El comité médico que prescribe el uso del dióxido de cloro promueve el estudio de los casos en el país. El Ministerio de Salud reclama que no se utilice la desesperación como argumento

21 de julio de 2020, 15:25 PM
21 de julio de 2020, 15:25 PM

El tratamiento a pacientes con Covid-19 utilizando dióxido de cloro “no tiene ninguna base científica”, indica de manera tajante un comunicado del Ministerio de Salud que, además, advierte con iniciar procesos legales a quienes promuevan su consumo. De esta forma, el Ejecutivo quiere frenar la especulación en torno a un producto desinfectante que no está considerado como medicamento.

No obstante, algunos médicos y municipios se aferran a las evidencias obtenidas hasta ahora con el uso del dióxido de cloro. Por ello, piden a las autoridades de salud que permitan el estudio científico avalado por las universidades antes de prohibir y sancionar su utilización.

El doctor Guery Ramiro Cordero encabeza un grupo de más de 450 médicos que han implementado el uso de dióxido de cloro como parte del tratamiento a pacientes con Covid-19. “Nosotros queremos salvar vidas, proponer soluciones que alivien el dolor de los pacientes”, manifestó.

El polémico tratamiento está implementándose en diversos municipios del país. El alcalde de San José de Chiquitos, Germaín Caballero, es uno de ellos. “A nosotros nos interesa lo que podemos constatar con su uso efectivo en pacientes con Covid-19 en estado crítico”, dijo el edil y añadió que pone el historial clínico de los pacientes tratados a disposición de las autoridades sanitarias para que comprueben el tratamiento.

Ni Cordero ni Caballero temen las sanciones que el Ministerio de Salud pueda asumir contra ellos por promover el uso de este producto. “Es una declaración inapropiada que atenta a la autonomía municipal”, dijo el alcalde josesano e invita a los tutores de la salud en el país y el departamento que se acerquen al municipio para que conozcan de primera mano la experiencia “que ya se ha logrado, pues se han recuperado 16 pacientes”.

Cordero lamenta que se hubiera “bloqueado un estudio científico que íbamos a comenzar con todo el rigor científico necesario y posible”. 

Según él, la investigación contaba con el apoyo de la facultad de Bioquímica y Farmacia de la Universidad Mayor San Andrés de La Paz, para evidenciar las propiedades del dióxido de cloro.

Búsqueda de soluciones

Para el jefe Nacional de Epidemiología, Virgilio Prieto, el único ente que puede regular el ejercicio de la salud en el país es el Ministerio del área. La competencia de los Sedes(Servicio Departamental de Salud) o las direcciones municipales se limita a adecuar la normativa nacional y, por tanto, no pueden desconocer la disposición en contra del uso del dióxido de cloro.

Es cierto que la motivación de todos apunta a un mismo objetivo: salvar vidas. La desesperación de los pacientes reclama soluciones efectivas y accesibles para sanarse

Prieto insiste en que el dióxido de cloro “no es un medicamento aprobado en ningún país” y recuerda que, desde el Ministerio de Salud ya se ha propuesto un protocolo de tratamiento básico “que, aplicado dentro de los primeros ocho días, reduce la posibilidad de complicaciones en la salud”.

Tanto Caballero como Cordero cuestionan la prohibición impuesta por el Gobierno y reclaman una solución que atiende las urgencias en materia de salud.

“¿Cómo aliviar la incertidumbre en las personas, porque la medicina de farmacia es un juego de azar?”, pregunta Cordero. Reconoce la vigencia del protocolo ‘oficial’, pero cuestiona que los resultados médicos no sean tan efectivos como ocurre con el dióxido de cloro.

Para Cordero, los protocolos oficiales que se promueven destacan por su “incertidumbre, improvisación y empirismo”. Como ejemplo, argumenta que las transfusiones de plasma hiperinmune se han realizado sin respaldo médico científico y por eso en algunos pacientes resulta efectivo, pero en otros, no.

Proceso de investigación

El comité boliviano de solución de dióxido de cloro reconoce la falta de respuestas científicas al tratamiento con esta solución. Para superar esta traba que impide la validación del producto, la Facultad de Bioquímica y Farmacia de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), en alianza con dicho comité, pretende implementar una investigación doble cero.

