Es la segunda promoción de la carrera de Derecho de la NUR, formada al interior del penal. El apoyo de sus familias y de sus docentes han sido clave para ellos

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16 de diciembre de 2019, 3:00 AM
16 de diciembre de 2019, 3:00 AM

Arrepentirse, perdonarse y darse una segunda oportunidad en la vida. Esas fueron las decisiones que tomaron ocho personas que, reconocen que se equivocaron, fueron a parar a Palmasola, pero tuvieron el apoyo de familiares, de profesionales y de la Universidad NUR, que los impulsaron a estudiar. Además, tuvieron la fortaleza mental para levantarse luego de sentir que tocaron fondo al caer presos y tuvieron que trabajar dentro del reclusorio para pagar sus estudios.

El 18 de diciembre ellos se convertirán en la segunda promoción de Derecho de internos de Palmasola, formados por la Universidad NUR. La primera fue en 2016, explica la jefa de la carrera de Derecho, Verónica Sandi Durán, una de las personas más nombradas en los agradecimientos por los egresados.

La crudeza de su realidad ha hecho también que estos futuros profesionales tengan, más allá de las justas aspiraciones personales, objetivos nobles como ayudar a aquellos que son víctimas de una ‘justicia injusta’ como la denominan, lo cual, pese a la paradoja, en la práctica es la sensación que les queda en la piel.

Esa fortaleza mental y nobleza es destacada por Ariel Rocha, uno de los docentes de la carrera, quien además destaca que dos de los egresados han obtenido el bachillerato en la cárcel.

Humillaciones y ‘tocar fondo’

Así como algunos destacan el apoyo de sus familias, a otros les tocó el revés de sufrir el abandono de sus parejas, darse cuenta de que muchos, casi todos los que consideraban sus amigos, solamente lo eran “para ir a beber”.

Además, entre rejas sufrieron vulneraciones de sus derechos y humillaciones. Uno de los egresados recordando la jornada del 14 de marzo de 2018, cuando la cárcel fue intervenida por la Policía con el saldo de siete reos muertos, recuerda los abusos a los que fueron sometidos, al estar más de 12 horas tirados ‘pecho a tierra’ sobre la cancha del penal. “Al que pedía ir al baño lo hacían orinar en un balde, y cuando se llenaba, vaciaban los orines sobre nuestras espaldas”, comenta.

Ocho ejemplos de resiliencia

La resiliencia es la capacidad de los seres humanos para adaptarse positivamente a las situaciones adversas y proyectar un futuro, y gracias a esa capacidad incluso, puede descubrir potencialidades que él mismo desconocía.

La Real Academia Española la define como la “capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un agente perturbador o una situación adversa”. Pero, más allá de la gramática, Adolfo, Bernardo, Florencio, Roly, Miguel, Víctor, Daniel y Josué, con sus historias pueden ejemplificar mejor el concepto.

Al escuchar sus testimonios se tiene la sensación de que entienden que, más allá de que egresarán como abogados, se graduarán como ‘personas’ que aprendieron a valorar la libertad, a sus familias y su propio esfuerzo.

Adolfo Chaira Gutiérrez, al igual que Víctor Velasco Fernández, enfatizan en la importancia de la familia para haber conseguido el logro de egresar como abogados.

Natural de la provincia Nor Chichas de Potosí, Chaira está en Palmasola desde el 12 de septiembre de 2013; trabajó como peluquero y tomó cursos de electricidad antes de inscribirse en Derecho. “Agradezco a mis padres, a mi esposa que siempre me ha apoyado, y a mis hijos que son el motor de mi superación”, señala.

Víctor Velasco Fernández, sentenciado a 20 años de presidio, agradece a los maestros, pero, sobre todo a su progenitora. “Mi madre Dina es la única persona que ha venido a visitarme en los 12 años y cuatro meses que estoy preso, por eso se lo dedico a ella”, dice, emocionado.

Joven ayudó a liberar a su padre

Roly Saravia Tisco lleva siete años y cuatro meses tras las rejas, donde ha reflexionado sobre el error que cometió. “Estoy muy arrepentido y he decidido cambiar, darme una oportunidad de ser útil a la sociedad”, afirma.

Este joven egresado, además, ha hecho sus ‘primeros pininos’ en la abogacía, trabajando para lograr la liberación de su padre que también estaba privado de libertad, pero en Cochabamba.

Roly, valiéndose de sus nuevos conocimientos y de la experiencia de contratar abogados de quienes sentía que solo le sacaban plata, analizó el caso de su padre y agilizó los trámites para lograr su indulto, toda vez que calificaba para ese beneficio.

Derechos vulnerados

Florencio Marca Gutiérrez y Daniel Vargas Flores se sintieron impulsados a estudiar al sentir la vulneración de sus derechos y ser sujetos de humillaciones en el penal. “Viví momentos difíciles en la cárcel y por eso me nació estudiar Derecho. La justicia no está en los libros sino en el corazón del hombre; las cosas que he ido aprendiendo con los años me servirán para ayudar a los más necesitados”, dice Marca.

Vargas, preso desde 2014, por su parte es reflexivo: “Aquí me quité la venda de los ojos, empecé a valorar lo que tenía. Dejé de ser orgulloso y de cegarme por tener dinero fácil”, comenta.

Estudiaron desde bachillerato

Hay tres internos que tienen un rasgo común y es que en Palmasola estudiaron para acabar el bachillerato y luego para egresar como abogados. Uno de ellos son Miguel Ángel Parada Rodas, preso desde 2007, quien tomó la decisión de estudiar tras sentir que llegó a tocar fondo al caer en la cárcel. “Gracias a mi madre, que nunca perdió la fe en mí, ahora voy a ser abogado”, dice.

Similar es la historia de Josué Carrasco Mogro, quien dijo que a los 35 años retomó sus estudios para obtener el bachillerato y resalta el logro de los ocho nuevos egresados. Asimismo, Abad Peña, quien pagó sus materias trabajando como peluquero y artesano.

A estas ocho personas las une una historia tras las rejas, pero sobre todo, el sueño cumplido de ser abogados y convertirse en mejores seres humanos.