El general Gary Prado Salmón falleció este sábado a los 84 años. En una entrevista exclusiva con un estudiante de la Unifranz cuenta detalles de su vida, de la guerrilla y la captura y muerte del Che Guevara en Bolivia.

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7 de mayo de 2023, 13:42 PM
7 de mayo de 2023, 13:42 PM

Por:  Juan Remberto Hurtado Gutiérrez

_¿Alguna vez lo entrevistó un estudiante de periodismo?

No estudiantes, pero sí muchos periodistas jóvenes. La mayoría sin la formación adecuada. Uno de ellos me preguntó: ¿qué ha hecho usted?

_¿Qué lo motivó o inspiró a seguir la carrera militar?

Un poco la influencia paterna, mi padre era militar. Con una anécdota: me inscribieron en el kínder del colegio alemán con unas monjas teutonas. Yo tenía dos primas hermanas en ese kínder, hijas de un alemán con una hermana de mi madre y me recomendaron que las cuide. En el descanso apareció un atrevido queriendo jalarle las trenzas y yo le pegué, le di dos puñetazos, me castigaron y nunca más volví al kínder.

Me iba con mi padre al Colegio Militar todo el día, viendo los cadetes. Desde ahí vi la vida militar y cuando cumplí 15 años me incorporé, luego que reabrieron el Colegio Militar que estuvo clausurado año y medio después de la revolución del 52. Mi padre no quería mucho que yo fuera militar. Él ya era un coronel de prestigio en el ejército y se estaba yendo de comandante a la 7ma. División de Ejército en Cochabamba.

Me dijo: ¿te vas a quedar? (respondí que sí), bueno vamos. Me dice: mirá, a partir de este momento las decisiones que tomes son absolutamente tuyas. El consejo que te doy como padre es que adoptes una línea de conducta que debe guiarte durante toda tu vida, en las buenas y en las malas, para que seas siempre respetado, bien considerado; como un hombre de bien. ¿Está bien?, si papá, chau y adentro.

_¿Usted como capitán, ya ocupaba puestos de vanguardia en el Ejército antes del Che? ¿Cuáles eran sus méritos?

Era el primero de mi curso, mis notas y mi constancia. Ya como subteniente, estuve en la Escuela de Sargentos como profesor e instructor, cosa que no era habitual, había que ser teniente para ocupar ese cargo.

El general Ovando Candia me dijo. ‘Usted Gary al Colegio Militar’. Me quedé cuatro años como instructor formando la nueva generación, eso me dio un espacio. Tuve también un maestro extraordinario, el teniente coronel Manuel Dorado Flores. Luego me tocó ascender a capitán. Fui a la escuela de armas, hice el curso, obtuve el primer lugar y había ganado la beca.

_¿Como fue que lo destinaron para combatir al Che?

Cuando surgió el problema de la guerrilla, fui a parar al regimiento Manchego, a la unidad que estábamos preparando para hacer frente a este problema que era poco conocido. Todavía nuestros cuadros superiores, coroneles, no habían estudiado nada sobre la guerra irregular. Para ellos seguía siendo la guerra regular, la guerra del Chaco, ese tipo de guerra.

Pero de oficial ya había hecho yo dos cursos, uno en Panamá y otro en el Colegio Militar. Estaba preparado para eso. Era mi primer año de capitán y me tocó conducir las operaciones con 135 hombres. Así pudimos cercar y destruir al principal grupo guerrillero y capturar al Che Guevara. Ahora eso ya me volvió famoso (risas).

Gary Prado junto a Juan Remberto Hurtado Gutiérrez, estudiante de periodismo en Unifranz

_¿Cuáles fueron las primeras acciones y operaciones que usted realizó en el lugar de la guerrilla?

Habíamos llegado a Vallegrande con el batallón Manchego y 650 hombres preparados para la guerrilla. Tuvimos 16 semanas de instrucción intensa y nos ordenaron que ingresemos en operaciones. Poco antes, ya había habido un combate. El teniente Galindo dio de baja a tres guerrilleros, se dispersaron y se metieron a la quebrada.

