Las elecciones están fijadas para el 2 de octubre

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7 de septiembre de 2022, 8:00 AM
7 de septiembre de 2022, 8:00 AM

En menos de 4 semanas, los brasileños están llamados a las urnas para elegir entre el exsindicalista Inácio Lula da Silva y el actual presidente Jair Bolsonaro.  Lula, que pasó 8 años al frente del país, lidera las encuestas. Está muy por delante de su rival, que cuenta con el bicentenario de la independencia, el miércoles 7 de septiembre, para movilizar a sus tropas.

Por Achim Lippold

Jair Bolsonaro, elegido sorpresivamente hace cuatro años, necesita un impulso para repetir la hazaña de 2018. Por el momento, se le atribuye algo más del 30% de las intenciones de voto en la primera vuelta, frente a cerca del 44% a favor de su rival de izquierdas Lula. 

Para el analista político Gaspar Estrada, Lula mantendrá seguramente esta ventaja porque es poco probable que el electorado se mueva de aquí al 2 de octubre, fecha de la primera vuelta. 

"Es una elección singular porque por primera vez un ex presidente se enfrenta a un titular", explica el politólogo Gaspard Estrada. "Ambas personalidades son muy conocidas y su electorado está muy dividido. La elección de los votantes a favor de su candidato se hizo mucho antes del inicio de la campaña oficial. Esto significa que la parte del electorado que aún puede cambiar o no ha hecho su elección es bastante pequeña”, estima.

Un bicentenario bajo tensión

En una señal de las tensiones entre los dos bandos, Lula decidió no convocar una contramanifestación para este miércoles, por temor a enfrentamientos entre sus partidarios y los de Jair Bolsonaro. “Este miércoles, la calle es de los partidarios de Bolsonaro", dijo un funcionario del Partido de los Trabajadores a la prensa brasileña. 

Gracias a los desfiles militares en Brasilia y Río de Janeiro y a las manifestaciones en la mayoría de las grandes ciudades, el presidente en funciones espera movilizar masivamente a sus votantes. En su editorial del miércoles, el diario Folha de Sao Paulo critica duramente esta "usurpación de los días festivos con fines electorales".

El año pasado, con motivo de los días festivos del 7 de septiembre, los partidarios de Jair Bolsonaro intentaron invadir el Tribunal Supremo en Brasilia. El presidente de extrema derecha dijo que "sólo Dios podría destituirlo", alimentando los temores de que no reconozca el resultado de las elecciones. Hace apenas unos días, Jair Bolsonaro volvió a atacar al Tribunal Supremo. Llamó "vagabundo" a su presidente, porque abrió una investigación contra empresarios "bolsonaristas" que defendieron en un grupo de WhatsApp la necesidad de un golpe de Estado si su candidato perdía las elecciones. 

Críticas al sistema judicial y al sistema electoral

Sembrar la duda sobre la fiabilidad de las elecciones forma parte, en efecto, de la estrategia de los gobernantes. Otra parte consiste en presentarse como quien defiende a los más desfavorecidos, destacando que ha aumentado las ayudas sociales, lo cual es cierto. 

Pero este discurso no cuaja, porque el tema de la pobreza, el acceso al empleo y la educación ya lo encarna su rival, el antiguo sindicalista. "Mi sueño es que el pueblo brasileño tenga acceso a la universidad y construir el país que queremos tener: un país grande y rico. Me gustaría que los jóvenes pudieran estudiar y hacer que Brasil fuera competitivo con otras naciones", dijo Lula hace unos días en un discurso en el noreste, la región más pobre del país. "Cuando llegamos al poder en 2002, había tres millones y medio de estudiantes. Al final de nuestro gobierno, había 8 millones. Pero quiero 20 o 30 millones de estudiantes, cuantos más mejor”, sostuvo. 

La estrategia de Lula

Esta cita resume bastante bien la estrategia electoral de Lula, que juega la carta de "conmigo era mejor", y destaca las políticas llevadas a cabo durante sus dos mandatos anteriores. "Está haciendo campaña con su historial económico y social positivo, diciendo: 'Lo hice una vez, lo haré una segunda vez, pero más rápido y mejor'", explica Gaspar Estrada.

Para las elecciones presidenciales, esta estrategia parece funcionar, pero según las encuestas, el Partido de los Trabajadores y sus aliados no tendrán mayoría en el Congreso, que también se renovará en parte. Si gana, Lula tendrá que negociar con el poderoso grupo de centro-derecha, que hasta ahora ha apoyado al presidente de extrema derecha Jair Bolsonaro.