Este domingo es el aniversario de la recuperación de la democracia, que ocurrió el 10 de octubre de 1982, cuando Hernán Siles Zuazo asumió el poder. En 2016 se pasó por encima del voto popular para habilitar a Evo Morales para una cuarta reelección

10 de octubre de 2021, 4:00 AM
10 de octubre de 2021, 4:00 AM

Pasaron 39 años, casi cuatro décadas desde que Bolivia recuperó la democracia el 10 de octubre de 1982. Para analistas y un expresidente esta atraviesa uno de sus peores momentos. Para el Gobierno, el año pasado se la volvió a recuperar tras el supuesto golpe de Estado y el período de Jeanine Áñez, que, según el MAS, “interrumpió la democracia”.

Tras la caída del régimen dictatorial de Luis García Meza, el Congreso se reunió y determinó convocar al ganador de las elecciones de 1980, Hernán Siles Zuazo, para que asuma la presidencia. Un día como hoy juró al cargo.

Para el expresidente e historiador Carlos Mesa, “Bolivia está en uno de los peores momentos de la democracia desde entonces, equivalente al gobierno de Evo Morales. Muy lejos de la democracia plural que se vivió en varios gobiernos del periodo anterior a 2006, que buscaron -aunque con imperfecciones- la institucionalidad del respeto a la CPE”.

Cuando se le preguntó cuál es la situación de la democracia, el ministro de Justicia, Iván Lima, afirmó: “Yo creo que desde el 12 de noviembre de 2019, cuando asumió de facto Jeanine Áñez y hasta el 19 de octubre de 2020, se interrumpió la racha que teníamos de gobiernos democráticos. Hoy es por lo tanto un buen momento, hemos mejorado mucho, porque hemos recuperado la democracia boliviana”.





La analista y comunicadora Lupe Cajías, manifestó que la democracia pasa por uno de sus peores momentos, “similares a cuando arrancó, cuando era muy difícil unir las instituciones para salir adelante”. No se habla de democracia solamente a partir de poder ir a las urnas a votar y elegir, “es una forma de vida, una forma de encarar el día a día”, considera.

Pone el dedo en la llaga y señala que el mayor riesgo que enfrenta ahora la democracia es que no hay una real división de poderes, y que cada uno de ellos no ejerce su labor de forma independiente, dice que no se respetan las reglas del juego preestablecidas”.

Sin embargo, advirtió que fue aún peor para la democracia, lo que se vivió entre el 2014 y 2019, “un momento en el que el Gobierno de Evo Morales decidió no respetar las reglas del juego, el 2016 desconoció una consulta popular (el 21-F). Esto fue extremadamente grave, nunca había ocurrrido en la historia de Bolivia, hubo un intento de destruir a las instituciones” y además, se generó un proceso de acumulación del poder que rompió la democracia.

Para Juan del Granado, abogado clave en la acusación y condena al ex presidente golpista, Luis García Meza, en el juicio de responsabilidades en su contra y exalcalde de La Paz, “la democracia tuvo momentos muy críticos que arriesgaron su continuidad”. Primero ante el agotamiento “tardío” del Estado de 1952, que terminó con el gobierno de la UDP, de Siles Zuazo. Vino después el modelo estatal neoliberal con Victor Paz Estenssoro, que tampoco resolvió los problemas esenciales y explotó el 2003 con la crisis del gas. “También pudimos salir de eso”.

Luego irrumpió la propuesta social-comunitaria del MAS, que derivó en un populismo autoritario, “que ha devenido en los últimos 14 años y se incapacitó a sí mismo con esa visión totalitaria, creo que también se agotó. Estamos en medio de esa crisis y no estamos pudiendo salir de ella, pese a la transición democrática que ocurrió en 2020”.

Para Mesa, estamos ante la repetición de la lógica del gobierno de Morales. “Legitimidad de origen (el voto) e ilegitimidad de ejercicio (el manejo del gobierno). El actual régimen ha decidido continuar como una autocracia con el control férreo de los órganos del Estado, particularmente el judicial y el Ministerio Público. Judicializa la política, amedrenta, persigue y apresa a sus adversarios. No cree en el diálogo. Busca la hegemonía de partido único, pensamiento único y discurso único. Eso no es democracia”.

El ministro Lima considera que la interrupción de la democracia fue generada por el gobierno de Áñez, que trajo el principal cáncer, que es la corrupción. “Las elecciones las ganó el MAS por la corrupción de Arturo Murillo, del sector salud, del mal manejo de la crisis de la pandemia. El mayor riesgo que tiene la democracia es la intolerancia que tienen algunos sectores de no admitir que vulneraron la CPE. Cuando un país no tiene la capacidad de escucharse arriesga su democracia”.

Hizo referencia a CC y lamentó que en la Asamblea Legislativa se ha llegado a un punto en el que no existe posibilidad de diálogo con la agrupación de Mesa ni con Creemos. “Hay excepciones, pero toda la política de la oposición boliviana se puede definir con la palabra fraude. Cerraron toda posibilidad de hablar y se limitan a un slogan: no hubo golpe, fue fraude. Eso no es democracia y eso es un riesgo”, sustenta.

Para Lupe Cajías, el riesgo más fuerte que tiene ahora la democracia es la falta de credibilidad en las instituciones del Estado.


Juan del Granado considera que los problemas más profundos de la democracia están centrados en el racismo y la exclusión, en el centralismo y el manejo burocrtático de las regiones; y en el extractivismo improductivo. “Ninguno de estos tres grandes temas fueron removidos y generan insatisfacciones recurrentes”.

En un segundo nivel ubica la agenda democrática pendiente. El autoritarismo que se repite en los gobiernos constitucionales, machismo, la violencia desde las estructuras del Estado, de la corrupción, y de la falta de independencia de poderes.

Y tercero, la coyuntura. “Se mantienen los niveles de polarización y falta de solución del la crisis de 2019”, aseguró

Lima señala que no existe tal polarización, y que son solamente grupos los que manejan la agenda política opositora. Mesa apuesta a que se debe recuperar la democracia “que ha sido secuestrada por el MAS. y cuando haya independencia de poderes y respeto al pluralismo político, económico y social, podremos comenzar a hablar de los cambios que esa democracia recuperada necesitará”. Cajías va por el diálogo y del Granado dice que los que fallan son los partidos no el pueblo, y que es necesario el seguimiento de nuevos líderes.