Cuando se baja el telón, la energía del circo sigue transformando el estado de ánimo de las personas y contagiando energía. Algunos de sus protagonistas lo cuentan en primera persona

12 de abril de 2024, 7:00 AM
12 de abril de 2024, 7:00 AM


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El circo todos los días cobra fuerza en las risas y aplausos de la audiencia. En el caso del circo boliviano, la fuerza circense radica en el público, el poder de cambiarle el estado de ánimo a las personas y la perseverancia de los artistas circenses ante las adversidades. 

Antes de que en Santa Cruz existan diferentes circos en distintos puntos de la ciudad, la situación circense era muy diferente en Bolivia. Según el investigador e historiador Bismark Cuéllar, recién en 1887, llegó el primer circo a Santa Cruz. Luego, varios circos visitaban Bolivia, sin embargo, ninguno era originario del lugar. Finalmente, surgió el primer impulso circense en 1976, cuando Villa Pillín vio nacer al primer circo boliviano, el 'Circo Moisés', que años después, marcaría un legado a nivel internacional.

Según Emilio Gasaui (artista circense, historiador y presidente de la Fundación Pro Arte Circense Funpac), Santa Cruz fue la primera cuna del circo en Bolivia y más tarde, se convirtió en el semillero de circos a nivel nacional. Actualmente, la mayoría de circos nacionales son cruceños y están dispersados a nivel local y en diferentes partes del mundo.


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Historia del circo en Bolivia

En Bolivia, la familia Gasaui fue la primera precursora del circo en Santa Cruz, como fuente laboral y artística. El padre de los reconocidos ‘Hermanos Gasaui’, decidió fundar el ‘Circo Moisés’ en 1976.

Sin embargo, la raíz se remonta a una apasionante historia de amor entre los abuelos de los 'Hermanos Gasaui'. Un periodista palestino se enamoró perdidamente de una domadora de circo de origen chileno, hija del propietario del renombrado 'Circo Ideal'. La chispa del amor surgió durante una actuación, cuando Santos quedó cautivado por Juanita, la experta domadora de caballos en el circo de su padre. Decidido a conquistarla, Santos se unió al mundo circense, empleando su elocuencia para enamorar a Juanita y finalmente se estableció en el circo como representante y publicista.

La tragedia golpeó a la familia en 1937, cuando Juanita falleció en Oruro. Su muerte fue el resultado de una emoción desbordada tras una actuación, donde su hija debutaba como domadora de caballos.

En 1937, el hijo de Juanita y Santos, Salek Gasaui Carrasco, fundó el Circo Moisés. El cual tuvo temporadas en donde hacía presentaciones musicales también. Junto a su esposa, Salvadora Miquel Quintero, tuvieron cinco hijos (Yasmin, faruk, Emilio, Salek y Moisés), quienes actualmente se encargan de mantener con vida este legado familiar.

‘Los Hermanos Gasaui’ son reconocidos, a nivel nacional e internacional, por su excelencia artística y sus destrezas físicas. Sus esfuerzos los llevaron a dar espectáculos a nivel internacional, en donde más personas conocieron el talento boliviano. 

“El Circo Moisés nació con unos rueditos de tela y unos tocos porque ni siquiera había gradas. También tenían lámparas de kerosene como iluminación” compartió Moisés Gasaui.

A la temprana edad de 8 o 9 años, Emilio hizo su primera aparición como trapecista en 'La Cañoto', en 1976. Moisés fue aclamado a nivel nacional e internacional como el Mejor Artista. Yasmin tiene un circo independiente con sus hijas llamado ‘Las Hermanas Gasaui’. Salek actualmente trabaja en el Circo Moisés como parte del show en el acto de la Moto sobre un cable de acero. Lamentablemente, Faruk sufrió un accidente que lo dejó parapléjico a los 15 años mientras realizaba una acrobacia. A pesar de esto, comenzó a contribuir al circo trabajando en la producción detrás del escenario, encargándose de la iluminación y el sonido.

Actualmente, los ‘Hermanos Gasaui’ son un gran referente del arte circense. Su trabajo en equipo, disciplina y talento ha generado visibilidad en el circo boliviano. Incluso ahora se encargan de organizaciones pro-circenses que apoyan este arte y sus hijos también están vinculados al mundo circense.

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El papel del circo en la sociedad

Para Moisés Gasaui, la esencia del circo radica en su capacidad para llevar alegría y emociones positivas a las personas. "Es tan hermoso saber que puedes transmitir alegría a la gente, ver que esas personas se van con una sonrisa en su cara, sin saber qué problema habrán tenido, pero que se van con otro estado de ánimo a su hogar", destacó.