El comandante que era un coronel (del Ejército boliviano), le indica a otro capitán de la compañía que vaya. ‘No, es que me falta un oficial’, pone pretexto. Yo voy mi coronel, mi compañía está lista (se ofertó Gary Prado Salmón). Muy bien Gary, vaya. Entonces me fui. Estuvimos 15 días buscándolos, patrullando, recibiendo información de los campesinos, hasta que llegó el día. Un campesino nos avisa que había visto a los guerrilleros en una quebrada.

Pedro Peña, este campesino tenía su plantación de papa en una quebrada y unas vaquitas. Casualidad, él había sido mi compañero de escuela en Vallegrande. No lo reconocí, Gary, me dice, soy Pedro Peña, ¡ah pero hombre!

Esperamos que amanezca para ir a La Higuera. Montamos la operación, la que habíamos aprendido. La guerrilla tiene una táctica que golpea y se dispersa. Es un enemigo muy fluido, pero cuando uno los encierra y los obliga a combatir llevan las de perder. Así que yo cerré los dos extremos de la quebrada, los bloqueé, metí tropa y los metimos a la quebrada a combatir. Ahí fue el combate de casi tres horas, porque había que avanzar y a veces retroceder sobre las piedras y pendientes.

_¿El haber estudiado y tener familiares en Vallegrande, lo hacía conocedor de la zona?

No la conocía, nunca había estado en Pucará, ni en La Higuera. Pero conocía bien Vallegrande, me fue fácil conseguirme dos guías para que nos lleven de un lado al otro.

_¿Cuántas bajas tuvo en su unidad?

Yo tuve cuatro soldados muertos y cuatro heridos. Del lado del Che, siete muertos y dos prisioneros.

_¿Después de las tres horas de fuego cruzado, cómo capturan al Che?

El Che fue capturado más temprano porque intentó salir de la quebrada. Ésta tenía una falla, una pendiente y él estaba saliendo por ahí con ayuda de otro, el boliviano Simón Cuba ‘Willy’. Al reconocer ese terreno vi esa falla y puse dos soldados para controlar el lugar y yo estaba a unos 15 o 20 metros en la confluencia (hace un gráfico), estaba más abajo, era así (dibuja). Tenía su camino de herradura que iba de Pucará a La Higuera.

Primero limpiamos esta quebrada, no había nada, así que nos metimos a esta otra, la del Churo. Por la del Churo avanzó la tropa que mandé. Aquí cayeron muertos cuatro soldados, hubo varios heridos y fueron bloqueados. No pudieron avanzar, así que tuve que agarrar la tropa de este lado, ir por acá (dibuja), meter de abajo hacia arriba la parte sensible. Yo estaba aquí (muestra el lugar). Mi puesto de comando, precisamente en la confluencia era por aquí (continúa graficando) que era donde estaba más o menos la falla.

_¿La actitud del Che era la de escapar?

Estaba tratando de salir del cerco. Cuando ya estaban llegando al lugar donde estaban los dos soldados, sacan la cabeza y… ¡quietos ahí!. Mi capitán aquí hay dos, yo fui corriendo 15 o 20 metros y me encuentro con estos dos guerrilleros.

¿Y usted quién es? pregunto. Uno dijo: soy el Che, valgo más para ustedes vivo que muerto. Me apegué al otro, ¿y usted?, soy Willy, ah usted es boliviano, Simón Cuba. Teníamos toda la información. Bueno, llévenlos al puesto de mando. A los soldados les había dicho antes que llegue yo: ‘No me maten soy el Che’; o sea, patria o muerte, (risas) no hubo tal.

