Ideó un negocio de frutos secos, dulces y galletas artesanales, abrió una tienda, la pandemia la obligó a cerrar y hoy resurge con más fuerza, porque ‘Caluchita’ mantiene la esencia de sus ancestros

28 de junio de 2022, 11:20 AM
28 de junio de 2022, 11:20 AM

Todos pertenecemos a una cultura específica, en nuestro país hay diferentes culturas que de una u otra forma están entremezcladas con las foráneas, producto de la globalización y la tecnología, esto dio lugar a una miscelánea. En mi familia y con mi emprendimiento, mantenemos nuestra esencia, Caluchita busca eso: recoger, descifrar y transformar recetas buscando el ingrediente esencial y tradicional único en cada producto, para que no olvidemos quiénes somos, y en qué vamos a convertirnos porque es bien cierta la frase ‘somos lo que comemos’. Así se expresa Yenny Yabeta Justiniano.

La emprendedora es comunicadora social, egresada de la escuela Diakonía, se desempeñó como productora audiovisual independiente hace tiempo atrás y, desde hace pocos años creó un pequeño negocio de frutos secos al que llamó Caluchita.

¿Cómo se le ocurrió la idea?

Cuando era niña comía las caluchas del totaí y motacú, en la propiedad de mi abuela y lo que sobraba, ella las convertía en aceite que se usaba de forma medicinal. Entonces, los frutos secos estuvieron siempre en un frasco en la mesa del comedor de mi casa, tal vez no con tanta variedad como lo tenemos ahora, pero siempre fue parte de nuestra alimentación.

Con los años surgió la idea de comercializarlo, yo llevaba mi 'tapeque' al gimnasio y mis amigas me pedían, fui llevando de a poco y la demanda subía cada día, no solo en ese lugar, también en mi trabajo, reuniones sociales y el lugar donde iba.

Inmediatamente empecé a pensar en abrir una tienda, inicié en el supermercado El Cristo, de la Monseñor Rivero, luego llegó la pandemia y tuvimos que cerrar la tiendita, pero ya teníamos una clientela, que continuaba pidiendo nuestros productos, entonces enviábamos a domicilio.

Ahora con la fuerte tendencia de retomar lo nuestro, lo natural y local, ha generado un movimiento en las ferias artesanales. Ahí estamos con Caluchita, pensando nuevamente en que necesitamos un espacio fijo para que nuestra marca perdure.

¿Cómo obtiene la materia prima?

Los frutos secos son una variedad de productos, algunos importados como el cajú, los pistachos, la almendra española; otros son nuestros, como las nueces, semillas de calabaza, las castañas, las almendras chiquitanas, los diferentes tipos de maíz; las legumbres, como las habas, garbanzo, poroto, soya, maní, plátano, yuca y demás; de todos estos estamos sacando los derivados.

Qué productos ofrece?

Los frutos secos, frutas deshidratadas, legumbres y cereales de donde deriva la granola, nuestras delicatessen son la línea de mermeladas y conservas cítricas, de naranjas, mandarina, grey, quinoto, frutilla con flor de jamaica y de maracuyá, todas endulzadas con chancaca y servidas al vacío; luego están los chocolates de banana deshidratadas, los de almendra, castaña, copoazú, maracuyá, tamarindo, limón y las barritas de cereales con chocolate amargo.

Las cascaritas cítricas caramelizadas con chancaca, jengibre caramelizado, maní japonés. También tenemos el chipichar (chipilo con charque), la pazoka (harina de yuca con charque), galletas de avena con coco, galletas de avena con almendras dulces y galletas con especias y cereales tipo cracker saladas.

¿Cómo es su proceso creativo?

Das el primer paso y automáticamente viene el segundo o sea que una cosa te lleva a la otra. Pero todo vienen de los recuerdos de mi niñez con mi abuela, las vivencias y los sueños, pero más que nada es compartir y trasmitir ese algo que nos hace especiales a todos y cada uno de nosotros, esa es nuestra cultura.

¿Cuál es el cuento de las caluchitas?

En estas tierras benditas de Santa Cruz, hubo un joven muy fuerte, guapo y trabajador, enamorado de una hermosa, dulce y virtuosa muchacha.

Los padres de ella, enterados del romance se opusieron a la relación; ya tenían arreglado el matrimonio de su hija con otro joven de su elección.

Los enamorados se encontraron a orillas del arroyo para verse por última vez, entre besos y profundos sollozos la noche los cubrió.

Los encontró el amanecer entrelazados con sus fuertes brazos. De tanto amor y calor; sus miradas, sus bocas y sus cuerpos se unieron y fundieron en uno solo, quedando totalmente unidos y para alegría de los dos, se les hizo imposible separarse.

Así nació el primer bibosi en motacú; cargados de frutos por doquier; como símbolo de juventud impetuosa, salud, fertilidad, abundancia y amor eterno.

Cuentan que, del amor de esos dos, nacieron las caluchitas, portadoras de vida. Quienes comen sus frutos y beben sus jugos no solo alimentan el cuerpo sino también la mente y el espíritu; generando el equilibrio que cura todas sus enfermedades.

Los abuelos decían que los frutos, jugos y semillas de las caluchitas poseen una magia, tan pero tan valiosa, que es la esencia de la vida.