Dos historias que revelan cómo las mujeres son utilizadas para transportar droga mediante diversos métodos. Elena falleció por Covid-19 en la India. Estefany murió en un accidente en una carretera al norte de Chile.

22 de junio de 2021, 7:29 AM
22 de junio de 2021, 7:29 AM

Estefany había salido de Santa Cruz sin que su familia lo sepa. No se despidió de nadie. La joven, de 19 años, había llegado a Iquique, al norte de Chile con falsas promesas. Le ofrecieron trabajo. No lo dudó y se fue a buscar mejor futuro. Ni bien arribó al vecino país la encerraron en un dormitorio. Sufrió varios días. Era el 8 de junio cuando Estefany fue víctima de las mafias del narcotráfico. Le hicieron tragar ovoides con cocaína. Al día siguiente un accidente en carretera acabó con su vida mientras viajaba a la capital chilena.

La joven había logrado este año ingresar a la carrera de Arquitectura de la Universidad Autónoma Gabriel René Moreno (Uagrm). De familia humilde, ayudaba a su madre y su abuela a sustentar el hogar. Ella vivía en la Villa Primero de Mayo. Su mamá y su abuela son trabajadoras del hogar, aunque también logran ingresos extras vendiendo comida.

Ellas no saben cómo Estefany pudo abandonar Santa Cruz de la Sierra. Según datos de sus familiares, la joven se contactó con una amiga y ella y sus familiares le propusieron viajar al norte de Chile. La excusa era que encontraría trabajo. No lo dudó y empacó a ocultas. Se fue hasta Oruro y de ahí cruzó la frontera.

Llegó a Iquique y de ahí partió en un bus de la empresa Pullman Bus hacia la capital chilena. No logró avanzar mucho. En la comuna de Chañaral, cerca de Copiapó, el vehículo en el que viajaba chocó de frente con un camión que transportaba verduras y frutas hacia Antofagasta. Murieron siete personas, entre ellas Estefany y uno de los familiares de su amiga.

A Estefany le practicaron la autopsia de ley. Le encontraron ovoides con cocaína en el estómago. Se desconoce si los familiares de su amiga le obligaron a tragar las drogas, pero según versión de los Carabineros de Chile la joven ingirió las sustancias el 8 de junio.

Su cuerpo sigue en territorio chileno. Los familiares no hallan respuesta del consulado boliviano en el vecino país. Los trámites están congelados y solo tienen asesoría legal de la defensa pública.

“Ahí terminó la historia de la vida de mi sobrina y comenzó el tormentoso calvario para la repatriación de sus restos mortales. La familia en Santa Cruz no tiene recursos económicos y el Consulado de Bolivia en Chile no se ha pronunciado sobre este trágico accidente, probablemente porque no son personas influyentes”, relata un familiar de Estefany.

Trámites en Chile

El papá de Estefany está en Iquique. Llegó tras sortear varios obstáculos, uno de ellos la prohibición de ingreso a Chile por la pandemia de coronavirus. El viernes llegó al consulado de Bolivia en esa ciudad y se chocó con las puertas cerradas. No habrá atención en la oficina diplomática hasta el martes, debido a que el lunes en Chile también es feriado.

Según datos de la Fiscalía de Chañaral, a cada una de las bolivianas le encontraron 5,5 gramos de cocaína en los ovoides. Se desconoce cuál era el destino final, ya que la flota va parando en diferentes comunas hasta llegar a Valparaíso, pasando por Santiago.

El hermano de Estefany informó a EL DEBER que no tienen respuestas de la Cancillería ni de los consulados bolivianos en suelo chileno. Además, añadió que reciben asesoría jurídica de una abogada del vecino país, quien en un audio enviado a la familia les relata que hasta el martes no podrán realizar ningún trámite.

“Entiendo por todo lo que están pasando, lo siento, pero ahora es muy difícil proseguir con los trámites”, les dice la jurista.

El familiar de la víctima reprocha que los trámites para la repatriación del cuerpo de Estefany tengan que ser autorizados con una firma por un diplomático boliviano. “¿Si no están trabajando cómo podemos avanzar?”, cuestiona.

EL DEBER fue parte de una investigación periodística multinacional en 2018. En ese trabajo se evidenció que las mujeres son un blanco fácil para transportar drogas desde Bolivia a Chile. La mayoría de las víctimas -casi todas- son de escasos recursos, por lo que son convencidas para viajar como “mulas” o “correos humanos”. Las cárceles del norte de Chile están llenas de mujeres bolivianas, todas víctimas del narco.

