El presidente Luis Arce habló de biotecnología para cortar la dependencia por importación de insumos agrícolas, como semillas; sin embargo, hay una iniciativa que ahorraría millones de dólares por compras de esos agroquímicos

23 de enero de 2024, 4:00 AM
23 de enero de 2024, 4:00 AM

Gracias a una relación de más de dos décadas entre Probioma y la Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura Familiar de Brasil (Contraf), el proyecto de ley de bioinsumos, inicialmente fue ideado para Bolivia, fue compartido con ese país y aprobado en el Senado Federal, en primera instancia. Eso sí, con las modificaciones adecuadas para el contexto de cada país.

Según Miguel Crespo, de Probioma, ni bien se enteraron las organizaciones en Brasil, donde existe una fuerte institucionalidad en torno a la agroecología, se movilizaron para coronar esta estructura con una normativa.

Lamentó que en Bolivia, a pesar de que han pasado como tres o cuatro meses de haberse introducido el proyecto de ley en la Asamblea Legislativa Plurinacional, la iniciativa no hubiese tenido mayores avances.

Los co-proyectistas son las senadoras Cecilia Requena, de Comunidad Ciudadana (CC), y Simona Quispe y Lucy Escóbar del MAS-ISP. “Ya se han hecho presentaciones en La Paz, ante el Gobierno, organismos oficiales competentes, para recoger opiniones, y hubo algunas sugerencias. Luego se dio a conocer en Santa Cruz, asistió gente ligada a la gran producción, como Anapo, la Federación de Empresarios Privados, etc.”, explicó Crespo.

Precisó que se ha logrado romper el mito de que los biológicos o bioinsumos —en reemplazo de los agroquímicos— solo se usan en pequeñas áreas.

“Desde Probiotec, hemos demostrado que se puede aplicar en áreas grandes, 2.000 y 5.000 hectáreas, a través de una innovación tecnológica que hicimos en laboratorio. Y los costos son iguales o menores a los agroquímicos porque uno de los desafíos que nos planteamos era que sea un producto económico, eficiente y fácil de manejar”, aclaró.

 En desventaja

Independientemente del abaratamiento en los costos, Miguel Crespo admitió que los bioinsumos están en una total debilidad frente a las grandes corporaciones de agrotóxicos, no solamente porque tienen muchos recursos económicos para otorgar créditos a los productores, por campaña, sino porque además están liberados de aranceles.

“En esto se ve la incongruencia, ya que por un lado el Gobierno, el vicepresidente de Bolivia habla de respeto a la Madre Tierra, etc., pero en los hechos se hace otra cosa. Esto muestra que existe subordinación a un modelo agroextractivista muy duro, basado en el uso de agroquímicos”, cuestionó.

Encuentro binacional

Con el objetivo de empujar el tratamiento y aprobación del proyecto de ley de bioinsumos se llevó a cabo un encuentro binacional de legisladores de Bolivia y Brasil para intercambiar experiencias, pero también estuvieron presentes representantes del Gobierno de ese país, y de organizaciones de agricultura familiar.

De parte de Bolivia estuvo la senadora Cecilia Requena, una de las proyectistas de la norma; el equipo de Probioma; personal técnico de la Gobernación; y académicos, como las carreras universitarias del área. No hubo representación del nivel central de Gobierno.

Cleonice Back, del Senado federal de Brasil, explicó que en su país el proyecto de ley prevé, además de la reglamentación, la comercialización y producción de bioinsumos, así como también estimula que el Ejecutivo cree políticas públicas para intensificar la producción y utilización de bioinsumos, de tal modo que la agricultura no sea tan dependiente -como hoy- de la importación de otros países.

Back cree que este proyecto de ley es muy conveniente para Bolivia, ya que disminuiría los costos de producción y aumentaría la productividad, incidiendo también en la seguridad y soberanía alimentaria, pero principalmente en la producción de alimentos más saludables.

“Es fundamental pensar en una salud con cada vez menos agrotóxicos. Necesitamos divulgar cada vez más esto entre los agricultores y la sociedad”, recalcó.

