El Gobierno de coalición liderado por los socialistas acaba de aprobar una ley que exige una representación más igualitaria de mujeres y hombres en la política, los negocios y otras esferas de la vida pública

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8 de marzo de 2023, 6:50 AM
8 de marzo de 2023, 6:50 AM

La ley trans y la del "sólo sí es sí" han creado serias divisiones dentro del gobierno español que manifiesta dos maneras distintas de entender el feminismo en este 8M. Se cruzan multitud de elementos sociales y políticos para que el feminismo español,  modelo de referencia para otros países, aparezca ahora como profundamente fracturado

Con nuestro corresponsal en Madrid, Luis Méndez y la redacción en París

 

El avance social puede crear división incluso en el seno de corrientes de coalición y eso es lo que está pasando en el gobierno español a partir de leyes modernas que se ajustan a las realidades de los nuevos tiempos pero son miradas con ópticas distintas desde el progreso. 

En el centro de esta cuestión se sitúa el feminismo y las celebraciones de este 8 de marzo, siempre popular en España, pero que desde hace algunas ediciones llega dividido.  

En muchos casos se han convocado dos marchas distintas que parecen una suerte de posición en torno a la ley trans, y las posiciones del Ministerio de Igualdad de Irene Montero, que en una reivindicación de las decenas de cuestiones que todavía lastran a las mujeres como feminicidios, violencia sexual o brecha salarial.

El Gobierno de coalición liderado por los socialistas acaba de aprobar una ley que exige una representación más igualitaria de mujeres y hombres en la política, los negocios y otras esferas de la vida pública. Sin embargo, esta medida difícilmente servirá para aplacar los ánimos en el movimiento feminista que se encuentra más dividido que nunca sobre todo a raíz de la promulgación de la ley de transexualidad que reconoce que los hombres que optan por el cambio de sexo tienen los mismos derechos que las mujeres, algo con lo que no está de acuerdo un sector del feminismo clásico. 

Más recientemente, otra de las manzanas de la discordia ha sido el efecto indeseable de la ley que establece el consentimiento explícito de la mujer para mantener relaciones íntimas, la llamada ley "del sólo sí es sí" y cuyos errores han permitido rebajar las penas de cárcel a unos 700 agresores sexuales, lo que ha obligado a rectificarla a pesar del rechazo de la izquierda emergente de Podemos que alega que son los jueces más conservadores los que están malinterpretando la medida. 

Las dos leyes que por distintas razones han avivado la polémica fueron impulsadas por Podemos, un partido que ha ido retrocediendo en las urnas y que está cada vez más distanciado de los socialistas con quienes comparte gobierno. 

 

Ambas corrientes separadas por 2 asuntos clave

El feminismo clásico español y el llamado queer comparten demandas como la defensa de la sanidad pública, acabar con el empobrecimiento de las mujeres o los asesinatos machistas. Pero las separan dos cuestiones básicas que han ido incrementando su peso en la actualidad a partir de las nuevas leyes. Una de forma nítida: la normativa para el colectivo LGTBI+. Y otra no tan definida: la prostitución. 

En este último caso y aunque existen posiciones más transversales, el movimiento clásico estaría más cercano a las posiciones abolicionistas y se opone de forma contundente a cualquier mercantilización del cuerpo de la mujer (como el caso de los vientres de alquiler) mientras que las posiciones queer parecen más ambiguas al respecto. 

Todo ello, y quizás por ello,  en un momento en el que España tiene un gobierno de coalición que ha venido a calificarse como "el más feminista de la historia". La visibilidad de estos temas, vista desde el exterior, nunca tuvo tanto impacto.