La canciller de ese país admitió recientemente que su país y Bolivia deben negociar por recursos hídricos. Voces similares se escuchan en Santiago, pero en la CIJ, el equipo chileno mantiene el ceño fruncido.

13 de abril de 2022, 4:00 AM
13 de abril de 2022, 4:00 AM

Autoridades y exautoridades chilenas reconocen que Chile sufre por los recursos hídricos y debe negociar con Bolivia. Pese a ello su estrategia jurídica en La Haya es agresiva y reticente a pagar por el uso del Silala.

Bolivia abre este miércoles la segunda ronda de alegatos en la Corte Internacional de Justicia (CIJ)y debe responder a la memoria de Chile sobre la contrademanda planteada por el Silala.

El diario Tiempo Argentino, preguntó en una reciente entrevista a la canciller chilena Antonia Urrejola sobre la demanda marítima boliviana. Le recordó que hace semanas el presidente boliviano Luis Arce dijo que retomarán las relaciones diplomáticas si se encuentra una solución a ese conflicto, ¿es posible?

Su respuesta no fue diferente a las que suelen dar los cancilleres trasandinos cuando se les pregunta de este tema, menos en una cosa, que ve el futuro negociando con Bolivia por otros intereses, entre ellos, el agua.

“Hay un fallo de La Haya que le da la razón a Chile. Es un tema que los bolivianos en su propia Constitución establecen su aspiración de tener derecho al mar. Me parece que es una aspiración legítima, pero hay un fallo y Chile es respetuoso del fallo. No está en la agenda de hoy, pero sí queremos buscar una agenda más proactiva con Bolivia en otros temas que tenemos en común como el uso compartido de los recursos hídricos o el tema litio”, señaló la jefe de la diplomacia del vecino país.

Sin embargo, en el proceso ante La Haya, el tono es agresivo. El lunes, el equipo chileno que demanda a Bolivia por el uso de las aguas del Silala echó en cara a Bolivia que en 1962 rompió negociaciones con Chile por el uso del río Lauca. Remarcó en tono triunfalista que el fallo debe ser acogido por el gobierno boliviano y en ningún caso evitado.

La agente chilena Ximena Fuentes subrayó que ambas naciones comparten al menos 16 cursos de agua y una serie de acuíferos transfronterizos.

“Es muy difícil hablar de recursos hídricos compartidos cuando una de las partes, como sucede en el caso de Bolivia, piensa que como Estado aguas arriba tiene derechos soberanos exclusivos sobre algunas o todas las aguas del río Silala, y como Estado aguas abajo reivindica su derecho de veto sobre los usos aguas arriba del río Lauca”, expresó.

Teodoro Ribera, rector de la Universidad Autónoma de Chile y ex ministro de Relaciones Exteriores de ese país, escribió para el diario La Tercera.

Coincide con la agente de que los cursos de agua han sido un tema complejo en la agenda con Bolivia. “Solo basta recordar que el vínculo diplomático entre ambas naciones se rompió en 1962 cuando el entonces Presidente boliviano Víctor Paz Estenssoro quebró el diálogo con Chile debido al desvío de las aguas del río Lauca”.

Chile, aunque eleve el tono, y señale que no aceptará pagar un centavo por el uso de las aguas del Silala, sufre por ese recurso, y según sus propios expertos no le queda otro camino que negociar.

El excanciller Ribera apuntó que más allá de la resolución de la Corte, “en el actual escenario de escasez hídrica resulta fundamental llegar a un gran acuerdo entre Santiago y La Paz para un manejo adecuado de las cuencas hidrográficas y los acuíferos transnacionales”.

Su propuesta se basa en la premisa de que avanzar en esta materia no es solo conveniente para Chile, que vive lo que se ha catalogado como “megasequía”, sino que también para Bolivia que, de acuerdo con diversos estudios, también tiene riesgo de sufrir déficit de agua en algunas zonas en los próximos años.

“Evidencias recientes que ratifican este crítico panorama es que ya se secó el lago Poopó, el segundo más grande del país, y es inminente la desaparición del glaciar Tuni”.

Por ello, dijo que se hace necesario generar instancias -dentro de la institucionalidad internacional que regula el manejo de las cuencas hidrográficas comunes- que permitan estudiar la disponibilidad de recursos de agua subterránea y superficial y, a partir de esos resultados, establecer una estrategia binacional para su utilización.

En base a ese plan de trabajo, ambos países pueden definir no solo las inversiones necesarias en infraestructura -plantas desaladoras, por ejemplo-, sino que también soluciones que permitan disminuir los recursos que se pierden en la distribución y en fijar políticas que permitan una gestión sostenible y racional de los recursos hídricos. Sin embargo, Chile en la corte Chile mira a Bolivia con el ceño fruncido.