Sobre las dificultades para aprobar normativas de este tipo, Back dijo que a través de la presión de la sociedad muchas veces se consigue sensibilizar al Parlamento para aprobar proyectos tan importantes.

“En estos casos no debería pensarse en partidos políticos, sino en el bien social. Creo que la sociedad no ha logrado entender la importancia de este proyecto de ley para la agricultura en Bolivia, y principalmente para alimentos más saludables”, dijo.

Vivian Liborio de Almeida, del Ministerio de Desarrollo Agrario y Agricultura Familiar, de Brasil, enfatizó que la utilización de bioinsumos es una estrategia fundamental, y recomendó a Bolivia convocar a las organizaciones sociales y con estas fortalecer el camino de la producción agroecológica.

Cree que la liberación de impuestos de los agroquímicos va en contrarruta con lo que se está buscando y construyendo.

Coincidió con Probioma en que los bioinsumos son competitivos y accesibles, pero admitió que a veces existe toda una estructura en torno a otro tipo de productos menos saludables y recomendables ambientalmente hablando.

María Josana Lima Oliveira, coordinadora general de la Confederación Nacional de Trabajadores de la Agricultura Familiar en Brasil (CONTRAF), dijo que hoy el gran desafío es producir alimentos saludables. “Pensar es bioinsumos es pensar en producir sin veneno, usando insumos naturales”, resaltó.

Lima Oliveira cuestionó que se siga hablando de pequeños productores cada vez que se menciona la agricultura familiar, olvidando que esta forma de producción “hoy alimenta al 30% de la población mundial, y en Brasil al 70%. Cuando la gente habla de pequeños está pensando en pequeñas áreas y que es una disputa muy fuerte con el agronegocio, y que no produce alimento para exportación”, insistió.

Aplaudió que en Brasil existían varias experiencias de uso de bioinsumos, pero sin una ley que asegurara recursos del Gobierno federal. “Y la gente quería una norma que garantizara a los trabajadores acceso a créditos, financiamiento, etc.”, indicó.

¿Veneno?

Según Back, la industria química no tiene mucho interés para que proyectos como el de bioinsumos sean aprobados ni en Brasil ni en Bolivia.

“Nosotros tenemos un índice muy elevado de cáncer, y principalmente entre agricultores, esto muestra que están sufriendo principalmente quienes están ligados de forma directa a los agrotóxicos. En algunas pesquisas también se encontraron otras dolencias, incluso niños que nacen con problemas vinculados a los agrotóxicos, autistas”, dijo.

Según Liborio, en Brasil hay estudios sobre la relación entre los agroquímicos y la salud, pero también tienen organizaciones que trabajan más de 40 años en temas de impacto de los agroquímicos en la salud de la población.

“Entre otras cosas, se habla de la intoxicación de la leche materna y cómo interfieren los agrotóxicos en la mujer y el niño desde la gestación”, aportó.

En lo ambiental, Lima Oliveira opina que los daños que dejan los agroquímicos son enormes y que hoy el mundo vive hoy un dilema muy grande en cuestiones climáticas y ambientales.

“Los bioinsumos ayudarán a mejorar, a reconstruir el suelo porque se hacen de forma natural, respetando la diversidad, el suelo. Mientras que el agroquímico son litros y litros de veneno que la población consume en forma de refrescos, etc.”, dijo.

Anuncio presidencial

Hace unos días, el presidente Luis Arce nuevamente abrió debate sobre el uso de la biotecnología (transgénicos) en Bolivia. Por norma, el uso de estas herramientas está vetado en el marco de ley de la Madre Tierra que está vigente desde 2010.

Con esto, según el mandatario, se cortará la dependencia de las importaciones de insumos agrícolas, en una época de escasez de dólares.

Crespo le recordó que los bioinsumos también son biotecnología, “soberanía científica nacional”, y que el uso de agroquímicos le significa al país entre 300 y 400 millones de dólares anuales por la importación de agroquímicos.