La contramemoria de 2018 señala que “una parte” del curso del agua fue “mejorado con los canales”. El 17 de junio de 2019, Chile envió una propuesta sobre la base de un acercamiento y en 2020 la Cancillería emitió un comunicado

10 de abril de 2022, 4:00 AM
10 de abril de 2022, 4:00 AM

El dato se confirmó al inicio de la fase oral del juicio por las aguas del Silala, un periodo que debe concluir este jueves 14 de abril con una última presentación del equipo jurídico de Chile. “El Silala es en la actualidad, y lo ha sido durante casi 100 años, un curso de agua internacional singular, con caudales superficiales aumentados artificialmente”, sostuvo Roberto Calzadilla, agente de Bolivia ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y embajador en Países Bajos. El diplomático reveló así la respuesta que dio el país a la demanda chilena activada en 2016.

Chile se querelló para que se declare al Silala “un río internacional” y en esa condición beneficiarse del caudal a merced del derecho internacional consuetudinario.

Pero, antes de esta declaración que coincidió con el inicio de la fase oral del juicio, Bolivia ya había aceptado en tres ocasiones distintas —según un relevamiento de EL DEBER— que una parte de esas aguas pasaba la frontera de manera natural, por efecto de la ley de la gravedad o de las condiciones de la topografía del lugar.

Primer momento. Entre los párrafos 10 y 16 de la contramemoria que presentó Bolivia para responder a la querella de Chile sobre la naturaleza de las aguas del Silala se plantean las líneas generales de la defensa y el reconocimiento de la existencia de un curso sucesivo de agua internacional originado en la reserva hídrica del Silala.

“Los estudios científicos pertinentes, en particular los informes de expertos presentados por Bolivia y Chile, muestran evidencia de mejoras artificiales que conducen a la conclusión de que las aguas del Silala son parte de una corriente de agua, artificialmente mejorada”, señala el escrito boliviano que llegó a la Corte de La Haya el 3 de septiembre de 2018.

Tres días antes, el 31 de agosto de ese año, Evo Morales lanzó una pista sutil sobre este cambio de postura en la estrategia de la defensa del país. “Nuestra contramemoria se funda en estudios realizados en la zona del Silala que incluyen investigaciones geológicas, geofísicas, hidráulicas, hidrológicas, hidroquímicas y medioambientales, que confirman que un caudal considerable de las aguas de los manantiales del Silala fluyen artificialmente hacia el territorio chileno por las obras de canalización realizadas en el siglo pasado”, dijo Morales, en un momento en el que ejercía la presidencia y en ese contexto estaba al tanto del contenido de los alegatos escritos que fueron liberados tras casi dos años.

El estudio al que hizo referencia el ahora expresidente fue desclasificado esta semana por la CIJ. Señala que “los flujos superficiales actuales a través de la frontera boliviano-chilena han sido evaluados en un promedio de 160 a 210 litros por segundo” y que de esa corriente “se calcula que el 30% a 40% puede ser directamente atribuida a las mejoras creadas por los canales artificiales y drenaje, mecanismos instalados en el Silala dentro de Bolivia”.

En representación del país, el científico, Roar Jensen, del Instituto Danés de Hidrología (DHI)confirmó el viernes esas proyecciones ante los jueces de la Corte. Eso sí, reveló que el Estado boliviano los contrató con el propósito de calcular los escenarios posibles ante la posibilidad de que los canales sean finalmente destruidos.

“Al iniciar este proyecto, la pregunta general que teníamos que responder para Bolivia es sí desmantelamos las canalizaciones sería posible que todo este flujo que ahora va a las canalizaciones se filtrará al agua subterránea y no corriera como agua de superficie”, señaló ante una consulta de la presidenta de la CIJ, la jueza estadounidense Joan Donoghue.

Segundo momento. El documento boliviano de 2018 fue recibido con las dos manos por Chile. Roberto Ampuero, que en ese tiempo era canciller de su país, celebró la admisión y estalló un nuevo impasse bilateral del que fue protagonista Evo Morales.

Pero esa tensión se disipó hasta después del fallo de la CIJ del 1 de octubre de 2018 sobre la demanda marítima. De hecho, hubo un acercamiento diplomático que apuntó a resolver el pleito del Silala y anular el juicio internacional.

“En 2018 hubo una aproximación diplomática bilateral que abrió las posibilidades para negociar un acuerdo y concluir el proceso judicial. Estimo que una negociación hubiese contribuido efectivamente a zanjar el diferendo judicial e incluso trascenderlo con acuerdos más comprensivos para actualizar la información y gestión de todos los recursos compartidos a través de la dilatada frontera. Las razones para todavía sostener el proceso deben explicarse por quienes condujeron y conducen la política exterior”, dijo a EL DEBER el expresidente Eduardo Rodríguez Veltzé, quien fue agente de Bolivia en La Haya y estuvo en el cargo hasta noviembre de 2019, cuando todos los alegatos escritos del juicio por el Silala concluyeron.

Ximena Fuentes, vicecanciller de Chile y agente de su país ante la Corte, dijo a los jueces que se intercambiaron criterios para lograr un acuerdo antes de la conclusión del juicio en la CIJ. Reveló que envió un borrador de acuerdo que “hasta la fecha no fue respondido” por parte de Bolivia.

EL DEBER accedió a ese documento que fue enviado el 17 de junio de 2019 por Carolina Valdivia, quien cumplía las funciones de vicecanciller.

“Chile considera que existen las condiciones para celebrar un acuerdo entre ambos estados que permitan poner fin a la disputa. Como se propone en dicho acuerdo, tras su entrada en vigor, se consideran resueltas todas las disputas pendientes respecto del Silala y se da por terminada la disputa ante la Corte”, señala la presentación de este documento.

Tercer momento. El 13 de febrero de 2020, la Cancillería emitió un comunicado formal en el que se admitió que “una parte de las aguas del Silala fluye de manera natural hacia Chile”. El documento se divulgó en la gestión de la canciller Karen Longaric.