Bueno, pero ya los teníamos amarrados bajo un árbol. Un rato de esos yo bajo porque teníamos un problema, que no podíamos avanzar. Había dos cubanos que eran muy buenos con sus ametralladoras y nos tenían en riesgo de peligro. Mi sargento me dice: mi capitán deme cobertura y yo voy a asaltar. Póngame dos granadas de mano, quiten los seguros, chan, chan, listo, listo, disparamos nosotros y él salta hasta detrás de unas rocas, tira la granada a un lado. A uno lo liquida, el otro trata de escapar y ahí ya lo vemos nosotros, le disparamos y acabamos con esa línea de resistencia.

Bueno, vuelvo al puesto de mando y el Che me dice: “Capitán,, ¿porque usted es capitán no?” No llevábamos grados en los uniformes. Se ve que sus soldados le tienen mucha confianza. “Están bien instruidos”, respondí. “¿No le parece una crueldad tener a un hombre herido amarrado?”, me dijo “¿dónde está herido usted?”, le pregunto. “Tengo acá en mi pantorrilla”, respondió. Seguramente un rebote de una bala y se quedó una piedrita, ni sangraba siquiera. “Tiene que quedarse así porque no tengo vendas ni para mis soldados”, le dije.

Efectivamente, no teníamos nada. Viene luego un soldado… está herido fulano, uno de mis soldados, ¿qué le ponemos? Rompé una camisa. Bueno, pero… ¿no le parece una crueldad?. ¡Ya desátelo!, manténganle las piernas amarradas.

“¿Puedo tomar agua?”. Pucha dije ese rato y pensé en las lecciones de historia; por ejemplo, Himmler (oficial de guerra alemán) cuando lo capturaron, lo dejaron un ratito y había tenido una cápsula de veneno en la boca. Éste, capaz puede tener algo, ¡ah!.

“Claro”, le dije y le di mi cantimplora. Tomó, “¿puedo fumar?”, claro, le di de mis cigarros Pacific. Muy suaves son esos. “¿Quién tiene Astoria?”, yo mi capitán, dele. Lo hemos tratado bien.

Luego viene uno de mis soldados que salió de la quebrada. ‘Se me ha muerto Cosío mi capitán y este desgraciado tiene la culpa’. Cálmate, ya está capturado. De ahí, como ya se estaba oscureciendo, resolví replegarnos. Habían muchos campesinos que vinieron a ver lo que pasaba, les dije que nos ayuden a sacar heridos y muertos. Nos ayudaron y nos fuimos en procesión hasta La Higuera.

¿Usted puede caminar? (preguntó al Che) sí, voy a caminar. Venga un soldado para que se apoye. Ya en la nochecita le llevé comida, de la que habían preparado para nosotros, café, cigarrillos. Yo entraba y charlaba con él.

Puse un oficial permanente que estaba con él en la pieza. En otra pieza estaba Willy, dos capturados y siete murieron en combate. Cinco primero y en la mañana siguiente los otros dos. Durante la noche tuve varios diálogos con él. Se va a llevar este libro (me dice), gracias. “La guerrilla inmolada”, ahí está toda la historia completa, para ver los diálogos, los errores que se cometieron. La forma en que acabó el Che dio pie para que lo conviertan en un mito.

- Y en esas conversaciones que tuvo con él, ¿qué notó en esta persona, qué perfil tenía?

Se me quedaron dos imágenes, dos perfiles. El primero fue en el momento de la captura. Se lo veía un hombre acabado, había llegado al fin de su sueño, seguramente veía que se le acababa su mundo. Estaba muy deprimido, daba pena, daba lástima. En esa época no era el de hoy que lo han hecho un mito.

En La Higuera, iba cada media hora a fumar un cigarrito con él. Charlamos de una cosa, de otra, no interrogarlo, porque no había necesidad. Le preguntaba yo, ¿por qué se vino a Bolivia?, ¿qué buscaba acá? no le entiendo. Me dijo ‘es que la revolución no tiene fronteras’. “No, no me discursee a mí”, le dije.