Las mujeres transportan la droga en diferentes modos. Llevan la cocaína en sus estómagos, en maletas, carteras, zapatos o hasta en sus partes íntimas. Son muchos métodos, y el destino general es llegar a la capital chilena.

Un kilo de cocaína pura puede llegar a costar en Bolivia unos 2.500 dólares. A las “tragonas’”, que son las mujeres que tragan ovoides de cocaína, y las “mulas”, quienes llevan la droga en maletas o fajadas a su cuerpo, les pueden pagar hasta 1.500 dólares por llevar ese kilo desde Bolivia hasta Santiago de Chile, donde se venderá a 15 dólares cada gramo.

Es decir, las mafias de narcotráfico pueden obtener 15.000 dólares por el kilo si es que la venden tal como llegó. Pero, en la gran mayoría de los casos, la cocaína es mezclada con otros productos como yeso o talco.

Estefany fue víctima de esas mafias, que la buscaron aprovechando su juventud y su desesperación para tener dinero. A ella no le encontraron viva llevando la droga. No fue a la cárcel. Murió en el intento en un accidente.

Hoy su familia solo quiere que el cuerpo de Estefany llegue a Santa Cruz. Por ahora, algo que es muy difícil de lograr. Además, sus allegados requieren dinero para repatriar los restos de la joven. Algo así como 5.000 dólares, tres veces más de lo que quizá le iban a pagar las mafias.

Murió en la India

“Papá: estoy detenida en la India y tal vez sea la última vez que le hablo”. Con esa frase, Rosario (nombre ficticio) le comentó a su padre en marzo de 2020 que fue arrestada en el país asiático. El progenitor no sabía el por qué de la detención de su hija. Nunca más la pudo escuchar. La joven, madre soltera con dos niños, falleció en una cárcel de Nueva Delhi.

Esa llamada duró 15 segundos. Luego de la frase solo se escuchó el llanto de la joven. El 3 de marzo la joven había abandonado Santa Cruz. Se trasladó hasta San Pablo, Brasil, vía terrestre. Sus familiares desconocían el destino final y el motivo del viaje, aunque Rosario había dicho que se iba por trabajo.

Uno de los familiares relata que se desconocía el paradero de Rosario hasta que llamó a su padre. El motivo de la detención lo desconocían. No tenían información oficial a pesar de que pidieron a la Cancillería que les ayuden.

La Interpol, días después, emitió un informe del motivo de la detención de la joven. Había sido sorprendida con 1.555 gramos de cocaína. En Nueva Delhi le quitaron todas sus pertenencias y fue llevada a juicio. Pidió el pago de fianza para defenderse en libertad, algo que fue rechazado por ser ciudadana extranjera.

Rosario relató que no sabía que transportaba la droga y que la introdujeron en su maleta. Su versión no fue aceptada y la trasladaron a una cárcel de Nueva Delhi.

“Producto de esa detención se le inicia un proceso tomándole su declaración sin un abogado ni traductor presente, vulnerando su derecho fundamental a la legítima defensa. Es después de su detención que un traductor le dice que en su maleta le habían encontrado aproximadamente dos kilos de sustancias controladas”, dice parte de una carta enviada a la excanciller Karen Longaric.

La Cancillería instruyó un seguimiento al caso y la embajada boliviana en la India tomó contacto, pero poco se pudo hacer. Rosario falleció el año pasado tras contagiarse de coronavirus en la cárcel. Los familiares dicen que el año pasado no hubo ayuda del Gobierno para repatriar el cuerpo y ahora prefieren no hablar más de la joven. “Queremos que descanse en paz”, dijo un allegado.

En Bolivia recolectan a personas para que lleven droga a diferentes países. Por lo general la ruta más utilizada es hacia Chile. Hay casos en los que las mafias esperan a la víctima en la frontera y luego les hacen tragar o les introducen la droga en sus maletas.

Otra ruta utilizada muy a menudo es hacia Madrid. Muchas víctimas van a San Pablo y de ahí parten hacia la capital española con la droga. Puede ser que desde Madrid continúen su periplo hacia países de África o Asia, pero por lo general la cocaína se queda en el país europeo.