Los países de Asia, liderados por China, desplazaron a los de Europa y EEUU que dominaron el mundo por más de 500 años. La tecnología relegó a la fuerza militar

11 de mayo de 2020, 10:04 AM
11 de mayo de 2020, 10:04 AM

¿Qué efectos tendrá la pandemia del coronavirus en el contexto internacional?

Lo primero que tenemos que hacer notar es que el mundo ya cambió. Antes de la pandemia el eje de la economía mundial se desplazaba del Atlántico hacia el Pacífico, con China y los países de Asia ocupando papeles cada vez más importante, mientras que el eje Eurocéntrico, del Atlántico Norte que dominó la economía por más de 500 años ha cambiado. Eso es un cambio histórico. Otro aspecto importante es que antes de la pandemia también estaba claro que el principal componente del sistema productivo mundial era el tecnológico. El tercer cambio fundamental es que el cambio digital produjo un cambio fundamental con la emergencia de los países del sur y de Asia en la economía mundial.

La pandemia solo ha permitido profundizar y acelerar esos cambios. Es decir, ha adelantado los plazos de la transformación radical. Está más claro que el polo de Asia, con China a la cabeza, es de mayor dinamismo y más fuerte que el occidente. Eso se ha visto con la capacidad de reaccionar de los estados ante la pandemia y la lentitud y la dispersión de la respuesta en la reacción de occidente. Los países más afectados por el número de contagios y la tasa de letalidad por el Covid-19 son los países de Europa y Estados Unidos. No es necesariamente un cambio, es la aceleración de las tendencias que existían.

¿Cómo afectará este cambio en las relaciones entre países y, en particular, entre oriente y occidente?

Lo más probable es que a la luz de las tensiones que se han hecho notorias a lo largo de este mes (de abril) por las acusaciones de EEUU contra China de haber provocado la pandemia sin ninguna evidencia científica sino en base de informes de Inteligencia estadounidense, pueden profundizar las diferencias que existían entre ellos. Hay confrontación tecnológica y económica entre esos países que han encontrado un nuevo espacio en la confrontación científica, en el campo sanitario. Se abrió una nueva brecha que se va a profundizar. Las diferencias hoy son más fuertes que antes.

¿Esto implica cambios en el orden mundial?

Estamos en el cambio mundial. El solo hecho de que se produzca una competencia cada vez más abierta entre dos grandes potencias es un cambio respecto al sistema mundial en que Estados Unidos era el único poder hegemónico. Estamos viendo que la competencia está instalada en los ámbitos tecnológicos, económicos y científicos. Esa es la muestra más evidente del cambio.

¿Estos cambios también se producirán en el ámbito militar?

No creo. El terreno en este momento no está en las armas, incluso, la misma pandemia lo ha demostrado. La capacidad tecnológica y el poder de los estados no se refleja en la capacidad de contar o no con armas nucleares. En esta crisis sanitaria que ha puesto de rodillas y ha frenado en seco a la economía mundial demostró que el poderío nuclear no sirve para nada. Solo hemos visto que el poder militar ha desplazado un par de barcos hospitales para atender enfermos del coronavirus.

El poder se está disputando en otros terrenos, en el tecnológico, científico y económico. Ese es otro de los grandes cambios.

¿Qué impactos tendrán estos cambios en la geopolítica?

Ese es, precisamente, el cambio geopolítico. Está claro que el anterior sistema multilateral en el que Estados Unidos era el único poder prácticamente hegemónico, ha cambiado. El propio Estados Unidos se ha encargado de erosionarlo. En ausencia de ese orden económico mundial lo más probable es que cada región vaya formando su propio sistema económico y tecnológico.

En Asia están trabajando en consolidar su propia estructura en el sistema de cooperación, de intercambio tecnológico y científico.

¿Qué papel jugará Estados Unidos en este nuevo orden mundial?

Estados Unidos está perdiendo la posición dominante que tenía en el anterior sistema, todo esto propiciado por sus propias medidas asumidas.

¿Cómo quedaría Bolivia en este escenario que se está reconfigurando?

Bolivia, lamentablemente, no cuenta porque es demasiado pequeño para mencionarlo en ese escenario. América Latina sí es un referente más importante porque es un mercado con más de 400 millones de personas. No obstante, la mayoría de los países referente de la región mantienen buenas relaciones comerciales con Asia. Las principales exportaciones de Argentina, Brasil, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay están dirigidas a los países asiáticos, en su mayoría a China. Ese es un dato concreto, difícil de alterar.

Por otro lado, Estados Unidos presionará para que los países de la región se distancien de China. Es probable que en esa tensión se debatan los países de América Latina.

Según algunos analistas, el mundo enfrentará una de las mayores crisis económicas de la historia, incluso superior a la provocada por la Segunda Guerra Mundial. ¿Cómo ve el escenario?

El impacto económico es brutal, sin ninguna duda, pero no se puede comparar con una guerra porque no se ha destruido caminos, instalaciones industriales, centrales nucleares ni refinerías petroleras. Han muerto muchísimas personas (más de 247.000 hasta el 27 de abril), pero la estructura productiva-económica se mantiene, está ahí. Demandará un buen tiempo la recuperación de la economía, pero probablemente se recupere, con una característica distinta: Los gastos en salud y en educación serán mucho más importantes que lo invertido hasta este año.