¿Cuál era el interés de venir a Bolivia? ‘Yo no tomé la decisión, quienes tomaron la decisión fueron otros niveles’, no quiso especificar más. Bueno, pero no sabía usted que ya habíamos hecho nuestra revolución acá. La reforma agraria, la nacionalización de las minas. Algo habíamos oído, pero no me dieron suficiente información. Por qué esa gente que usted ve, a los campesinos, a los que usted desprecia, porque los despreciaba. Escribía en su diario. Ahí está el diario también.

¿Qué quería hacer con esa gente? en uno de los párrafos de su diario decía: “no hemos recibido ninguna incorporación de ningún campesino. Estos bolivianos parecen unos animalitos” ¿Y usted se fue al África?, peor, esos de allá están colgados de los árboles todavía. Era un hombre así. Un psicópata, no había mucho qué entenderle. En el libro; La Guerrilla Inmolada, yo lo detallo. Él escribió un libro que tuvo amplia difusión en los círculos revolucionarios de esa época, se llama: Guerra de Guerrillas.

Medio que lo copió de Mao Tse Tung. Cómo debe actuar la guerrilla, cómo debe ser organizada y todo lo que decía en su libro, vino a Bolivia y lo hizo al revés.

Después vino su preocupación sobre su futuro, me preguntó: ¿Qué va a pasar conmigo? Le dije va a ir a juicio. Hasta entonces a todos los prisioneros se les hacía los juicios en Camiri. ¿En Camiri?, me dijo. No, a usted no le corresponde Camiri, porque usted ha sido capturado por la 8va. División, así que su juicio será en Santa Cruz, Ah, ¿y cómo es Santa Cruz?. Empezamos a hablar sobre Santa Cruz tuvimos una charla sobre Santa Cruz.

- ¿Por qué el Che adquiere tanto renombre internacional?

Se hizo un gran esfuerzo político, económico y militar desde Cuba para crear el mito, porque había que salvar el fracaso de la guerrilla, de la teoría foquista que había desarrollado Fidel y la teoría del foco guerrillero que era capaz de tomar el control de un país.

En Cuba le dio resultado y ya querían eso para todos los países. Como fracasó eso ante un país pequeño, con un ejército poco equipado, dijeron: hay que crear el mito para esa derrota político militar.

Empezaron a crear el mito del gran comandante. Que de gran comandante no tenía nada. El Che separó en dos su guerrilla y nunca se volvieron a encontrar porque no había marcado ningún punto de encuentro, ni dejaron un mensaje en ningún lado, ni en el hueco de un árbol, nada. Se separaron los dos y los dos grupos a su suerte. Un error de conducción militar terrible.

_¿Cuáles fueron los principales errores del Che en Bolivia?

Primero la falta de conocimiento del país, de su historia y de su territorio, sabía muy poco de Bolivia. Tan despistado andaba que le estaba enseñando quechua a sus guerrilleros, cuando todo mundo en esa zona habla tupí guaraní o castellano. Segundo, el perder su base. Cuando se separaron estos dos grupos, el ejército capturó un desertor, uno de los que habían traído contratado, Moisés Guevara, dirigente minero de Oruro. Dijo que iba a traer unos diez, volvió con ocho, pero uno era plomero, otro zapatero, cualquier cosa. Les había ofrecido pago y comenzaron a desertar.

El ejército capturó uno y éste mostró dónde estaba el campamento. Primero, llega un grupo y al ver al ejército se mete al monto, después llega el Che y ve a las tropas y también se mete al monte. Nunca más se ven, perdió su base y una guerrilla que no tiene dónde descansar, dónde esté segura, dónde puedan llegar sus abastecimientos fracasa. La conclusión a la que he llegado después de tantos años de investigación es que lo mandaron a Bolivia para librarse de él.

Había algunos antecedentes. El liderazgo del partido comunista en Cuba tenía su influencia sobre Fidel y éste (el Che), era un metiche y abusivo. Tenía unas características personales muy especiales, ya no lo aguantaban más, por eso de una vez que se vaya al África y lo mandaron allá. Estaban pensando que allá se lo iban a comer y nada, escapa y se va a Tanzania, después se va a Praga a meterse a la embajada.

