Muchas de las víctimas llevan casi 30 años buscando a sus hijas, otras diez y otras menos. Pero a todas les une la esperanza para poder abrazar a sus seres queridos. Estas personas piden a las autoridades del Estado más colaboración

31 de julio de 2022, 4:00 AM
31 de julio de 2022, 4:00 AM

Era el 20 de junio de 2015. Dayana salió de su casa en Santa Cruz de la Sierra rumbo a la universidad y nunca más se supo de ella. Su familia no pierde la esperanza de hallarla con vida y denuncia la desatención estatal para dar con su paradero de la joven. Su madre, María Rita Hurtado, está segura que su hija está en manos de las redes de trata y tráfico de personas y que todavía está con vida. Lo mismo sucede con otras madres y padres que todavía no pierden la fe para hallar con vida a sus hijos e hijas luego de años de búsqueda. 

“Sé que Dayana está viva, sé que está sufriendo, sé que está en manos de las redes de trata y tráfico de personas y no pierdo la fe en encontrarla. Solo pido voluntad de las autoridades y que me ayuden a dar con ella”, reclama María Rita, la mamá de Dayana, quien desde 2015 no cansó un solo día para volver a abrazar a su hija. Ella no tiene pruebas de que está viva, pero está segura que sufre al estar en manos de las redes de trata y tráfico de personas. 

Esa mañana lluviosa del 20 de junio se despertó Dayana como todos los días y se alistó apresurada para ir a estudiar. Ella estaba en el segundo año de la carrera de Ingeniería Ambiental y miraba un futuro esperanzador. Quería acabar sus estudios universitarios y para eso ponía todo el esfuerzo. 

Ese 20 de junio Dayana no contestaba su teléfono celular. Sus padres insistían para poder conectarse y en una de esas llamadas ella respondió. Su papá le hablaba, pero ella estaba muy rara y tenía una voz asustada. Estaba callada por ratos, pero también acelerada. Poco después se cortó la llamada. Nunca más se supo de ella. 

“El 20 de junio de 2015 Dayana salió a la universidad a las siete de la mañana. Lo hacía todos los días porque era una joven dedicada a sus estudios. Ella quería acabar la universidad y le puso todas las ganas. Desde ese día no supimos más de mi hija. Mi casa era un caos y empezamos la búsqueda, pero no encontramos el apoyo de las autoridades, a pesar de que vino (a Santa Cruz de la Sierra) un equipo de élite desde La Paz. Estuvieron una semana y luego se fueron. De ahí nunca más se hizo la búsqueda de mi hija”, relata María Rita. 

Ella fundó la Asociación de Apoyo a Familiares Victimas de Trata y Tráfico de Personas y Delitos Conexos (Asafavittp) y a la fecha son muchas las personas a nivel nacional que buscan apoyo para encontrar a sus hijos. 

“La Asociación está conformada por personas que tienen algún familiar desaparecido, desde 2015 hasta la fecha somos 36 familias que iniciamos la búsqueda de las víctimas, solo dos de las desaparecidas volvieron a aparecer”, remarcó Hurtado. 

El afiche del dolor

En la asociación se exhibe un afiche con 29 fotografías de víctimas desaparecidas. Ese afiche crece cada vez más con la preocupación de padres de familia y tutores que llevan las imágenes de sus seres queridos desaparecidos. Los mismos padres de las personas extraviadas dejan pegado en los muros de diferentes calles de las ciudades con el objetivo de que alguien los reconozca y de tener noticias de aliento para volver a encaminar una investigación. 

En el afiche se exhiben la imagen de 21 mujeres y ocho varones de varias edades. Las mujeres son las más vulnerables y según las investigaciones son ellas las que son víctimas de trata y tráfico con fines de explotación sexual en otros países. Las rutas son diferentes, pero la mayoría de las mujeres son llevadas a Perú y Chile. 

En este afiche está el rostro de Leidy Yenny Justiniano, quien está desaparecida desde que tenía cuatro años, pero hasta la fecha ya pasaron 31 años del hecho y su familia junto a los investigadores realizaron un retrato hablado de cómo se vería en la actualidad. 

Pilar Roca Morón es la tía de Leidy. Ella pidió ayuda a través de las redes sociales, difundiendo las fotografías de cuando su sobrina era pequeña y de cómo se vería luego de 31 años. También difundió unos videos para que la población escuche su clamor y no deje de ayudarla en la búsqueda.

“Mi sobrina fue secuestrada a los cuatro años del club de Leones en la calle La Paz y esquina Saavedra, se perdió en marzo y en junio cumplía cinco años”, dijo.

