Fueron llevados al cementerio Covid, lo que es calificado como discriminatorio. La Defensoría del Pueblo hizo las gestiones para que se los pueda sepultar de acuerdo con sus costumbres y tradiciones

10 de junio de 2024, 17:00 PM
10 de junio de 2024, 17:00 PM

En fosas comunes, envueltos en hule, sin ataúdes y en el cementerio Covid-19, así fueron sepultados los cuerpos de los indígenas chimanes que murieron aplastados por el puente Rapulo, lo que ha desatado la indignación de los pobladores de Santa Ana de Yacuma y representantes indígenas. El hecho es calificado como inhumano, indigno y discriminatorio.

La semana pasada ocho personas de una misma familia, de la comunidad de Turindi, perecieron por el colapso del puente cuando se trasladaban hacia Santa Ana para comercializar sus productos. Las tareas de rescate se prolongaron hasta el viernes, y este fin de semana transcendió que los cuerpos fueron enterrados en tres fosas comunes, envueltos solo en hule y sin ataúd.

Germán Sosa, párroco de Santa Ana de Yacuma, calicó este hecho como doloroso y discriminatorio. “Fue muy doloroso. Cuando llegué, el sábado hice la misa en el cementerio Covid. Los enterraron sin cajón, tal como los sacaron y los pusieron en bolsas, así los metieron en las fosas comunes. Además, nadie ni en el tiempo del Covid quería ser enterrado en un cementerio diferente. Eso es discriminatorio, no se les dio una sepultura digna. Se debió comprar los ocho cajones”, manifestó el párroco al señalar que él se encontraba en Trinidad cuando ocurrió la desgracia y que, a su retorno, nadie sabía qué había pasado con los cuerpos.​

Entonces pidió a su equipo de prensa que hiciera las averiguaciones y, cuando se entrevistaron con el responsable de cementerio, este les confirmó que los fallecidos fueron sepultados en el cementerio Covid. Al acudir al lugar, constataron que los primeros tres cuerpos fueron enterrados en una fosa; los otros tres, en otra; y dos últimos, en otra fosa.

Al hacer las consultas al respecto, desde la Dirección de Cementerios justificaron que no había espacio en el camposanto municipal, que los cuerpos ya estaban en descomposición y que los familiares sobrevivientes, dos jovencitos, estuvieron de acuerdo con la sepultura en ese cementerio.

 “Pero, hay que considerar que estos hermanos no hablan bien el español y lo entienden poco, porque ellos hablan su idioma”, indicó el sacerdote al insistir que nadie merece ser sepultado de esta manera.

También la senadora Cecilia Requena -a través de sus redes sociales- se manifestó en contra de cómo se procedió con las víctimas del desplome del puente Rapulo. Calificó el hecho como indignante.

Indignante trato a las víctimas fatales de la #corrupción y la #incompetencia. Las autoridades nales y subnales a cargo, hoy y durante la construcción, deben responder, empezando por tratar con dignidad a las personas fallecidas y a los sobrevivientes, todos/as parte del pueblo… https://t.co/hWp7zAmO1C


Maguin Gutiérrez, del Gran Consejo Chimanes, manifestó que no es su costumbre sepultar en una fosa común. “Nosotros como seres humanos merecemos ese respeto que se nos pueda enterrar como debe ser, en cajones”, subrayó.

Aseguró que esperaban que las autoridades se hayan sensibilizado para darles una cristiana sepultura. “Debieron enterrarlos como debe ser, en cajón, pero solo han cavado pozos y han enterrado los ocho cuerpos; eso es malo. Nosotros, como pueblo indígena Chimanán, como indígenas, merecemos respeto y tenemos el mismo derecho de ser sepultado como debe ser”, expresó Gutiérrez.

El dirigente calificó de “indigno ese proceder”, por lo que esperan que se exhumen los cuerpos y se pueda dar una cristiana sepultura a cada uno. “Ya no de esa manera, embolsarlos y luego hacer un pozo y meterlos a toditos, eso es discriminar”.

Gestiones de la Defensoría del Pueblo
 Al respecto, la Defensoría del Pueblo mediante gestiones por la representación de Beni, logró el compromiso del Gobierno Autónomo Municipal de Santa Ana del Yacuma de rectificar y aplicar los protocolos para dar correcta sepultura a los fallecidos tras caída del puente Rapulo.

Informó que el delegado departamental, Alberto Condori, tomó contacto con la alcaldesa de Santa Ana de Yacuma, Rocío Roca, quien se comprometió a gestionar los ataúdes para los ocho indígenas fallecidos, e individualizarlos, y que sea la familia o un representante de los chimanes quienes decidan sobre la sepultura de los fallecidos en el lugar ofrecido, o en su propia comunidad, debiendo respetar la sepultura de acuerdo con sus decisiones y costumbres.

Gutiérrez indicó que los chimanes ahora acostumbran a realizar el velatorio y luego se los lleva al cementerio en ataúd, incluso en las comunidades los fabrican de palo. “No acostumbramos a enterrarlos en una bolsa y luego botarlos en un pozo como animalitos”, subrayó.

La comunidad Turindi, donde vivía la familia que perdió la vida, está a orillas del río Maniqui. “Por eso los hermanos se van a Santa Ana, por este año se han censado como movimas”, dijo.

Lamentó que ahora no se los haya atendido de forma adecuada, porque asegura que siempre les han dado el apoyo en diferentes situaciones.

EL DEBER intentó comunicarse con la alcaldesa de Santa Anta de Yacuma, marcando a su número de celular. Su asistente indicó que devolvería la llamada en cuanto le sea posible.


El trabajo de recuperación de los cuerpos
Wilson Ávila, del Centro de Operaciones de Emergencia Departamental (COED) de Beni, informó que ellos se encargaron de recuperar los cuerpos con ayuda del personal del municipio.

“Nuestro trabajo era rescatar los cadáveres y entregárselos a la Fiscalía para que ellos hagan lo que corresponde por ley haciendo la autopsia. Tras que recuperábamos los cadáveres o las partes, los llamábamos y les hacíamos la entrega a ellos, que los ponían en una bolsa, porque estaban ya en descomposición. Ese fue nuestro trabajo”, justificó.

También dijo que era muy difícil reconocer a las víctimas y, por el estado descomposición, era insoportable el olor que podía ser contraproducente para las personas.

 “Los cuerpos estaban irreconocibles y deshechos, solamente el de la niña estaba completo. La gente (que trabajó en el rescate) vomitaba por el mal olor, era muy difícil que se les pueda hacer un velorio. Nosotros teníamos que colocarnos hasta triple barbijo y rociar, a cada rato, ambientador para aguantar las ganas de vomitar. Hasta el jueves logramos sacar seis cuerpos y medio, el viernes sacamos lo que faltaba de uno y el otro hasta las 22:00”, manifestó Ávila.