Pero no le autorizaban eso, porque cuando estaban todavía en la República Democrática del Congo, donde había ido a ayudar a Kabila, que era jefe guerrillero allá. Fidel, agarra y lee su carta de despedida, donde decía: Querido Fidel, a partir de ahora renuncio a mi ciudadanía cubana, a mi grado de comandante, renuncio a todo, porque lo que voy a continuar haciendo es la lucha de la revolución.

Uno de sus propios guerrilleros cubanos, Eusebio, estaba con él, escuchando en Radio Habana. Fidel lee la carta y el Che en el Congo se pone furioso, pateó y rompió todo lo que veía. ¡Me están presionando!, me están cerrando las puertas, esa carta era por si acaso caía prisionero o me mataban, para salvar a Fidel, pero no era para que me haga esto. Entonces, no podía volver a Cuba, no tenía documentación siquiera para volver a Cuba.

Estuvo tres meses hinchando, “quiero volver”, no lo dejaban hablar con Fidel, encerrado en la embajada de Praga. El tipo todo el día gritaba, era insoportable, hasta que por fin deciden que vuelva a Cuba, pero de incógnito lo llevan a una instalación alejada de la capital. Ahí está dos o tres semanas hasta que viene Fidel a hablar con él, charlan y deciden que venga a Sudamérica, que si quería seguir peleando que le iban a dar apoyo.

Le organizan 15 cubanos, comandantes y capitanes a los cuales él conocía, varios de ellos habían estado con él. Le dan platita, le organizan su viaje y lo despachan. Llega en un vuelo regular a La Paz por San Pablo, Santa Cruz, pero no baja en Santa Cruz, directo a La Paz.

Ahí lo espera un contacto cubano, lo llevan al hotel Copacabana, se reúne con dos enlaces bolivianos que estaban ahí, de la célula urbana. Supuestamente iban a comprometerse con la guerrilla. Al amanecer lo suben a un jeep y lo despachan a Ñancaguazú. El famoso Ariel, que era su contacto se va a La Paz y desaparece y ya no tiene contacto con Cuba.

Llega al campamento y comienzan a llegar los otros por distintas vías. Después de que el grupo de Joaquín cae en la emboscada del Vado de Yeso, excelente acción del capitán Vargas, este grupito del Che seguía andando por ahí, a vista y paciencia de los campesinos.

Los campesinos agarraban los teléfonos y llamaban “los guerrilleros están aquí”, escapaban del pueblo, pero ya habían dado parte. Llegaron a Alto Seco, El Picacho y La Higuera. En La Higuera los esperó el teniente Galindo y les mató su vanguardia, tres guerrilleros. Quedó el último grupo que siguió hasta Vallegrande, oculto en la quebrada, donde lo rodeamos a los que quedaban.

A la conclusión que llego es que no tenía donde ir, pensaría en una muerte heroica, pero en el último minuto no se animó a decir patria o muerte.

_¿Usted cree que existió la maldición del Che?

No, ni idea, nada que ver. Además, en mi caso ¡qué maldición! He sido comandante de división, general, embajador, ministro, concejal. ¡Que lo maldigan a uno así!

Le cuento una anécdota interesante, me llama una amiga boliviana de La Paz, me dice: hay dos periodistas cubanos que quieren hablar con vos. ¿cubanos de dónde?, de aquí o de la isla. Creo que trabajan en la embajada. Ah ya, ningún problema.

Se presentaron. ¿Sus credenciales de periodistas?, ¡ay!, las olvidamos en el hotel. Déjense de historias, ustedes son agentes de inteligencia, trabajan en la embajada. Bueno, tenían curiosidad por verme, conocerme, ya está, se han dado el gusto. ¿A ver de qué quieren hablar? Nos pusimos a charlar y cuando se iban me dicen muchas gracias, ‘oiga, pero, usted no tiene ninguna foto del Che aquí’. Les respondí, por qué tengo que tener una foto del Che, yo he hecho cosas más importantes en mi vida; por mi ejército y mi país, que capturar al Che Guevara. Se fueron calladitos.

