Su formación militar la adquirió en las filas saharauis y su radicalización violenta empezó desde la oposición a los dirigentes del Polisario.

El Deber logo
16 de septiembre de 2021, 11:53 AM
16 de septiembre de 2021, 11:53 AM

El cabecilla del grupo Islámico en el Gran Sahara (EIGS), Adnan Abu Walid al-Sahrawi, fue abatido por Francia, anunció el miércoles el presidente Emmanuel Macron. Su semblanza, por la corresponsal de RFI en Marruecos.

Adnan Abu Walid al-Sahrawi era conocido por su militancia en el movimiento independentista del Frente Polisario, situado en Tinduf (Argelia). Su formación militar la adquirió en las filas saharauis y su radicalización violenta empezó desde la oposición a los dirigentes del Polisario.

En 2011, al Sahrawi integró la organización de MUJAO (Movimiento por la Unidad en el África Occidental) que se escindió de Al Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI) debido a fisuras internas entre los argelinos, saharauis y mauritanos. El origen de las fracturas se sitúa en el reparto económico de los secuestros de occidentales y de las operaciones de tráfico de drogas. De hecho, la aparición de MUJAO se produce con el secuestro de tres rehenes europeos en los campamentos de refugiados de Tindouf (Argelia).

Con el tiempo, Al Saharaui se separó de uno de sus principales aliados, Mokhtar Belmohtar, también conocido por un historial de secuestros en la región saheliana, y decidió asentar en 2015 su propia estructura alineándose al llamado Estado Islámico, rindiendo pleitesía a Al-Bagdadi y compitiendo con al Qaeda en el Magreb Islámico, la organización que hasta el momento se había apoderado de todo el campo de la violencia política. 

Ganó una notable credibilidad entre sus seguidores, forjó su liderazgo al frente del Estado Islámico en el Sahel y supo reclutar combatientes sobre todo de la etnia peul, sometida a la esclavitud de las comunidades árabes y tuaregs.

Su organización destacó por sus ataques particularmente mortales en Mali, Níger y Burkina Faso, países que son blanco recurrente de ataques de grupos yihadistas armados.  A finales de 2019, inició una serie de ataques contra bases militares en Mali y Níger. Y el 9 de agosto de 2020, en Níger, ordenó personalmente el asesinato de seis trabajadores humanitarios franceses y su guía y conductor nigerino.

El asesinato de Al-Saharaui no derrota el terrorismo, tampoco lo debilita, sobre todo en esta región en donde las organizaciones armadas funcionan cada vez más autónomas y se fusionan con los grupos de la economía criminal o la delincuencia.