Con su actitud, el presidente logró inspirar a la gente en las calles y les dio más motivos para continuar luchando

El Deber logo
26 de octubre de 2021, 4:00 AM
26 de octubre de 2021, 4:00 AM

“Dos o tres personas están bloqueando amarrando pititas ¿qué paro es ese?, soy capaz de dar talleres o un seminario de cómo se hacen las marchas, para que aprendan”, decía el entonces presidente Evo Morales Ayma.

Las pititas son las cuerdas que acompañan los cortes de ruta, junto a llantas, ramas y toda clase de objetos simbólicos del movimiento que nació en las calles y que ese día estaba siendo bautizado por el responsable de que la gente se levantara en su contra.

Sin darse cuenta, con ese tono de burla hacia los ciudadanos que llevaban varios días de paro, durante un encuentro de movimientos sociales en Cochabamba, Morales le ponía nombre a la protesta.

“Tenemos dignidad, tenemos responsabilidad para gobernar Bolivia”, agregaba y reiteraba que durante la campaña aguantó acusaciones, pero “se acabó la paciencia del pueblo boliviano”. “Hemos ganado, de los nueve, en seis departamentos. Más de dos tercios. Tenemos mayoría absoluta en el senado, y en los diputados”, vociferaba.

Esa mañana del 26 de octubre, en un pronunciamiento oficial, Estados Unidos, Brasil, Argentina y Colombia plantearon que, si la OEA no conseguía verificar los resultados de la elección del 20 de octubre, se debía realizar una segunda vuelta electoral entre Morales y Mesa.

Según el mandatario, en el país no había ocurrido ningún fraude. Acusaba a la oposición de haber inventado esa idea para desestabilizar su gobierno. No obstante, también afirmaba que, si se probaba que había fraude, iría a una segunda vuelta.

“Invito a los cancilleres a que vengan y hagamos auditoría voto por voto, mesa por mesa, departamento por departamento y los voy a acompañar. Y si se ha comprobado fraude, al día siguiente convocamos la segunda vuelta”, expresaba levantando el dedo índice.

Camacho denuncia

Luis Fernando Camacho, en la concentración en el Cristo Redentor, afirmaba que, en caso de comprobarse que hubo manipulación en los resultados del proceso electoral, correspondía anular las elecciones y establecer responsabilidades penales a los autores, empezando por los miembros del TSE y terminando por el presidente. Su respuesta era apoyada por los representantes de los comités cívicos del país.

Camacho denunciaba que había recibido tres llamadas a nombre del presidente para pedirle negociar un precio a cambio de frenar el paro.

“He recibido tres llamadas de personas enviadas por el presidente Evo Morales, poniendo precio a esta medida y poniendo precio a los intereses que yo, como empresario, tengo para poder callar las voces del pueblo”, contaba el cívico.

El ministro de Gobierno, Carlos Romero, negaba las afirmaciones del líder cívico y le pedía pruebas.

Las movilizaciones continuaban en varias ciudades. En otras se cumplía el paro con tranquilidad. En las carreteras principales, que conectaban capitales de departamento con ciudades intermedias, se intensificaban los bloqueos y vigilias.

Hechos

12:00
La Villa
Después de una masiva concentración en la plaza principal de la Villa 1 de Mayo, que dio inicio a una marcha, un grupo de vecinos decide crucificarse, exigiendo la segunda vuelta de las elecciones.

 18:00
Cabildo
En Sucre se lleva adelante un cabildo en la plaza Aniceto Arce. Entre las resoluciones, se determina cercar las instituciones representativas del Estado y realizar vigilias pacíficas en sus alrededores hasta lograr los objetivos de ir a una segunda vuelta. 

20:00
En su casa
“¡El Evo tiene miedo! ¡El Evo tiene miedo!”. Es el grito de más de un centenar de personas, en su mayoría jóvenes, que marchó con la tricolor boliviana hasta la residencia presidencial en la zona de San Jorge en La Paz, custodiada por más de 30 efectivos policiales y militares. Los manifestantes exigen a Morales que respete el voto.

Tags