_Hay quien dice que el Che hizo más daño muerto que vivo, ¿está de acuerdo?

No, yo no creo que haya hecho más, ni menos daño. Se habla de que en Cuba fusiló a 400 personas, etc, pero no me corresponde juzgar. El daño que nos hizo aquí en Bolivia es que tuvimos 56 muertos.

Después de muerto también ha hecho gran cosa, ser un mito y ser una figura que la citan. Dos veces yo he tenido cosas divertidas con eso. Estaba en Vallegrande un día y digo: vamos a ver la tumba o donde han sacado los supuestos restos del Che.

Vamos al aeropuerto, hay un hueco ahí, y le digo, eso es todo lo que Vallegrande ha sacado. Han sido unos sonsos ustedes, se han dejado llevar. Por lo menos debían guardárselo al Che aquí para que vengan a visitarlo. Les han dejado un hueco, eso ha sido todo.

El otro día, en una entrevista en EL DEBER Radio con alguien de la COB. No recuerdo si era el Borda, pero vi un casquito con su imagen del Che. Oiga, a ver, présteme su casco… ¿y por qué la imagen del Che? pregunté. Es que era un idealista, me respondieron. Bueno, idealistas somos todos, ¿usted no es idealista?, porque todos tenemos nuestros ideales. Ustedes trabajadores lo ponen como símbolo y dígame, ¿cuándo trabajó el Che? y ¿cuándo trabajó usted?

_El Che era de izquierda y usted también, ha sido militante de izquierda. ¿Alguna vez consideró que hubo coincidencia de pensamiento entre ambos?

No en el uso de las armas. Yo siempre fui contrario a que se usen las armas, porque mi generación fue formada en el Colegio Militar Gualberto Villarroel, después de la revolución del 52 y fuimos y somos orgullosos de haber sido formados en la línea del nacionalismo revolucionario y no es de izquierda. El nacionalismo revolucionario es línea muy clara, política que quiere las mejores cosas para el país, pero hacerlas bien democráticamente, sin violencia.

Yo me acuerdo que tuve varias reuniones con la gente del MIR antes de incorporarme cuando yo estuve dejando el ejército, pasando a la jubilación y les dije (golpea el escritorio): Ustedes si quieren realmente sobresalir tienen que renunciar a la lucha armada, no existe ya, renuncien y digan que son demócratas y que quieren elecciones, ese es el camino y me hicieron caso. Renunciaron públicamente a la lucha armada, nos inscribimos a la lucha democrática. Por eso, no puedo comulgar con alguien que viene con su fusil y quiere imponer si no obedecen.

- A sus casi 84 años ¿Cuál considera el momento más duro y crítico de su vida?

Cuando me hirieron en el campo Tita y me dejaron parapléjico. En consecuencia, me cerraron el camino del alto mando militar, ya no podía ser comandante del ejército como era mi sueño y yo estaba muy próximo, ya era coronel. Ascendí a general después, incluso como primero ascendí a General de División. Me decían: vas a ser comandante del ejército, si te han puesto de primero. Pero, el Dr. Paz no me puso ahí.

_¿Eso de Tita fue un accidente?

Nunca he querido especular sobre eso, no se hizo como debería hacerse un sumario informativo para determinar qué pasó y ahí quedó en el misterio. Varias veces me han dicho ese fulano de tal, el nombre no lo puedo recordar. El nombre del oficial que fue, aunque quiera mi mente se niega a reconocerlo.

_¿Y el momento más feliz?

El momento más feliz está reflejado en una foto (muestra una foto en la pared). El día de las elecciones que hicimos con el general Padilla. Era ministro de planeamiento y estoy con el ministro de gobierno, coronel López, estoy depositando mi voto; estaba sufragando en 1979.

Habíamos prometido llevar a las FFAA a una elección limpia, sin candidato oficial, después de todo el desastre con Pereda y compañía. Hicimos la elección que fue una hermosura, por eso fue el día más feliz de mi vida.