Además, el papel del circo va más allá de las risas que regalan a su audiencia. Detrás de escena en cada acto, producción y preparación, hay un valor muy importante que los artistas y el equipo circense practica cada día: el trabajo en equipo.

Otro aspecto inspirador del circo mencionado por Moisés es donde los artistas demuestran las habilidades y capacidades del cuerpo humano. Él ve al circo como una demostración de lo que los seres humanos son capaces de lograr y cómo pueden superar los límites físicos y mentales. En última instancia, considera que el circo es un recordatorio de la diversidad y el potencial del ser humano.

Por otro lado, se reconoció que el artista circense cruceño también rescata la identidad cultural en sus actos. “Los artistas cruceños se agarran mucho de lo autóctono y del indígena, tanto en sus dichos como en vestimenta” compartió Emilio Gasaui, Presidente de la Asociación Pro Arte Circense, sobre los rasgos que podrían identificar al artista cruceño. Añadió que algunos payasos, como el Payasito PumPum, utilizan frases como ‘elay’ o ‘ahoringa’ en funciones internacionales.


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Desafíos en el circo boliviano

En Bolivia, la formación de artistas circenses es limitada, ya que no existen escuelas especializadas en esta disciplina, a diferencia de otros países. Los propios circos se ven obligados a capacitar a sus artistas. Muchos de ellos, ante la falta de oportunidades para crecer en Bolivia, optan por migrar a otros países en busca de mejores condiciones para desarrollar su carrera.

Cuesta muchísimo hacer circo en nuestro país. Sin el apoyo, los circos batallan solos” lamenta Moisés Gasaui, señalando la falta de apoyo como uno de los principales desafíos. La pandemia ha empeorado esta situación al reducir la asistencia a los espectáculos. Además, los constantes bloqueos dificultan la logística de los circos, limitando su movilidad y obligándolos a concentrarse principalmente en Santa Cruz.

En cuanto a las nuevas tendencias del circo, Emilio Gasaui expresa preocupación por el uso de contenidos y lenguajes considerados "vulgares" en algunos nuevos circos. Destaca que el circo es un ambiente familiar que debe ser accesible para todas las edades, sugiriendo que los payasos deben adaptar su lenguaje considerando la presencia de niños en el público.

Ambos hermanos coinciden en la necesidad de proteger y promover el arte circense mediante legislaciones específicas. Aunque en Santa Cruz existe una ley de fomento y protección al arte circense, consideran que se requieren mayores esfuerzos para apoyar a esta forma de expresión. Destacan la importancia de la colaboración entre artistas, autoridades y organizaciones circenses para garantizar su continuidad y desarrollo.

Desde su experiencia, Italo Badany, un artista circense contemporáneo, destacó la diversidad de realidades que enfrentan los circos, dependiendo de su administración. Señala que el circo se ha modernizado, pero reconoce que las condiciones de vida de los artistas están estrechamente ligadas a la gestión de cada circo. “No puedo hablar por todos los artistas o los dueños de los circos, cada quien tiene su propia manera de trabajar, decir que en el circo se vive carencia o que se vive mal es una situación muy errada”, explicó.


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Legado familiar

La magia del circo, es un legado que atraviesa culturas y generaciones. En el caso de muchos artistas circenses cruceños, es un legado familiar invaluable que las nuevas generaciones deben mantener con vida.

Las familias bolivianas de circenses de antaño eran ‘Los Morales’ (del ‘payaso Tatín Celedón’), ‘Los Claure’ y ‘Los Gasaui’, quienes todavía se mantienen activos gracias a ‘Los Hermanos Gasaui’. En los siguientes años, otros circos surgieron en tierras bolivianas y actualmente sus familiares continúan con este legado.

Para Yorgely Tapia Casanova (23), comunicadora social y amante de las artes, el circo no es solo un espectáculo, es una parte esencial de su vida, un vínculo que se remonta a su abuelo materno, José Casanova, el fundador del 'Circo Casanova'.

Este circo, al igual que muchos otros en la ciudad de Santa Cruz, representa una fuerte tradición, donde detrás de cada actuación se encuentra un equipo dedicado no solo a hacer realidad los espectáculos, sino también a preservar el legado familiar.

José Casanova, fundó este circo y sus familiares se encargan de mantener esta institución con vida. Su hija, Beatriz Casanova, fue parte del espectáculo como artista aérea, deslumbrando al público con sus elegantes acrobacias desde las alturas.

Aunque Beatriz dejó el escenario para formar una familia, el espíritu circense continuó latente en su hogar. Dos de sus hijos, Michael y Yorgely, han heredado esta pasión por las artes, encontrando en el circo un espacio para expresarse y crecer.

