El anfitrión, Joe Biden, dice querer sentar nuevas bases en la relación entre Washington y América latina y el Caribe pero su decisión de no invitar a Cuba, Venezuela y Nicaragua ha sembrado incertidumbre sobre el éxito de esta convocatoria

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6 de junio de 2022, 9:30 AM
6 de junio de 2022, 9:30 AM

Comienza sobre arenas movedizas este lunes la Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, la ciudad estadounidense que cuenta con la mayor comunidad hispana. El anfitrión, el presidente Joe Biden, dice querer sentar nuevas bases en la relación entre Washington y América latina y el Caribe pero su decisión de no invitar a Cuba, a Venezuela y a Nicaragua ha sembrado incertidumbre sobre el éxito de esta convocatoria.

Las ausencias marcarán una Cumbre de las Américas que el presidente Joe Biden quería utilizar para impulsar el comercio desde Alaska hasta la Patagonia y para afrontar retos comunes como la inflación, la inmigración y el cambio climático.  

Pero el mandatario estadounidense se arriesga a un colosal fracaso ante la amenaza de México de boicotear el certamen en protesta por la exclusión de los líderes de Cuba, Venezuela y Nicaragua, bajo el argumento de la Casa Blanca de que son un obstáculo para el orden democrático.  

El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador no asistirá por ejemplo al inicio de la convención este lunes 6 de junio.

Escuchar mejor a sus vecinos

Biden ha tropezado reiteradamente en su política para el hemisferio. Su paquete de ayuda de 4.000 millones de dólares está estancado en el Congreso. Rusia y China fueron más rápidos y eficientes en su diplomacia sanitaria, adelantando a Washington en el envío de vacunas contra la Covid-19. 

Incluso el presidente estadounidense pareció menospreciar a Chile al mandar a una funcionaria de bajo rango en su gabinete a la toma de posesión del nuevo presidente, Gabriel Boric.  

Biden precisa escuchar a sus vecinos en vez de presentar una gran visión estadounidense para una región que ya ha abrazado a otros poderes como Rusia y China en su intento de recortar la sideral desigualdad entre los países de la zona y la tradicional desconfianza que tienen en Estados Unidos.