Muchos leales se han marchado en los últimos días, temiendo represalias. Otros se han quedado, pero están igual de preocupados.

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16 de diciembre de 2024, 9:04 AM
16 de diciembre de 2024, 9:04 AM

Ocho días después de la caída de Bashar al-Asad, la vida vuelve a la normalidad en Siria. El domingo reabrieron las escuelas en todo el país. Pero en la región costera, reputada pro-régimen, ocurre lo contrario: las ciudades se vacían. 

Con Manon Chapelain, enviada espacial a Qardaha

Sentados a lo largo de una carretera llena de baches, un grupo de amigos recuerda una y otra vez la escena del 8 de diciembre. Decenas de hombres han venido aquí, a Qardaha, el pueblo natal de la familia Asad, para dar con los leales al dictador depuesto.

Sin embargo, “no todos los que estamos aquí somos pro-régimen”, dice Ahmed con pesar. “En cuanto cayó el régimen, aquí se desató el caos. Hay mucha gente que odia nuestro pueblo, un odio antiguo. Pero la mayoría de la gente de aquí no hizo nada. Esa gente empezó a robarnos, y no sabíamos si eran del grupo HTS (grupo rebelde islamista radical Hayat Tahrir al Sham) o no”.

Uno a uno, los pobladores cuentan sus historias: muchos de ellos tuvieron acceso a puestos privilegiados en las administraciones del régimen. Aquí, un empleado del Ministerio de Finanzas, allí un viejo soldado e incluso un guardia de seguridad privada de la familia Asad en Damasco. Subhi asegura que nunca los ha apoyado: “Nunca he matado a nadie ni he utilizado armas contra nadie en Siria. Sigo confiando en que no me pasará nada. Sólo le temo a Alá”.

Casas saqueadas, coches destrozados

En Qardaha, los coches pro-régimen han sido embestidos y las casas saqueadas. No queda nada, ni puertas de armarios, ni lavabos, ni siquiera ramas de árboles en los jardines. Hasán vino a cortar las ramas al parque de la familia Assad: “Corté esta madera para hacer fuego para mis hijos, porque no tengo con qué calentarlos. No hay combustible ni nada en Qardaha. La vida es muy dura aquí. ¡Y mira este parque!”, se exclama.

Según la ONU, desde la caída del régimen, casi 155.000 personas se han visto obligadas a huir por segunda vez.