Yorgely ha participado en los espectáculos circenses, contribuyendo en diversos roles que van desde la danza y la coreografía hasta la apertura y el cierre del espectáculo. Mientras tanto, su hermano mayor, Michael, ha encontrado su vocación en la danza, pero aun así ha dejado su huella en el circo como coreógrafo, bailarín, payaso e incluso como imitador de Michael Jackson.

En la actualidad, el Circo Casanova ha establecido su carpa en Montero. Aunque ya no forma parte del espectáculo, Beatriz sigue siendo una pieza activa del equipo, colaborando junto a su esposo, Juan Carlos Tapia, en la venta de boletos y en el control de acceso a la carpa. "Como dicen: el circo nunca va a salir de vos, siempre vas a querer ir", compartió Yorgely, reflexionando sobre el arraigo profundo que esta vida circense tiene en sus corazones.


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Nuevas realidades cirsenses

En el vibrante mundo del circo, cada artista teje su propia historia de cómo se sumergió en el fascinante universo de las luces, la música y la magia. Para Ítalo Badany, un joven mago boliviano, este viaje empezó en algún momento entre los años 2007 y 2008, en el Circo Abuhadba de Cochabamba, cuando apenas contaba con 14 años de edad. Fue en ese escenario donde dio sus primeros pasos como profesional, en un momento que quedaría grabado en su memoria para siempre.

Sin un linaje circense que respaldara su pasión, Badany descubrió su amor por el arte circense durante una visita a un espectáculo en el Circo Tihany. Quedó cautivado por la magia del lugar y la idea de ser un payaso. Esta experiencia marcó un antes y un después en su vida, alimentando su sueño de convertirse en un artista circense reconocido.

Con el apoyo incondicional de su familia, que alentaba su pasión comprándole trajes de payaso y animándolo en sus actuaciones escolares, Badany empezó a forjar su camino en el mundo circense. Años más tarde, tuvo la oportunidad de estudiar en el extranjero y trabajar como payaso, expandiendo así sus horizontes y enriqueciendo su experiencia en el arte del entretenimiento.

Su pasión por el circo lo llevó a perseguir sus sueños. Su primera experiencia fue a los 14 años, tras una propuesta para actuar durante un fin de semana en el Circo Abuhadba. El dueño le ofreció realizar su espectáculo completo con la condición de impresionarlo para obtener un lugar permanente. A pesar de enfrentar contratiempos, como la falta de música en su actuación, decidió seguir adelante con coraje y determinación, cautivando al público con su talento.

En un viaje a Argentina, adquirió un set de magia que marcó un nuevo rumbo en su carrera, continuando su formación y explorando el mundo circense. Su carrera ha sido una montaña rusa de experiencias, desafíos y logros, destacando como mago principal y desempeñando roles adicionales como payaso y director artístico, demostrando su versatilidad y compromiso con el mundo del circo.

A sus 22 años, decidió abrir su propio circo: El Circo Badany Spectacular, un show que destaca por sus actos de magia. Su espectáculo propone a la audiencia una nueva manera de vivir el circo: desde la emoción y el asombro. La magia de Badany Spectacular será el preámbulo del gran show de Topa En Vivo, un show de un animador infantil argentino. El 14 de abril, 10 personas del circo Badany Spectacular estarán compartiendo escenario en la Fexpocruz con estos animadores.

“Antes al público se asombraba, ahora se busca emocionarlos, darle un sentido al corazón: regalamos un mensaje y una emoción a la audiencia”, expresó Ítalo. Añadiendo que, la magia es algo que ha añadido como un acto que emociona a la gente y que, al mismo tiempo, es algo diferente a lo tradicional.

Cuando se le pregunta acerca de su mayor disfrute como artista circense, expresa con claridad y pasión: "La posibilidad de realizar lo que amo cada día, sin importar las circunstancias". Para él, el circo representa más que un simple espectáculo; es un modo de vida que le permite crecer tanto personal como profesionalmente, enfrentando nuevos retos y descubriendo nuevas pasiones en cada etapa de su recorrido.

A medida que avanza en su trayectoria circense, este joven mago boliviano continúa acumulando éxitos y ganando admiración con su arte. "Existe una magia en el circo que no logro comprender, cómo o por qué se convierte en energía", comparte el joven mago. Además, añade que la energía en vivo no solo se percibe en el escenario, sino que se propaga como un efecto de rebote desde la sorpresa, los aplausos, los gritos, e incluso desde las reacciones del público en sus asientos. El circo se convierte así en un entorno donde lo imposible se hace posible, generando una energía y emoción indescriptibles, tanto para los artistas como para el público, que se marcha con una energía renovada a sus hogares.