Es artesana, diseñadora y confeccionista de ropa con motivos chiquitanos. Pertenece a la Asociación de Artesanas Domingueras Toborochi en San Ignacio de Velasco

16 de noviembre de 2022, 14:05 PM
16 de noviembre de 2022, 14:05 PM

Estuvo a punto de perder la visión, debido a un desprendimiento de retina del ojo izquierdo, fue operada exitosamente y desde hace cinco meses ha vuelto a ver con total claridad. Mientras tanto, mantiene bajo vigilancia el otro ojo, que padece glaucoma y con el que solo ve el 20%. Eso no impide que realice la labor que más ama, pintar en tela, con diseños de la tierra colorada que la vio nacer, San Ignacio de Velasco.

Lenny Sevilla Dorado de Middag, es expresidenta de la Asociación de Artesanas Domingueras Toborochi, en el municipio de San Ignacio, misión jesuítica ubicada a 476 km. de la capital cruceña y uno de los pueblos más importantes de la Chiquitanía.

Es autodidacta, pinta desde su adolescencia, posteriormente fue capacitada en programas de la Alcaldía, el Centro para la Participación y Desarrollo Humano Sostenible (Cepad), y la Gobernación de Santa Cruz. Aprendió a confeccionar y perfeccionó sus pinturas. Hoy trasmite sus conocimientos a las nuevas generaciones de artesanas.

¿Desde cuándo se dedica a la confección y pintado de las ropas chiquitanas?

Hace como 25 años que hago ropa chiquitana. Empecé pintando servilletas y secadores para venderlos y ayudar en casa a mi mamá.

Salí bachiller del Liceo Monseñor Daniel Rivero, en 1983, y continué con mi labor artesanal, es lo que me gusta. Tomé cursos con los diseñadores Ingrid Holters y Danner Luna, lo demás fue practicar y pulir esos conocimientos. Lo llevo en la sangre, mi padre también es artesano, hace muebles barrocos, talla madera y cuero. Ahora él trabaja con mi hermano menor.

Háblenos de su asociación.

El Centro Artesanal SIV es un espacio de ventas donde uno se capacita y también puede dar cursos, para niños y adultos. Nos reunimos diseñadoras, pintoras, talladores, talabarteros y confeccionistas. Somos una decena de asociaciones. El Cepad nos ayuda con etiquetas, placas de identificación, y ahora se encuentra haciendo un catálogo.

Pertenezco a las Artesanas Domingueras Toborochi, dejé la presidencia cuando fui perdiendo la vista, pero ahora estoy nuevamente activa. Las 15 domingueras salimos a la plaza los domingos, somos pioneras en este oficio, tenemos también una tienda grande, al lado de la Alcaldía. Ofrecemos nuestros productos en el Centro Artesanal y en nuestra tienda propia.

¿Tiene un taller interactivo en su casa? ¿En qué consiste ese espacio?

Ahí trabajo y enseño a pintar las prendas chiquitanas. Si algún turista le interesa pintarse una camisa o blusa, lo guío mientras se toma un café y se va con su prenda hecha con sus manos. También doy clases a los interesados, en el arte que domino, hay jóvenes y niños ansiosos por aprender la técnica del pintado en tela, para comercializar sus productos.

Este es un oficio que ayuda a sostener hogares. Así evitamos que se pierdan nuestras tradiciones, los motivos chiquitanos son muy solicitados. Ahora estamos preparando la capacitación navideña.

¿Hay más oportunidades para las artesanas?

Vendemos a los vecinos y visitantes, pero no nos ayudan las autoridades de turno, hacen encargos a la ciudad, cuando aquí tenemos uno de los talleres mejor equipados. Queremos que nos ayuden a posicionarnos como cuna, sede y capital de la moda chiquitana.

¿Ha logrado trasmitir a sus hijos el gusto por las manualidades?

Sí, mi hija Jordana pinta cajas de madera con mucha destreza y Juan René aprendió también; este año me acompañó a la Expo y nos fue muy bien. Mi hijo ha estado cuidándome durante mi enfermedad, dejó en pausa sus estudios y le fue agarrando el gusto a las manualidades. Mi esposo, René Emilio Middag, me apoya incondicionalmente en todos mis emprendimientos.

¿Qué es lo más buscado por sus clientes?

Lo que más sale es la ropa: las blusas y camisas chiquitanas. Ahora que viene la Navidad, buscan arreglos para la casa como individuales y trajes para niños.

¿Cuéntenos sobre su enfermedad de la vista?

Estuve ocho meses sin ver, por el desprendimiento de retina. No lograba reunir el dinero para la operación, al fin aparecieron unos ángeles (amigos y familiares) y me brindaron lo necesario. He vuelto a ver, y la Dra. Baldivieso me dijo que podía hacer mi vida normal, entonces regresé a mis telas y pinturas. Realmente pensé que mi vida se acababa al quedar ciega. Pero Dios me ha dado una nueva oportunidad.

Mi otra pasión es la cocina, me encanta, antes hacía comidas para eventos, pastel de hoja de trigo, pastel de choclo, chancho relleno y mucho más. Tuve que hacer una pausa, pero he regresado. Voy a retomar esa actividad también.