Una de las bandas trata de recuperar el territorio que le arrebataron en 2018. Los disparos son constantes. Los habitantes se han convertido en rehenes dentro de sus propias casas

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28 de abril de 2022, 21:05 PM
28 de abril de 2022, 21:05 PM

Desde el pasado 24 de abril, los suburbios del noreste de Puerto Príncipe, la capital haitiana, se han convertido en una verdadera zona de guerra. Sus habitantes son los rehenes de enfrentamientos mortales entre dos bandas: los 400 Mawozo, expulsados de este territorio en 2018, intentan ahora recuperar su control de manos de la banda criminal liderada por el hombre que se hace llamar "Chien méchant" (perro malo). Testimonios.

Por Stefanie Schüler.

"Nos despertaron unos intercambios de fuego muy violentos el pasado sábado por la noche. El domingo por la mañana, los oímos desde lejos. Fuimos a la iglesia. Pero durante la misa, estaban disparando justo al lado. No pudimos salir de la iglesia. Desde entonces, la situación empeora hora tras hora. Hasta ahora hay disparos. No siempre sabemos de dónde vienen", dice un residente bajo condición de anonimato. Para no comprometer su seguridad, hemos decidido no revelar su lugar de residencia ni el de los demás testigos en este artículo.  

Santo, Marin, Shada, Croix-des-Mission, Butte Boyer, Bon Repos son los nombres de localidades que forman parte de una zona llamada Plaine du Cul-de-Sac, que se encuentra en la salida noreste de Puerto Príncipe. Y desde hace cuatro días, el aire se llena con las incesantes ráfagas de armas automáticas de gran calibre. Según los testigos, los miembros de una de las mayores bandas de Haití, los 400 Mawozo, están tratando de recuperar el control de este territorio, que perdieron en 2018 a manos de un grupo criminal liderado por un hombre que se hace llamar "Chien méchant". Los vídeos que circulan por las redes sociales muestran las calles cubiertas de casquillos, testigos de la violencia de los combates.

"Un miembro de una banda fue quemado vivo" 

"En las filas de ambas bandas hay muchas víctimas", dice este hombre que vive en el corazón de los enfrentamientos. "En mi calle, un miembro de la banda fue quemado vivo, junto con su moto. Fue aterrador. Mis hijos gritaron. Había pánico", cuenta.

Los habitantes de las localidades afectadas por la violencia se refugian en sus casas. "Desde el domingo, estamos encerrados. Ni siquiera podemos salir al patio porque en cualquier momento hay disparos. Incluso nos pueden disparar dentro de la casa", describe una madre de familia. "Muchos civiles fueron heridos y matados en sus casas", dice otro testigo, que explica que en su barrio "la gente suele vivir en casas de hojalata sin vallas. Estas casas no son un refugio para ellos. Las balas atraviesan las paredes".

"Una mujer que conozco bien murió ayer", cuenta una residente, con la voz entrecortada por las lágrimas: "Estaba embarazada. Fue alcanzada por un proyectil. Conseguimos llevarla al hospital. Pero no tuvo suerte. Murió a la salida del hospital. Y su bebé también", agrega.

"Las mujeres son violadas"

Pero según los relatos de los habitantes de la Plaine du Cul-de-Sac, los civiles no sólo fueron alcanzados por balas perdidas. Varios de estos relatos también mencionan los abusos cometidos por las bandas contra la población. "Es realmente horrible. Hay muchísimos disparos. Las bandas están quemando casas, también coches", dice una joven. "Los pandilleros entran en las casas de la gente y los matan. Las mujeres son violadas", afirma un anciano que vive en medio de los combates.  

Toda la Plaine du Cul-de-Sac está ahora sitiada: "Chien méchant ha levantado barricadas en varias carreteras para impedir que los 400 Mawozo lleguen con refuerzos. La zona está completamente bloqueada. No hay nada de tráfico. Nada funciona. Las escuelas están cerradas, al igual que los comercios y las pequeñas empresas. Nadie puede ir a trabajar. Hoy debería haber salido a trabajar, pero no puedo. Estamos completamente bloqueados, sólo oímos disparos", añade.

El agua y la comida empiezan a escasear

En el cuarto día de los sangrientos enfrentamientos en el norte de la capital, ha surgido otro problema: el acceso a los alimentos y, sobre todo, al agua potable. La mayoría de los haitianos se ven obligados a vivir al día y no tienen reservas que les duren.

"Hemos decidido reducir nuestro consumo. Pero después de tres días, nuestras reservas se han reducido considerablemente", explica un residente. "No me queda agua potable en casa. El agua que nos quedaba nos la acabamos de beber. No sé cómo lo haremos mañana", se preocupa su vecina.

Cada vez son más las familias que no ven otra solución que arriesgar su vida para huir de las zonas de combate. "Hay habitantes de esta zona que han abandonado sus casas para refugiarse en la plaza pública de Clercine y también en el ayuntamiento de Tabarre", informa un vecino. En este momento, no se sabe cuántas familias están reunidas en las plazas públicas de estas dos localidades. Pero, según los testimonios, estos desplazados se encuentran en condiciones extremadamente precarias, sobre todo porque ha llovido mucho en los últimos días.

"Los que no han tenido la oportunidad de salir se mantienen informados", dice un padre que no se ha atrevido a salir con su familia por las balas que silban alrededor de su casa: "Cada noche, esperamos poder seguir con nuestros asuntos al día siguiente. Sin embargo, los enfrentamientos son cada vez más intensos". 

El miedo a que se repita Martissant 

La violencia en la Plaine du Cul-de-Sac recuerda a la guerra de bandas que desde junio de 2021 perturba la vida de los habitantes de Martissant, en la periferia sur de Puerto Príncipe. Los delincuentes controlan un tramo de la carretera nacional nº 2, que separa la península sur de Haití de la capital y del resto del país. Mientras los sangrientos enfrentamientos entre los 400 Mawozo y Chien méchant siguen, los residentes tiemblan al pensar que esta situación podría llegar a ser tan permanente como en el sur de la capital.

"Quiero que las autoridades de este país digan algo. Porque hace unos meses fue Martissant, luego fue Croix des Bouquets y ahora nos pasa a nosotros en la Plaine. No puedo soportar más esta situación", denuncia una mujer.

"Y lo peor es que no sabemos si va a haber una tregua, cuándo podremos salir", añade su amiga: "Nos quedamos ahí, impotentes, esperando un milagro. Porque no podemos esperar nada de las autoridades".   

El silencio ensordecedor del gobierno de Ariel Henry

El martes, el gobierno provisional del primer ministro Ariel Henry emitió una declaración que pretendía subrayar la voluntad de las autoridades de garantizar el orden público. Pero el texto no menciona la situación en la Plaine du Cul-de-Sac. "Estamos abandonados en manos de bandas que nos impiden vivir con normalidad", suspira una joven haitiana.

"Yo ya no espero nada. Porque esto se está convirtiendo en un caso clásico: recuerden las otras zonas afectadas por enfrentamientos entre bandas armadas. Muchos han esperado [a que el gobierno tome las riendas]. Yo me espero lo peor", lamenta un padre de familia.