Cruceña. Es una mujer exitosa y apasionada por el turismo. Obtuvo la distinción como empresaria del año en Argentina. Nos confiesa qué siente, sus logros y cuáles son sus sueños

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26 de julio de 2017, 4:00 AM
26 de julio de 2017, 4:00 AM

Patricia Durán Texto: Roxana Escobar N.

Nadie es profeta en su tierra.  Esta frase parece ajustarse a la historia de vida de Patricia Durán. Esta boliviana, licenciada en turismo, nacida en Warnes (Santa Cruz), pero que vive en la provincia Misiones (Argentina) desde hace 30 años, nos cuenta los grandes proyectos y reconocimientos obtenidos en ese país vecino. La llaman la ‘empresaria del año’ por su esfuerzo para cristalizar, primero, su empresa de turismo receptivo y luego convertirse en la propietaria de dos hoteles sustentables y amigables con el medioambiente en Iguazú, que se han convertido en uno de los referentes de los turistas extranjeros. 

En marzo pasado recibió el premio tras haber sido elegida empresaria del año por la Cámara de Mujeres Empresarias de Argentina. Un galardón que lo recibió con humildad y le provocó hacer una retrospectiva de su vida, desde cuando llegó a ese país, una joven llena de sueños y desafíos, y todo lo que había logrado.

Empezó su aventura
A los 16 años, después de salir bachiller del colegio Santa Ana se fue a Posadas (Argentina) a estudiar licenciatura en Turismo. Allí se enamoró de su profesor, que después de tres años de enamoramiento se convirtió en su esposo y se fueron a vivir a Iguazú. Una vez instalados comenzaron a poner en marcha el sueño de ambos, desarrollar una empresa, una operadora de turismo receptivo, Cuenca del Plata. Lamentablemente falleció su esposo, después de siete años de matrimonio, en un accidente y ella quedó a cargo de sus dos hijos, Stefania y Alejandro Krumkamp y de la empresa. Desde aquel entonces, hace 22 años, decidió seguir adelante. Nunca abandonó su sueño y su pasión por el turismo. Incluso su madre intentó convencerla de que retorne a la capital cruceña, pero ella se resistió y, a pesar de no tener familiares, pero sí grandes amigos, quiso aportar a través de sus conocimientos y esfuerzo para engrandecer el turismo en Iguazú. 

Hoy lidera dos hoteles sustentables, uno de ellos reconocido por Rainforest Alliance, significa hotel verde, y el proyecto turístico que comenzó con cinco empleados hoy suman 300, y nueve de los gerentes son mujeres. Uno de sus hoteles, lodge La Aldea de la Selva, está instalado en la selva paranaense y allí el turista puede interactuar con la naturaleza y admirar la flora y la fauna. El Pueblito, así se llama el otro hotel, que desde el ingreso recrea la ciudad de Puerto Iguazú en sus inicios y su historia. La clave del éxito de esta cruceña radica en que desarrolló proyectos respetuosos del medioambiente y de toda la cultura y tradiciones de los guaraníes y de la comunidad. Precisamente eso le ha valido para que los empresarios, autoridades argentinas y el mismísimo papa Francisco Bergoglio reconozcan su labor en favor de las comunidades autóctonas. 

Confiesa que es una admiradora de todo el valor ambiental que posee la provincia Misiones. Pero su apego por la naturaleza, por la selva, por lo verde, está relacionado con su infancia, que disfrutó en Warnes, junto a su padre, en el campo, en la ganadería, actividad a la que se dedicaba su progenitor, Carmelo Durán. Fue uno de los primeros alcaldes de Warnes. 

Patricia remarca que sus valores y principios han sido importantes también en su vida para alcanzar el éxito en sus distintos proyectos, sobre todo los inculcados por su madre, que es su ejemplo de templanza, esfuerzo y valentía. Estos valores son los que ella también les ha transmitido a sus hijos. “Algo que siempre quedó grabado en mi mente fue lo que mi madre me dijo: nunca dependás de nadie, aprendé a valerte por ti sola”. 

Quiere dejar un legado
Si bien su sueño hubiera sido que sus hijos sigan sus pasos-su hija es abogada y su hijo estudia Ingeniería de Sistemas, asegura que su mayor anhelo es dejar un legado a la sociedad, especialmente en una provincia como Misiones, con tanto valor ambiental, y también un legado a sus hijos, a la comunidad y al país que le abrió los brazos y la acogió.