Ha sido objeto de críticas, con miembros que la acusan de falta de lealtad e incluso de socavar la organización

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14 de junio de 2021, 17:30 PM
14 de junio de 2021, 17:30 PM

El líder turco Erdogan estará presente en la cumbre de la OTAN, donde tiene previsto reunirse con su homólogo estadounidense Joe Biden y el presidente francés Emmanuel Macron, entre otros. Turquía ha sido objeto de críticas, con miembros que la acusan de falta de lealtad e incluso de socavar la OTAN. Ankara, por su parte, reivindica tanto su anclaje en la alianza occidental como una política exterior independiente.

Durante los últimos cinco años, algunas de las decisiones de Turquía han provocado dudas, incluso malestar, dentro de la OTAN. Como por ejemplo cuando el gobierno turco compró un sistema de defensa a Rusia, sabiendo que es incompatible con los de la Alianza Atlántica, o cuando lanzó ofensivas en el norte de Siria, o también cuando sus barcos se enfrentaron a buques griegos en el Mediterráneo oriental, o a buques franceses frente a las costas libias. Algunos Estados miembros de la OTAN, como Francia y Estados Unidos, acusan a Turquía de no comportarse como un aliado.

Por el contrario, las autoridades de Ankara sostienen que su país sigue siendo un pilar de la OTAN en su flanco sur y que, lejos de perjudicar a la Alianza en beneficio de Rusia, Turquía sería, de hecho, la única que contendría las ambiciones rusas en Siria, Libia u otros lugares.

El problema es que Turquía se siente a la vez amenazada y envalentonada por el debilitamiento o la inestabilidad crónica de sus vecinos de Oriente Medio - como Irán, Irak, Siria- en un momento en que Estados Unidos se está desentendiendo de la región. Por lo tanto, quiere jugar en todos los frentes para preservar y maximizar sus intereses. Pero esta pretensión de independencia, que además sustenta todo un discurso electoral a nivel interno, no encaja con la lógica de la Alianza. Y no parece que esto vaya a cambiar.

¿Se reconciliará Turquía con sus socios de la OTAN?

Dos reuniones al margen de la cumbre de la Alianza Atlántica servirán de barómetro de las relaciones. Antes de la apertura de la cumbre, el presidente turco se reunirá con el presidente francés, una señal de la voluntad de suavizar las relaciones entre los jefes de Estado tras las tensiones del año pasado (recordemos que Recep Tayyip Erdogan cuestionó en octubre la "salud mental" de Emmanuel Macron).

Y al margen de la cumbre también tendrá lugar el primer intercambio en directo entre Joe Biden y Erdogan. La relación entre los dos líderes es complicada y los temas sensibles numerosos, como la adquisición de antimisiles rusos, algo que le reprochan muchos líderes occidentales y en particular Biden, que inaugura una línea diplomática más firme hacia Moscú. Ankara también es cuestionada por sus intervenciones militares en Siria, Libia y el Cáucaso. En estos dos últimos escenarios, Turquía niega la presencia de soldados y sólo menciona a los asesores.

Biden siempre ha sido muy severo con Erdogan. Hace un año y medio, el candidato a la Casa Blanca calificó al presidente turco de autócrata, y también recomendó apoyar a la oposición. Por su parte, Turquía culpa a Estados Unidos de albergar a Fethullah Gülen, al que considera responsable del fallido golpe de Estado de 2016. Pero lo que Turquía más pide a Washington es un mayor compromiso contra el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Ankara no distingue entre esta organización clasificada como terrorista por Occidente y los miembros del YPG en Siria.

Un tema podría ver un avance concreto: Afganistán. Tras la salida de las tropas estadounidenses, el ejército turco podría quedarse y protegería el aeropuerto de Kabul, la principal vía de salida de diplomáticos y humanitarios.