La sede de Gobierno tiene temor y zozobra. Sus calles están vacías y no hay negocios abiertos.

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12 de noviembre de 2019, 3:00 AM
12 de noviembre de 2019, 3:00 AM

Mira a todo lado. No hay nadie a su alrededor. Pocos vehículos transitan. Jaime Zurita está en la avenida Ballivián, la vía principal de la zona de Calacoto, en la zona sur de la ciudad de La Paz. 

Esta calle en días normales tiene muchos ciudadanos. Los negocios generalmente funcionan casi todo el día. Ahora, esta zona es un área fantasma. Lo mismo pasó en el centro paceño. Las avenidas sin coches, sin gente y sin negocios a plena luz del día.

La Policía Boliviana instruyó que los efectivos salgan a las calles. Eran pocos quienes patrullaban algunas zonas. Más eran los vecinos que resguardaban sus propiedades. Bloqueaban las vías y esperaban que afines al Movimiento Al Socialismo (MAS) desciendan por sus zonas. Todos los barrios de La Paz estaban en silencio, con tensión y sin saber qué es lo que pasará en Bolivia.

El diputado opositor Wilson Santamaría lamentó que exista tensión a raíz de la renuncia de Evo Morales. 

Dijo que la Policía debe salir a las calles para normalizar la situación, pero sobre todo para pacificar el país. “Es una pena ver a La Paz tan asustada, tan tensa, con sus calles vacías y sin control. La gente está asustada y no sabe qué es lo que pasará de ahora en adelante”, afirmó.

Mientras, el abogado constitucionalista William Bascopé consideró que se debe realizar la sucesión constitucional para pacificar el país. Dijo que la senadora Jeanine Áñez debería asumir la presidencia del Estado y llamar al control ante las amenazas de inseguridad. “Es lo único que puede suceder para ver normalidad en todas las calles de La Paz. Tiene que haber un presidente o presidenta, en este caso sería Jeanine Áñez, para que haya instrucción y normalizar y pacificar el país”, dijo.

El silencio se apoderó en La Paz. Los vecinos salen a sus ventanas de rato en rato. Se escucha un petardo y la alarma se enciende. Existe temor y tensión, pero a la vez esperanza. 

Violeta Cusi vende caramelos y otros productos en El Prado paceño. Ayer no sabía si abrir su negocio. No lo hizo, dijo que por seguridad. Tiene pena, porque vive al día y este es su único trabajo. “No sabemos qué pasará. Esta no es La Paz, La Paz tiene movimiento y tiene vida”, relató.

La Paz parece una ciudad fantasma. Pocos se animan a salir por temor a que turbas salgan a las calles. En las vías la poca gente que camina mira a todos los lados. Está asustada. El transporte público no trabaja. Son escasos los vehículos que salieron a las avenidas paceñas. La Paz, por ahora, no tiene paz y los vecinos se dan modos para proteger su integridad física y también sus viviendas, antes la violencia que se registra.

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