Cuando se besa, se activan 34 músculos, el cerebro recibe más oxígeno, se queman calorías y se liberan varias hormonas

13 de abril de 2023, 13:25 PM
13 de abril de 2023, 13:25 PM

Los besos ayudan a reducir el estrés y la ansiedad; pero también son capaces de liberar adrenalina equivalente a la que se siente cuando se realiza un salto en paracaídas u otros deportes extremos, de acuerdo con Andréa Demirjian, autora del libro Besar: todo lo que siempre quiso saber sobre uno de los placeres más dulces de la vida.

Desde 2011, cada 13 de abril se celebra el Día Internacional del Beso, como resultado de un concurso efectuado en Tailandia, en el que una pareja instauró un récord mundial con el beso más largo, que tuvo una duración de 46 horas, 24 minutos y 9 segundos.

Pero ¿qué sucede mientras nos besamos? Al menos 34 músculos de la cara se activan; el más importante es el llamado músculo del beso, el orbicularis oris, que es el que permite que los labios se frunzan.

Demirjian señala que los besos ayudan a eliminar la papada, que tonifican la mandíbula y las mejillas, y ayudan a retrasar el proceso del envejecimiento.

Durante el beso, también se activan cinco de 12 nervios craneales, entre ellos el nervio facial, que transmite señales de los labios a las terminaciones de la corteza cerebral.

Además, Sheril Kirshenbaum, en su libro La ciencia del beso, indica que, durante un beso apasionado, los vasos sanguíneos se dilatan y el cerebro recibe más oxígeno de lo normal. La respiración puede volverse irregular y profunda, y el pulso se acelera. Además, señala que besar quema algunas calorías, según la intensidad y la duración de la sesión de besos. Demirjian calcula entre dos y seis calorías por minuto de beso.



LA QUÍMICA DEL BESO

Durante el beso se liberan neurotransmisores, como la dopamina, la oxitocina y la serotonina.

La psicóloga Shakti Méndez explica que la dopamina produce alegría y felicidad; a mayores niveles de dopamina, las personas tienen menor agresividad y menos dolor -tanto físico como emocional-. Indica que la oxitocina, u hormona del amor, está asociada a la formación y el fortalecimiento de los vínculos emocionales. La psicóloga señala que, al elevar los niveles de serotonina, se reducen los de cortisol, que es el responsable del estrés.

Méndez manifiesta que los diferentes tipos de besos -amistosos, afectuosos y románticos- tienen efectos positivos en las personas. Ejemplifica con el beso de una mamá a un hijo que acaba de lastimarse, que puede ser la mejor cura y hasta resultar ‘mágico’ para el hijo, que se siente mejor. Indica que una persona que crece en un ambiente en el que las muestras de afecto y amor -como los besos- son frecuentes, se sentirá amada y merecedora de ese amor, pero también aprenderá que no solo es capaz de recibir amor, sino también de darlo.

La psicóloga se refiere también a los besos entre amigos, que se saludan con besos en las mejillas, que se dan abrazos e indica que, los seres humanos somos seres sociales, que requerimos contacto físico. Señala que las hormonas mencionadas ayudan a las personas a evitar el estrés, la depresión y la ansiedad, de manera que, un encuentro con amigos, en el que haya muestras de afecto, como los besos y los abrazos son saludables.

Sobre los besos de pareja, indicó que la dopamina recompensa con sentimientos de alegría y felicidad, actividades que son placenteras, como los besos, por lo que pueden ser ‘adictivos’.




 BESOS Y LA CAVIDAD BUCAL

Kirshenbaum indica que en un beso largo permite probar el sabor de la otra persona, dado que la lengua está diseñada para recopilar esa información, a través de las papilas.

En coincidencia con Demirjian, Méndez hace referencia a que, en un beso de pareja, se produce intercambio de saliva y que, al suceder esto, también se intercambian bacterias, que pueden resultar en una mejora del sistema autoinmune.

Kirshenbaum cita al Dr. Owen Hendley del Baltimore City College, que determinó que 278 colonias de bacterias podrían pasar entre besadores, aunque más de 95% eran del tipo inofensivo.

Sin embargo, si bien el intercambio de saliva puede ser, hasta cierto punto, positivo, la odontóloga Tatiana Forteza manifiesta que se debe cuidar la higiene bucal, porque puede ocurrir que una de las dos personas, o ambas, tengan caries pequeñas, o más grandes, con cavidades abiertas en los dientes, o una lengua sucia. La odontóloga señala que es importante la higiene de la lengua, del paladar y de las encías, que debe formar parte de la rutina de aseo bucal. La lengua acumula placa bacteriana, y en ella también se forma el sarro. De modo que, pese a haberse lavado los dientes, si la persona no se asea la lengua, tanto la placa bacteriana, como el sarro se transferirán a los dientes. Indica que, lo ideal, es cepillarse los dientes después de cada comida y antes de dormir.

Mientras la persona duerme, no produce saliva, al contrario de lo que sucede durante su vigilia. Si se duerme sin haberse cepillado los dientes, se deja el camino libre a las bacterias, que estarán a sus anchas durante las horas que esta duerma.

Forteza expone que saliva es importante porque ayuda a formar el bolo alimenticio -mientras se mastica- y favorece a la buena digestión, también lubrica la cavidad bucal y mantiene las encías sanas. La falta o el exceso de saliva pueden generar sarro, lo que no solo daña los dientes sino también las encías. Detalla que, una vez que las encías se dañan, ya no se regeneran, por lo que es importante realizar un tratamiento para esta enfermedad llamada periodontitis. Si el sarro avanza, la encía pierde la capacidad de sostener el diente, lo que provoca que, en un inicio, esté ‘suelto’ y, en el peor de los casos, se caiga.