Los traficantes son por lo general personas de escasos recursos. Parten del Vraem peruano y llegan a Puno. De ahí cambian a los mochileros y meten droga a Bolivia.

5 de julio de 2021, 4:00 AM
5 de julio de 2021, 4:00 AM

Tres kilos pesan en la espalda de Héctor. Son tres kilos de cocaína cargados en una mochila en la espalda. El “mochilero” sale de la selva peruana y tiene que caminar hasta seis días por diversas zonas para entregar la mercadería, que en unos días más ingresará a Bolivia por una ruta ilegal en la espalda de un sucesor. En el país se conecta a personas de escasos recursos para que lleven la droga a Chile. Muchos ingresan a pie por la frontera con la carga y otros tragan la sustancia en ovoides.

La Dirección Antidroga (Dirandro) del Perú estableció que debido a la pandemia no existe el tráfico aéreo de la droga a Bolivia. Por eso, las mafias consolidaron la entrega de cocaína a través de los llamados “mochileros” o “correos humanos”, quienes cargan la cocaína en mochilas hasta llegar a la frontera. Cada paso que dan los transportadores y la sustancia controlada aumenta su precio.

Un informe de la Dirandro del Perú establece que el empleo de “mochileros” con cocaína, en Perú, es una técnica de tráfico de baja tecnología que inició en el 2000 y ahora está otra vez en aumento debido a la pandemia. En la nación vecina tienen una fuerte estrategia de destrucción de pistas de aterrizaje clandestinas y las fuerzas de seguridad tratan de restringir el uso de vuelos con droga provenientes de las zonas productoras de coca.

El Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem), en la selva de Perú, es el escenario de inicio para el transporte de droga hacia otros países. Por lo general, la cocaína producida en esa zona ingresa a Bolivia por diversos métodos. El más común es introducir la sustancia controlada a través de mochileros, que son jóvenes -por lo general varones- que llevan a pie la droga en una mochila.

Dirandro de Perú identificó cinco rutas que utilizan los mochileros para ingresar la droga a Bolivia. Todos los caminos tienen su origen en la sierra peruana y llegan hasta Puno, en el sur peruano. De ahí se utilizan vehículos para meter la cocaína por vías paralelas al punto fronterizo de Desaguadero. Los contrabandistas llegan a la ciudad de El Alto y de ahí parten hacia Chile. Otros llevan la sustancia hasta Argentina, Paraguay o Brasil.

El comandante de la Policía Boliviana, Jhonny Aguilera, ratificó que el país recibe la droga producida en el Vraem peruano y calificó a Bolivia como un país de tránsito de la sustancia controlada. El jefe policial acotó que la cocaína pasa en su mayoría a Brasil y Chile. Para llegar al segundo país se utilizan personas de escasos recursos que son convencidas para transportar la droga en mochilas o en ovoides al interior de su organismo.

“Lo que sucede es que se ha logrado establecer, por lo menos en los últimos tiempos, que Bolivia se ha constituido en un país de tránsito y, evidentemente, lo que ha ocurrido este año es que existe un rebalse de drogas comercializadas y producidas fuera de nuestras fronteras, que utilizan a nuestro país como un puente”, remarcó el coronel Aguilera.

Cantidad de droga

Un grupo de mochileros puede transportar entre seis y 12 kilogramos de cocaína. A cada persona se le puede pagar hasta 150 dólares por cada kilogramo que lleva a la frontera con Bolivia. Si se compara con el sueldo medio en Perú, de 750 soles, equivalente a unos 268 dólares, es un trabajo tentador. En los vuelos clandestinos llevan más de 300 kilogramos por recorrido y son estos los que más beneficios dejan a las arcas del narcotráfico.

Daniel es un mochilero que realizó varias rutas, según informes de la Dirandro. Los viajes que realizaba eran largos: dos semanas para llegar a su destino y diez días para volver a su casa. Llevaba hasta 15 kilogramos de cocaína. Es una carga valiosa y su trabajo es peligroso, ya que en varias ocasiones los caminantes fueron asesinados en pleno periplo y les robaron la droga.

En Perú, un kilogramo de cocaína se vende en alrededor de 1.200 dólares. Su valor es 20 veces superior en el comercio al por mayor en Miami, por ejemplo. Vendida a los consumidores de drogas en Londres o París, la sustancia tiene un valor de más de 75.000 dólares por kilogramo.

Un informe de 2014 realizado por el Centro de Información y Educación para la Prevención del Abuso de Drogas (Cedro) de Perú observó que los narcotraficantes peruanos o “mochileros” se ven a menudo obligados a recurrir al tráfico por “graves problemas económicos”. Ellos se ganan la vida transportando cocaína a través del sistema “hormiga”, donde varias mulas mueven pequeñas cantidades en mochilas, desde el Vraem peruano.

Los mochileros

Cedro entrevistó a 33 mochileros, todos varones, con una edad promedio de 32 años. Casi todos están en la cárcel por cargos relacionados con tráfico de drogas. La mayoría declaró que no había podido completar su educación debido a la pobreza.

Aunque algunos de los recorridos pueden hacerse a pie, los mochileros también se mueven en autobús o usando otros vehículos. Los grupos varían generalmente de una a 15 personas que llevan entre siete y 15 kilos de droga cada uno. Uno de los entrevistados por Cedro reportó ingresos de 35 dólares por kilo en un solo viaje. A menudo dependen de la protección de la guerrilla de Sendero Luminoso, a quien los traficantes pagan cinco dólares por kilo, así como del soborno de la policía.

Los viajes los llevan hacia el norte del valle. O viajan en una dirección sudeste, pasando cerca de la capital del turismo peruano, Machu Picchu, hacia la ciudad de Cuzco. De ahí parten a Puno y luego a Desaguadero.

Ya en Bolivia, las mafias contactan a personas de escasos recursos para meter la droga a Chile. Lo hacen mochilas o tragan la cocaína en ovoides. Cruzan la fría frontera a pie y luego contratan vehículos para llegar a ciudades del norte chileno como Iquique o Arica.

El director de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Narcotráfico (Felcn), Luis Montoya, explicó que se realizan operativos en la frontera e identificó a personas que cruzan a pie la frontera con bolsas llenas de droga. En esta época el frío en la zona es extremo y las temperaturas llegan a bajo cero. Muchos de los mochileros no soportan el intenso frío y fallecen en el intento de introducir la cocaína al norte chileno.

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