitación de las circunscripciones. Dicha práctica atenta contra el principio de igualdad de sufragio y distorsiona el principio de representación política que está sustentado en la igualdad de sufragio y la proporcionalidad electoral.

El voto deja de tener el mismo valor, ya que en virtud de estas fórmulas se producirán grandes variaciones en el precio de un escaño en términos de voto. El uso de la violencia o intimidación tiene una función muy precisa: mandar un mensaje que atemorice y aterrorice la población con el objetivo de alterar la voluntad popular.

Población urbana versus rural

Bolivia, como toda América Latina, ha vivido un proceso de urbanización en los últimos 40 años que ha hecho que el 67,5% de la población viva en las ciudades y solamente el 32,5% quede en el área rural y poblaciones intermedias.

Durante el gobierno del MAS se acentuó una tendencia hacia consolidar el fraude sistémico a través de la sobrerrepresentación del área rural en desmedro del área urbana, donde tienen menos posibilidades de fraude electoral operativo y donde la clase media es más conservadora y tiene un nivel mayor de conciencia democrática.

Anteriormente era la Corte Nacional Electoral la que definía las circunscripciones territoriales, pero a partir de la ley 421, del 7 de octubre del 2013 esta función pasó al Órgano Legislativo, donde el MAS desde el 2005 hasta hoy tiene mayoría absoluta y ha procedido a ampliar la representatividad de las circunscripciones rurales en desmedro de las urbanas.

Este cambio lo hizo por dos razones: primero, por el resultado del Censo de 2012, que ubicaba a Santa Cruz como el departamento con mayor población, lo que significaba que debería tener la primera representación parlamentaria, cosa que no ocurre, ya que La Paz tiene 29 diputados y Santa Cruz 28. La segunda, porque necesitaban ‘ruralizar’ las circunscripciones para garantizar dos tercios del Parlamento.

Bolivia tiene un sistema parlamentario bicameral, compuesto por una Cámara de Senadores y una Cámara de Diputados.

La Cámara de Senadores representa la unidad del territorio, en casi todos los países se elige por mayoría y minoría a los representantes. El MAS cambió la forma de elección y lo ha hecho porcentual, lo que le garantiza tener presencia nacional en el Senado, aun siendo tercera o cuarta fuerza política en un departamento, y en estas elecciones con muchas probabilidades puede bordear la mayoría.

Los diputados son 130, de los cuales 60 son plurinominales que se eligen con la lista del presidente y vicepresidente, y 70 uninominales, de los cuales 63 son elegidos en circunscripciones uninominales y siete circunscripciones indígenas ubicadas en zonas rurales.

De las 63 circunscripciones, 27 son urbanas, cuando la población urbana es el 67,5% de la población y 43 rurales, incluyendo las siete especiales indígenas, cuando la población rural es el 32,5%.

Si adicionalmente a la ventaja normativa que tiene el MAS, su voto duro y al ser el único partido político que tiene estructura y presencia nacional, sumando el apoyo internacional, a través de recursos económicos y logísticos, resulta muy difícil ganarle la elección con siete candidatos de la oposición que han definido, erróneamente, la primera vuelta electoral como una especie de primaria entre ellos para ver quién compite con el MAS en segunda vuelta, pero ya con un Parlamento definido y muy posible quien gane en segunda vuelta, tendrá minoría en la Asamblea Legislativa Plurinacional porque basta tener simple mayoría para ganar una circunscripción que equivale a un diputado.

Las zonas rurales y las circunscripciones indígenas favorecen mayoritariamente al MAS (actualmente de siete circunscripciones especiales, seis ganó el MAS y con votaciones que variaban entre los 1.000 y 2.000 votos). El sistema de divisores naturales para el Senado y Diputados plurinominales favorece a las mayorías relativas.

La unidad que clama la población en un país en el que siete de cada 10 bolivianos rechaza al MAS, pero que paradójicamente por el egocentrismo e irresponsabilidad de nuestros políticos le pueden entregar el poder al MAS en primera vuelta, aunque no gane la Presidencia, solo puede atenuarse con una campaña muy fuerte de penetración en los sitios duros donde ni siquiera el Estado ingresa, como el Altiplano, zonas rurales de Oruro y Potosí, Chapare, San Julián y Yapacaní, poblaciones que por la presencia de las mafias del narcotráfico, la fortaleza de los sindicatos cocaleros y la organización de grupos extranjeros mafiosos, como el PCC brasileño, las FARC de Colombia y Sendero Luminoso son determinantes en la elección.

Solo la gente concentrando su voto le puede ganar al MAS, la concentración del voto debe ser no solo en la candidatura presidencial, sino en los diputados uninominales para tratar de tener mayoría parlamentaria y atenuar, en parte, la desventaja normativa y la irresponsabilidad colectiva de los candidatos demócratas.

Para sustentar lo que planteo, que es un suicidio colectivo de los candidatos que creen en la democracia en Bolivia, envío los link de los resultados del año 2014, los del 2019 han sido adulterados de manera grosera, pero estos cuadros demuestran la tendencia de un fraude sistémico que puede dar la victoria electoral al MAS o la capacidad de inviabilizar cualquier gobierno que quiera restaurar la democracia y acabar con la maraña legal que dejó la dictadura de Evo Morales.

http://atlaselectoral.oep.org.bo/#/subproceso/62/1/5/graficos.

El MAS con el 52% de los votos ganó el 81% de los curules.

Para el caso de las circunscripciones especiales ver: http://atlaselectoral.oep.org.bo/#/subproceso/18/1/2/graficos

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