El periódico Presencia, al día siguiente publicó: ¡Misión cumplida, elección limpia! Que fue empantanada, nos fallaron los partidos. Una elección tan limpia, tan linda. Primera vez que se usó la papeleta multicolor y multisigno.

Cambiamos el sistema para hacerlo transparente, era nuestra promesa como oficiales del grupo institucional que queríamos que vuelva la democracia. Me sentí plenamente realizado porque había cumplido. De ahí, los dos partidos, MNR y MNRI, no se ponen de acuerdo y ponen a un presidente interino, Guevara y proviene el golpe de Natush, García Meza y el 82 volvimos a la democracia.

Otro día muy lindo para mí es cuando se hace cargo el Dr. Siles de la presidencia. Yo estaba en mi casa, no tenía destino, en mi silla de ruedas tratando de escribir. Me llama el comandante del ejército, Simón Sejas y me dice: está de acuerdo el presidente para que te hagas cargo del comando de la 8va. División, estoy yendo esta tarde a posesionarte. Fue lindo volver al comando de la División tres años.

Luego me fui a EEUU dos años, a completar mis años de servicio y pasar a la jubilación.

_Al ser el hombre que derrotó en combate y capturó al Che Guevara, ¿cuál es la pregunta que más le hicieron y su respuesta?

Que sintió usted al verse frente a frente con el Che. Sentí lástima, no daba para más. La gente tiene la imagen del mito, ¡ guaoo!. La verdad, daba pena el tipo.

_¿Y la pregunta que nunca le hicieron?

Nunca me preguntaron qué sentí yo al enterarme que habían matado al Che. Yo estaba volviendo a La Higuera en la mañana del 9 (de octubre de 1967). Fui otra vez a la quebrada a acabar de buscar y agarramos dos más. Ya cerca de la una de la tarde, volvimos a La Higuera con mi tropa y al llegar me salió adelante el comandante de batallón, mayor Ayoroa y le doy parte: Aquí hay dos guerrilleros más que hemos dado de baja. Bien, me dice, lo felicito. Le aviso que el Che ha sido ejecutado por órdenes de La Paz. No sé qué sentí ese rato, me fui inmediatamente donde estaba el helicóptero y le estaban amarrando la camilla donde iba el Che. Lo miré y se le estaba cayendo la mandíbula. Saqué mi pañuelo y lo amarré como si fuera con dolor de muelas. Lo despaché así para que mantenga su fisonomía.

_A esta altura de su vida, cómo la resume?

¿Mi vida?, yo he estado pensando un poco en eso porque estoy escribiendo mis memorias. Tratando de resolver todas estas cosas de la vida y he pensado que mi vida puede servir como un ejemplo.

Primero, dedicación profesional, creo que en eso he cumplido muy bien. Segundo, en la parte política también he sabido cumplir y tercero, pasada, pese a estar en una silla de ruedas he tenido grandes logros. Creo también que es un estímulo para gente que tiene dificultades. Mi vida en lo militar, político y personal. Como una persona con discapacidad he cumplido. Puedo considerarme, no un ejemplo, pero sí un modelo que se puede adoptar, un referente.

_¿Cómo le gustaría que lo recuerden?

Yo creo que en dos o tres palabras simplemente: como un hombre de bien, una persona seria, un hombre lleno y realizado.

_¿Qué le parece la iniciativa de la Unifranz de ofrecer la carrera de periodismo?

Me parece muy bien. Si una de las cosas que nos falta, son periodistas de la talla de sus docentes. Cómo no respetar a un Tuffí, a un Pedro, a una Mónica. Los conozco y se sabe cómo trabajan, la pasión que le ponen a su trabajo. Y no es aquel muchachito que le dan un micrófono y vaya a ver qué consigue. Me parece una iniciativa brillante que se pueda ir formando periodistas de verdad. Pero, además, periodistas con un sentido crítico, y siempre con el afán de buscar y decir la verdad.