Cordero explica la dinámica de este método científico que consiste en trabajar de forma paralela dos tratamientos médicos. Un grupo de pacientes recibirá el protocolo de tratamiento propuesto por el Ministerio de Salud, mientras el otro grupo experimentará con el dióxido de cloro. Al cabo de un tiempo se comparan los resultados para demostrar la validez de cada uno.

San José de Chiquitos

La experiencia de San José de Chiquitos complementa este trabajo. Antes de recurrir al dióxido de cloro, este municipio chiquitano contabilizaba al menos 12 fallecidos por la enfermedad. En poco más de un mes, se ha controlado la expansión de contagios y solo se registran 2 fallecidos “por complicaciones serias de enfermedades de base”, explica su alcalde. 

Hemos sacado pacientes muy críticos. De 16 pacientes, 10 tenían enfermedades de base y superaban los 62 años de edad”, añade.

Para Virgilio Prieto, la investigación puede ayudar a resolver las dudas que genera el uso del dióxido de cloro. “No se puede negar la investigación, pero debe realizarse bajo normas científicas”, remarca.

Actualmente, otros países están estudiando la viabilidad del dióxido de cloro como tratamiento para controlar el Covid-19. En mayo de este año, Ecuador presentó un primer estudio. Argentina, México y Estados Unidos también están efectuando estudios científicos para determinar la validez en el tratamiento a personas.

Prescripción médica

Los tratamientos con dióxido de cloro en el municipio de San José están reglamentados en un decreto municipal. Germaín Caballero hace un llamado a la población para no automedicarse y atender “las prescripciones médicas” antes de su consumo. Además, el protocolo municipal exige el consentimiento informado del paciente antes de iniciar el tratamiento.

La coincidencia de todos los entrevistados es plena para remarcar el riesgo de la automedicación. Máxime, alerta Cordero, “cuando hay personas inescrupulosas capaces de sacar cosas rarísimas con el nombre de dióxido de cloro, pero bien manejado es una excelente solución capaz de hacer que la gente recuperar su salud”.

Para evitar la intoxicación por dióxido de cloro, el equipo médico que promueve su utilización con fines sanitarios recomienda apoyarse en las universidades para que sean garantes de la producción de calidad. La Universidad Técnica de Oruro (UTO) o la UMSA cuentan con la capacidad para producir la mezcla adecuada y entregarla de manera gratuita.

Primeros casos de intoxicación

Cochabamba y El Alto denuncian los primeros casos clínicos de intoxicación por consumo de dióxido de cloro. Al menos 13 personas han requerido atención urgente tras la ingestión incontrolada.

El director del Sedes de Cochabamba, Yercín Mamani, registra 10 casos atendidos en el hospital Gastroenterológico Boliviano Japonés de la ciudad cochabambina. “Los pacientes tenían diferentes grados, unos con náuseas y vómitos. Mientras que otros ya tenían una falla hepática y eso se debe a que cuando les venden, no se sabe cuál es la concentración que tienen”, explicó.

Desde el hospital El Norte, ubicado en El Alto, informaron sobre tres casos de intoxicación. “La desesperación de buscar algún tipo de solución empuja a los pacientes a la automedicación”, señala el doctor Antonio Viruez, presidente del comité científico del mismo centro. “El dióxido de cloro es un desinfectante”, sentencia.

Lo que dijo la OPS 

A través de un comunicado de prensa emitido días atrás, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) advierte que el uso médico del dióxido de cloro “podría ocasionar graves efectos adversos” en la salud. Anta ausencia de estudios y evidencias científicas, se han promovido productos que “indican falsamente tener propiedades curativas”.

El informe de la OPS describe el dióxido de cloro como "un blanqueador en la fabricación de papel, en plantas públicas de tratamiento de agua y descontaminación de construcciones”. También resalta su “capacidad de eliminar bacterias y microorganismos en medios acuosos”.

Califica al dióxido de cloro como un “desinfectante que, en bajas concentraciones, entre el 3 % y el 6%, se comercializa como lavandina”. El consumo de este producto “con supuestas propiedades terapéuticas” pueden causar cuadros de intoxicación

Síntomas como irritación de la boca, el esófago y el estómago, náuseas y vómitos son algunos de los indicadores de una intoxicación. Otros problemas de salud provocados por el uso del dióxido de cloro repercuten en problemas cardiovasculares, insuficiencia en el riñón o edemas pulmonares, indica el comunicado.