La pregunta es: ¿En cuánto tiempo se recuperará la economía, al corto o mediano plazo? El coronavirus ha confirmado la aceleración de una tendencia que ya existía, en sentido de que se estaba destruyendo el sistema multilateral. Inglaterra salió del Brexit (de la Unión Europea), Estados Unidos ataca a Naciones Unidas, deja de aportar a la Organización Mundial de la Salud y se distancia de la OTAN; el Mercosur está vacilante, la Unasur dejó de existir, la Alianza del Pacífico se debilita. Es decir, estamos en un horizonte de cooperación multilateral que estaba en destrucción. Ahora surge la necesidad de actuar juntos, pero los mecanismos para hacerlos y recobrar la tranquilidad serán complicados porque la mayoría de los países estarán ocupados en resolver sus propias crisis internas en los próximos dos o tres años.

¿Cómo afecta en estos casos el aspecto ideológico?

De qué ideología estamos hablando. La dominante actualmente en la región es la de centro-derecha. Por un lado queda la posición ideológica-nacionalista del Grupo de Puebla (antiguo Foro de Sao Paulo), que es básicamente Argentina. México está ocupado en sus propias cosas, Venezuela prácticamente no existe y Nicaragua está distanciada. No se puede hablar de una contradicción ideológica, entre una ideología de izquierda o de derechas en su medida tradicional. Lo que puede haber son tendencias de gobiernos autoritarios de base democrática, o de gobiernos democráticos de comportamiento no democráticos.

Si la pandemia colocó más evidente las diferencias entre los grandes bloques económicos mundiales, ¿cómo queda América Latina?

Hay dos tiempos que se deben distinguir. Uno es el tiempo de la crisis y el otro es la transformación estructural. Por ejemplo, tengo un vehículo detenido durante un mes y si no lo enciendo, la batería se ahogará. Entonces, lo primero que tengo que hacer es poner a funcionar la batería y después salir a recorrer las calles. Probablemente en ese trayecto descubra que también me falta la gasolina para llegar a mi destino, después entiendo que es necesario cambiar el modelo del auto porque no me servirá para ese nuevo momento.

¿Qué quiero decir con esto? Primero se tiene que medir el efecto de la crisis, que será inmediata, y el momento de la transformación estructural, el paradigma del desarrollo que es otra cosa. Esos son los dos grandes temas del mundo, no de Bolivia ni de América Latina.

¿Cómo se puede vivir en este mundo tecnológico? ¿Cómo podremos movernos si no tenemos conectividad digital? Esos son los nuevos paradigmas del nuevo mundo y tenemos que estar preparados para enfrentar los cambios profundos en estos nuevos tiempos.

¿La cuarta revolución industrial, la tecnológica, nos encontró sin preparación?

No, estábamos mejor. Para que tengamos una idea de lo que estamos hablando, recientemente venía en bus desde Arica y entrando a Tambo Quemado una señora mayor, de unos 70 años, conversaba por su celular y reclamaba que horas antes no podía comunicarse porque no había señal. Qué significa esto, que esa señora estaba conectada por el WhatsApp. Eso parece algo insignificante, pero es una muestra del uso de la tecnología en todos los estratos y niveles. Sin embargo, debemos entender que la tecnología tiene un potencial mucho más grande que ese, pero así está el mundo. Todos hemos aprendido a que el celular ha sido más útil en estos días de lo que pensábamos.

Recientemente, con esta crisis del coronavirus, estamos viendo que la internet era mucho más importante de lo que pensábamos. Ese es el mundo que vendrá, pero ya lo conocimos y sabemos que la conectividad digital es necesaria. Desde luego, esto servirá para cambiar el sistema educativo, del paradigma del desarrollo, hay que pensar en eso.

¿Qué enseñanzas nos deja esta crisis y hacia dónde se debe apuntar?

Hacia el cambio de paradigmas. La defensa del medio ambiente, la calificación tecnológica. Todos estos elementos nuevos debemos colocarlos en nuestros pensamientos. No obstante, también muchas cosas dependen de cuando se fabrique la vacuna en contra del Covid-19, probablemente para septiembre u octubre. De cualquier forma, las personas no volverán a ser las mismas porque hubo un susto colectivo de verdad porque su vida estuvo en riesgo.

En el sistema político, ¿qué pasará cuando los ciudadanos comiencen a reclamar a sus gobernantes por mejores condiciones de salud?

Los datos suministrados por las autoridades sanitarias indican que la mayor parte de los muertos están en los países de Europa y de Estados Unidos, los que en teoría estaban más preparados para enfrentar la pandemia porque contaban con los mejores sistemas de salud, de educación, los mayores ingresos económicos y un alto desarrollo tecnológico. Sin embargo, el índice de letalidad en España es de 50 personas muertas por cada 100.000 habitantes, mientras que en Bolivia es de 0,5. Entonces, ¿de qué estamos hablando?

Alemania, que está con la menor tasa de letalidad en Europa no se compara con Ecuador, que tiene la tasa más alta en América Latina, pero es menor que la alemana por cada 100.000 habitantes. Si revisamos en Paraguay, por ejemplo, cuenta con un índice de letalidad inferior a la de Corea del Sur, uno de los países mencionados como ejemplo en el control de la pandemia.

Estos elementos nos colocan en una situación interesante de buscar respuestas a lo sucedido con esta pandemia. En Bolivia no nos ha ido mal en el control del coronavirus. En Sudamérica contamos con índices de letalidad y de contagio mucho menor que Estados Unidos y Europa, comparable con los de Asia. Son preguntas por responder porque hay muchas preguntas.