Es modista autodidacta. Diseña y confecciona trajes para los integrantes del ballet chaqueño que integran sus hijos. Amor fraterno y pasión por la costura, se unen en cada evento al ritmo del bombo, la guitarra y el violín

26 de noviembre de 2022, 7:30 AM
26 de noviembre de 2022, 7:30 AM

Música alegre y colorida indumentaria, caracterizan los ritmos chaqueños. Ella, se encarga de confeccionar la vestimenta de niñas, jovencitas y jovencitos, que son parte del Ballet Municipal Cabezas, que en cada fiesta patronal y aniversario de la sección se lucen con sus bombachones, chaquetas y vestidos con una amplia falda de más de siete metros de tela.

Hoy está de fiesta la Tercera Sección Municipal de la provincia Cordillera, Cabezas, conmemora 116 años de fundación y Lucy Orellana es parte del festejo, porque se dedica a realizar los trajes de los bailarines, se alegra con ellos, los maquilla, acompaña y participa de la algarabía de los casi 40 muchachitos y muchachitas, en cada velada.

Lucy Janeth Orellana Ferrari, nació en Yacuiba, en el hogar de Raúl Orellana (+) y Margarita Ferrari (+), es la segunda de los siete hijos que procreó esta pareja de yacuibeños, allá en el extremo sur del país, en el departamento de Tarija, capital de la provincia Gran Chaco y la ciudad más grande y poblada del Chaco Boreal.

Sí, a orillas de la extremidad sur de la serranía del Aguaragüe y en la llanura chaqueña, creció ella. De niña miraba a su madre en su máquina de costurar y seguía sus movimientos, entre los seis y siete años se animó a vestir a sus muñecas. El resto es historia, se enamoró del oficio.

Ya jovencita y esbelta como un lapacho, egresó del colegio y se mudó a Buenos Aires, Argentina, junto a su hermana mayor, en búsqueda de nuevos horizontes. Allá su tía continuó entrenándola en la máquina de costurar, esta vez fueron prendas mayores, edredones y cortinas. Cada vez se volvía más hábil con las tijeras, hilos y agujas.

Regresó a su tierra natal, al hogar amado, a los brazos fraternales, pero el destino le tenía una sorpresa. El amor la encontró desprevenida, un joven médico conquistó su corazón y se la trajo por la ruta 9. 420 kilómetros avanzaron y se asentaron en Cabezas, donde Jorge Luis Aireyu se desempeñaba en el hospital de área. Han pasado 17 años y tres hijos.

Lucy perfeccionó sus habilidades en la costura, realiza mandiles escolares, trajes para las coronaciones de las reinas de la primavera, batas y pijamas de médicos, reproduce las vestimentas de los bailarines de las danzas chaqueñas con total esmero y minuciosidad. La perfección y finura es el sello de sus creaciones.  

Mil oficios

Además de la costura, Lucy tiene una casa jardín, cientos de variedades de plantas adornan la acera de su vivienda, la sala, el baño, el comedor, la cocina y el patio interior. Por donde mire hay una flor, una mata, un árbol, una enredadera, apostadas en macetas y en la tierra. Con sus propias manos inventa macetas, las pinta y les da vida verde. En esa región con escasas precipitaciones pluviales, el riego es vital, y ella sin flojera lo hace cada noche o bien de madrugada.

Adora los animales, tiene tres perras actualmente. Cada cual más consentida y adulada por la ama de casa, comparte ese amor con sus hijos y su esposo. Siempre ha tenido cachorros y perros en casa. Se da tiempo también para ellos.

Cocina con esmero, se ocupa de ver los cuadernos de los niños, las reuniones en el colegio y comparte con las vecinas y amigas, como buena chaqueña, una mateada cada que puede robarles unas horitas a las tardes. Porque el matear no ve las diferencias de clases, ni prejuicios y une a la gente. Lucy conserva esa tradición de su pago.

Los herederos

Juan José Aireyu (14) aplaude y acompaña el zarandeo de su pareja, ella baila y ondea su inmensa falda, se detiene y solo después, el joven le saca el polvo al piso. Así es la chacarera, la llamada danza del coqueteo, que desde hace poco se ha convertido en el baile infaltable de las entradas folklóricas o las fiestas populares de las poblaciones que se encuentran al sur del país, desde el municipio denominado ‘la puerta del Chaco’, Cabezas, hasta la frontera con Argentina.

La chacarera es una danza vivaz, de ritmo ágil, de carácter alegre y festivo que se baila en parejas. Dentro de los ritmos chaqueños, también está el malambo, que por supuesto los hijos de doña Lucy, también bailan.

Arely Aireyu (17) tiene más experiencia en esas lides, desde hace nueve años se contagió de la música de sus ancestros y se mueve con mucha elegancia en cada presentación.

Mientras tanto, la más pequeña, Isis Aireyu (9) sigue los pasos de sus hermanos, ya lleva tres años coqueteando con el folklore chaqueño, es muy comprometida con los ensayos y las puestas en escena. Convence y contagia su pasión por la danza a sus compañeras de colegio. Le ayuda su carácter extrovertido y alegre.

No hay duda que estos ritmos del chaco (chacarera, gato, escondido, malambo) ya pegaron hondo en los cuerpos y mentes de la juventud boliviana de esas latitudes. Y los padres apoyan esas manifestaciones con la misma pasión, para que sus retoños se dediquen al baile como entretenimiento, y quien sabe, si llegan a ser maestros bailarines.