Hay una estabilidad política y tecnológica que hace que hace cada vez más difícil diferenciar lo verdadero de lo falso, lo real de lo artificial, explica Artur Romeu, director para América latina de RSF.

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3 de mayo de 2023, 12:16 PM
3 de mayo de 2023, 12:16 PM

De los 180 países evaluados por la ONG Reporteros Sin Fronteras (RSF), en 118 (es decir dos tercios del total) se destaca como obstáculo mayor para el libre ejercicio del periodismo la implicación de actores políticos en campañas sistemáticas de desinformación masiva.  

Hay una estabilidad política y tecnológica que hace que hace cada vez más difícil diferenciar lo verdadero de lo falso, lo real de lo artificial, explica Artur Romeu, director para América latina de RSF.

La clasificación mundial que la ONG dio a conocer este miércoles 3 de mayo, con ocasión del Día Mundial de la Libertad de Prensa, revela que en siete de cada diez países las condiciones del ejercicio del periodismo son malas y satisfactoria en solo tres de cada diez.

RFI: ¿Cómo opera esta Fábrica del engaño y la simulación desde el ejercicio del poder?

Hay una inestabilidad política y también tecnológica que hace que sea más difícil hacer la diferenciación entre lo que es verdadero y lo falso, lo real y lo artificial. La frontera entre los hechos y los artefactos es cada vez más difícil de entender y está muy bien manipulada por actores políticos en varias partes del mundo. No es una tendencia que identificamos en un país aislado. Nos parece importante destacar el impacto que esa industria del engaño sobre el ejercicio periodístico, la libertad de prensa y el cotidiano de los periodistas y los medios de comunicación. Y me parece que lo importante es mencionar justamente el fenómeno. O sea, que se utilice la desinformación y la propaganda, de manera que están casi siempre conectadas con una estrategia de violencia contra periodistas en las redes sociales.

Se está normalizando de parte de los líderes políticos intentar reforzar su control sobre el discurso público. Esa es la estrategia: manipular -con el uso de la tecnología y a través de movimientos políticos de sus bases políticas- la verdad y los hechos alternativos, como una vez le dijo a Donald Trump, para obtener mayor control sobre el debate público porque ya no tiene que responder a los cuestionamientos de la prensa 

RFI: Son estrategias a las que también recurrieron presidentes como Donald Trump o como Bolsonaro.

Exactamente. Es interesante destacar los desafíos tecnológicos, o sea, las herramientas de    inteligencia artificial y también la manera como se están utilizando los algoritmos de las redes sociales, entre otras estrategias propias del desarrollo tecnológico de nuestro tiempo para manipular más fácilmente la verdad, como las deep fake, que hacen tan difícil que se reconozca una imagen como verdadera o falsa. La frontera entre lo real y lo falso es cada vez más difícil de observar, no solamente por las prácticas políticas, que ya habíamos visto en los últimos años, sino también con los nuevos desafíos sociales que trae la tecnología o el desarrollo de la tecnología.

RFI: Imagino que esto puede también ir asociado con el hecho de que en las redes sociales no se exige contrastar fuentes…

 Uno de los grandes desafíos de nuestro tiempo es cómo abordar el tema del espacio, la información y de la democracia con la llegada de las redes sociales y otras herramientas tecnológicas. En menos de una generación hubo un cambio muy grande en la manera cómo se produce, circula y se consume la información periodística. Y entonces en alguna medida es natural que ese tipo de desconfianza sobre los medios o los desafíos que se impone en términos de alfabetización mediática, hasta el punto que hoy podemos hablar de alfabetización mediática, sobre cómo entender, recibir, leer, percibir críticamente una información periodística.  Cuál es la responsabilidad de las plataformas en términos de garantizar mayor transparencia sobre sus funciones o sus algoritmos, sobre la responsabilidad de los contenidos. O sea, no hay ninguna respuesta única y fácil y es más bien el gran desafío de nuestro tiempo.

RFI: Según el informe, en siete de cada diez países el periodismo se ejerce en condiciones malas y solo en tres de cada diez se ejerce de manera satisfactoria. En este espectro dónde se encuentra América Latina.

 Hay una tendencia muy fuerte en América Latina que, desafortunadamente, tiene que ver con el tema de la violencia. En 2022 la mitad de los periodistas asesinados en el mundo fueron asesinados en América Latina, sobre todo en México, pero también -y por primera vez en una cifra tan alta- en Haití.  También hubo homicidios de periodistas en México, Brasil, Colombia, Ecuador, América Central, Honduras. En varios países de América Latina es posible contabilizar e identificar esos asesinatos, que son más bien la punta del iceberg en la ejecución de la cadena de violencias en contra de la prensa, que involucran agresiones físicas, amenazas, campañas de desinformación, de odio, procesos judiciales abusivos.

RFI:  Reporteros sin Fronteras insiste mucho en el vínculo entre inestabilidad política y los problemas que tiene la libertad de prensa. Y, además de la violencia, América Latina en 2022 brilló por su inestabilidad política.

 Creo que la mayor baja en la clasificación de Reporteros Sin Fronteras en el continente es la de Perú. Especialmente desde la destitución del presidente Pedro Castillo en diciembre pasado. Entonces hubo una ola de manifestación popular en todo el país que fue duramente reprimida y eso ha creado una desconfianza de parte de la sociedad peruana frente a las instituciones democráticas, pero también frente al rol de la prensa y sobre todo una prensa que es percibida por la población como aliada de las élites políticas y económicas del país andino. En Haití ocurrió lo mismo, también asociado a un escenario de inestabilidad política muy grande desde el asesinato del expresidente en 2021.

RFI:  Pero el continente muestra sorpresas en esta evaluación. Costa Rica, que era el mejor clasificado en libertad de prensa, bajó del puesto ocho al 23, y Brasil, en cambio, se trepó a un buen lugar en esta clasificación.

 

 Quizás, la gran sorpresa en América Latina es Brasil, el país que tuvo la más alta  clasificación 2023 de Reporteros sin Fronteras. Esa alza no tiene que ver con lo que fue el año 2022 en Brasil para la prensa, porque fue un año súper difícil, un año electoral, mucha desinformación, mucha polarización, muchos casos de violencia en contra de la prensa, asesinato del periodista británico Dawn Phillips, un colaborador de medios y otro bloguero también fueron asesinados el año pasado.

Tiene que ver con la alternancia de poder. El gobierno Bolsonaro, caracterizado como una pesadilla para la prensa en los últimos cuatro años, llega al final en las elecciones del 30 de octubre, y entonces se percibe una expectativa de regreso a la normalidad en las relaciones entre el poder, entre el gobierno y la prensa. Justamente la alternancia de poder que tuvo efectos positivos en Brasil, tuvo el efecto inverso en Costa Rica. Es decir, la llegada del nuevo mandatario en Costa Rica, que es más hostil a la prensa, hizo que el país cayera en la clasificación. Está en la posición 23, bajó 15 posiciones, pero aun así sigue muy bien clasificado. Es un país donde se respeta mucho la libertad de prensa en las Américas.