La familiar asegura que la mamá de Leidy nunca dejó de buscarla. “Toda la familia tenemos la esperanza que ella aparecerá, queremos que ella se reconozca en la foto y que sepa que su mamá nunca dejó de buscarla y no va descansar hasta que la encuentre”, dijo Roca. 

Otro caso es el del hijo de Ricardo Pérez Dávalos. El menor de edad desapareció en la ciudad de Cobija hace cuatro años y se desconoce su paradero. Poco o casi nada se avanzó en la investigación y el padre de familia denuncia que las autoridades lo dejaron solo. 

“Es una terrible pesadilla que no sabemos cuándo acabará. Tenemos la esperanza de poder encontrar a mi hijo y, como le digo, no perdemos la fe de hallarlo. Lo que pude investigar con la poca ayuda de las autoridades es que mi hijo fue raptado por las redes de trata y tráfico”, relató Pérez. 

En el mural también está la historia de Juliva. Han pasado nueve años desde la desaparición de Juliva y su madre está dispuesta a escudriñar en la historia una y otra vez para encontrarla, pese a que ya recibió amenazas. 

“Cuando estoy sola me arrodillo y tengo que clamar a Dios para que mi hija vuelva. La quiero tener otra vez conmigo. No pierdo la fe”, comentó la madre de Juliva.

Juliva tenía 21 años cuando salió a pasar clases en la Universidad Pública de El Alto (UPEA) y no volvió más. Esta es solo una de las miles de historias de mujeres que desaparecen en Bolivia y cuyo destino se desconoce.

Un informe de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen revela que en 2021 el 28% de las denuncias de personas desaparecidas no fue resuelto. Mientras que en el primer trimestre del 2022 se continúa con la investigación del 35% de los casos. 

Historias en El Alto

Una adolescente de 17 años denunció que a principios de esta gestión fue captada a través de redes sociales y luego la abandonaron en un alojamiento de la ciudad de El Alto. La familia la buscó por 48 horas. Según su testimonio, ella buscaba trabajo y unas personas la contactaron por Facebook. Ella sufrió violaciones y también explotación sexual en El Alto. 

“Me han violado siete veces o más todavía y no me han creído. (Dicen) que yo me he autosecuestrado. Apenas me estoy recuperando, no puedo dormir”, relató quebrada en llanto la adolescente.

En la fuerza anticrimen señalan que gran parte de los casos de desaparición de mujeres ocurren por problemas de conducta o problemas familiares. Esa es la explicación oficial.

“El rango de edad es de 13 a 17 años. Es decir, son menores de edad la mayor cantidad de casos. Y los casos que se encuentran registrados son principalmente por problemas de conducta, inmadurez, rebeldía, consumo de bebidas alcohólicas”, dijo Jhonny Chávez, quien fue director nacional de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (Felcc) y ahora es comandante en Santa Cruz. 

El caso de Zarlet

Marcela Martínez Sempértegui tiene el corazón partido desde 2012. Ese año su hija Zarlet Clavijo Martínez desapareció en la ciudad de La Paz y ahora su mamá está segura que su hija está con vida. Ella afirmó que Zarlet fue secuestrada por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia y que está en manos de ese grupo irregular armado colombiano. 

Martínez aseguró que tiene la prueba de vida y que hace un par de años la vio en Colombia unos cuantos segundos. Zarlet no logró verla, porque ese fue el trato al que llegó. Su hija estaría ahora en la ciudad colombiana de Barrancabermeja, un poblado entre Medellín y Bogotá con potencial petrolero y donde funcionaría un campo del ELN para personas que saldrán en libertad. 

“La última prueba de vida que recibí, estuve a metros de distancia de ella, simplemente para verificar que estaba viva y que además era ella (…) han debido ser 2 o 3 segundos porque al verificar, inmediatamente debía darme la vuelta porque no podía generar que ella me vea a mí”, relató Marcela Martínez Sempértegui. 

La madre mencionó que la instrucción precisa solamente era verificar que se trataba de Zarlet. Martínez contó que, tras retornar a Bolivia, en abril del 2020, no recibió ayuda de parte del Gobierno boliviano para que se realicen negociaciones. Además, dijo que el caso fue nuevamente abierto en noviembre del 2021, pero se volvió a cerrar. Ahora, tiene el compromiso de la Fiscalía para volver a abrir el proceso de investigación. 

Estas voces siguen gritando a los cuatro vientos ayuda para poder encontrar a sus seres queridos. Son algunas, de las muchas que existen y que no encuentran una mano en su viacrucis.