Andrés Villa y su familia ya estaban superando el coronavirus, pero su pequeña de cuatro años apenas empezaba la pesadilla, que aún es poco conocida en el país

8 de febrero de 2021, 17:12 PM
8 de febrero de 2021, 17:12 PM

Hacía un mes que los cuatro estaban con Covid-19. Andrés Villa, su esposa, su hija de cuatro años, y el menor de dos. Cuando creyeron que salían victoriosos, la niña, que había sido casi asintomática, empezó a presentar una fiebre que ya iba por el quinto día, y después unas erupciones en la piel.

En ese momento, los médicos dijeron al papá que espere un poco para ver qué ocurría, pero él y su esposa sabían que era muy anormal la situación.

Movieron cielo y tierra hasta que dieron con dos pediatras bolivianos en Brasil que ya habían visto y estudiado varios casos que en Bolivia no eran tan comunes.

A través de una forma improvisada de telemedicina y tras rigurosos análisis, surgieron las conclusiones: Síndrome Multisistémico Inflamatorio Pediátrico (MIS-C).

La familia internó de inmediato a la pequeña, que empezó el tratamiento, al sexto día de fiebre, un viernes, y rodeada de un equipo multidisciplinario de Bolivia y Brasil, que incluía desde pediatra hasta neumólogo y cardiólogo.

“La enfermedad de Kawasaki es antigua, pero el MIS-C es algo muy nuevo por esto del coronavirus, se confunden, y no todos los pediatras están bien actualizados y es muy importante difundir esto. Consultamos con varios sobre el tema, decían que esperemos unos días más para ver qué pasaba, pero la prolongada fiebre no nos parecía normal, y en la espera estaba el peligro. No bajamos la guardia”, recuerda Andrés Villa.

El tratamiento recomendado fue inmunoglobulina, el mismo que se usa para el Síndrome de Guillain Barré, pero la primera batalla no dio frutos, la fiebre persistía, así que se procedió a un segundo embate.

“El tratamiento con inmunoglobulina es carísimo. Los pacientes pueden no reaccionar al primer tratamiento y ahí se aplica una segunda dosis, ayudada con corticoides. A la niña le hicimos dos veces, la segunda 36 horas tras haber pasado la inmunoglobulina por primera vez”, explicó Carlos Paz, infectólogo pediatra, uno de los dos que atendió a la menor.

Relacionado con Covid-19

De acuerdo a Paz, en el MIS-C, es el sistema inmunológico el que ataca al propio cuerpo, después de cuatro a seis semanas de haber tenido el contacto o de haber estado con la enfermedad Covid-19.

Dice que también pasa en adultos, pero que son casos raros, y que este síndrome no es secuela del coronavirus, sino una manifestación poscovid.

“No es secuela porque no es el virus el que ocasionó los daños, sino el síndrome, que ocasiona todos los daños si no se trata, principalmente en el corazón. El virus es el gatillo para que el sistema inmunológico se active y por alguna razón empiece a atacar los órganos. Es como el lupus, no se sabe por qué viene, pero el sistema inmunológico empieza a atacar el cuerpo, explica.

Paz reconoce que este síndrome inflamatorio puede tener un cuadro igual a la enfermedad de Kawasaki, y que por esa razón el diagnóstico puede confundirse.

Gravedad

El experto infectólogo informó que no todos los niños con síndrome hiperinflamatorio mueren, ya que todo depende del grado de lesión que tengan, pero confirmó que el riesgo de daño en el futuro es altísimo.

“Pueden tener aneurisma que afectará al corazón en su vida posterior, también pueden tener insuficiencia cardíaca, formar sacos en el corazón, que son los aneurismas en la arteria coronaria, muchas veces ahí puede quedarse estancada la sangre y generar trombos, es decir infartos en el futuro, etc.”, compartió.

Paz dijo que, además del corazón, que es el mayor afectado, pueden darse otras lesiones, como en los riñones, dependiendo de dónde ataque este síndrome.

Y la situación más grave es cuando el síndrome se presenta como shock, “es decir que los pacientes entran en shock, tienen falla múltiple de órganos y mueren rápido. No siempre colapsan los niños, pero es demasiado el riesgo de tener secuelas si no se hace el tratamiento”, insistió.

Villa se siente en la obligación de compartir una de las tantas enseñanzas que aprendió de este trance.

“Es necesario que los padres sepan. Los médicos me dijeron que este síndrome aparece en niños con mala flora intestinal y es debido al consumo excesivo de alimentos con conservantes, que impide que las bacterias buenas se desarrollen. Y en los primeros mil días de vida es cuando se desarrolla mejor y eso queda de por vida. Al comer tantas galletas y jugos con conservantes, tienen una mala flora”, aseveró.

Hace unos días, después de varios meses de superar el difícil momento, Villa y su esposa llevaron a su niña a una evaluación cardiológica, y todo salió bien. Solo por si acaso hubiera quedado algún daño en el corazón.

Hasta la fecha ya se han reportado en el país varios casos de decesos en menores de edad, en los que se subestiman los efectos del coronavirus. En por lo menos dos de ellos se diagnosticó falla multisistémica por el síndrome inflamatorio, pero de forma tardía.

“En el quinto o sexto día de fiebre, pueden entrar en un cuadro parecido al shock séptico”, dijo Paz. Mientras que Villa está agradecido. “Si no hubiera tenido este equipo, tal vez mi hijita no estaría aquí”, reflexionó.