El confinamiento por la pandemia de Covid-19 ha provocado un cambio de hábitos en la alimentación y la actividad cotidiana de todas las personas. Efecto de ello es el sedentarismo y el exceso de peso. Un problema que es necesario resolver cuanto antes

13 de junio de 2021, 4:00 AM
13 de junio de 2021, 4:00 AM

La cuarentena del año pasado hizo que Carlos (45) descubriera que tenía habilidades para la gastronomía. Aprendió a hacer pan, pizza y una gran variedad de postres y tortas que formaron parte de la dieta de él y de su familia durante el tiempo de cuarentena. En ese tiempo dejó de lado los ejercicios y los habituales partidos de fútbol con los amigos

En unos meses ya había engordado 3 kilos, pero pensó que los recuperaría “cuando todo se normalice”. Sin embargo, no solo no ha podido bajar esos kilos demás sino que ahora tiene 9 kilos demás y el médico le ha diagnosticado presión alta y le advirtió que, si no cambia de hábitos, pronto engrosara la lista de personas con diabetes.

María (36) fue de las que celebró el no tener que salir de casa y poder trabajar desde el hogar. Fue una de las que pensó que con el teletrabajo tendría más tiempo para realizar otras actividades, vigilar el avance de los estudios de sus hijos y compartir más tiempo con ellos. Varios meses después no piensa lo mismo. Aumentó 6 kilos de peso “Por estar picando todo el tiempo, mientras trabajo”, asegura y a eso se la añadió fuertes dolores en la parte baja de la espalda por las horas que pasa delante de su computadora, además de que mucha de su ropa ya no le hace.


La mala alimentación es determinante también para que los síntomas del Covid-19 sean más severos.

Lamentablemente, la situación de Carlos y María no son casos aislados, los kilos ganados en pandemia o los llamados ‘coronakilos’ es un fenómeno que afecta a muchos países en el mundo. “La Encuesta de consumo de alimentos y ansiedad durante la cuarentena por Covid-19 en Iberoamérica”, indicaba que solo en los primeros 8 meses de 2020, el 38,5% de las cerca de 12.000 personas consultadas en diferentes países reconocía haber subido de peso durante la cuarentena.

En Estados Unidos varios estudios coinciden que, durante la pandemia el peso promedio de la mayoría de las personas ha aumentó 6,8 kilos.

La situación no solo es un problema de sobrepeso y de los riesgos de llegar a la obesidad o adquirir alguna enfermedad de base, como la diabetes o la presión alta, también es un elemento que complica más en el tratamiento del Covid-19, algo que ya está por demás comprobado entre los especialistas.

La ansiedad y el estrés

“Desde hace un año atrás cuando se cerraron las fronteras y se tuvo que dar paso a la cuarentena y el distanciamiento físico, la población se vio obligada a realizar un cambio en todas las áreas de su vida. Cambió su lugar de trabajo por su casa, disminuyó el contacto físico y las actividades al aire libre que le permitían tener una vida más activa, a eso le sumaron los problemas de ansiedad, el estrés por el encierro y las noticias de cada día. En consecuencia, el estrés empuja a las personas a comer en exceso, en su mayoría buscando alimentos azucarados “alimentos reconfortantes” inclinándolas a elegir alimentos ricos en grasas saturadas y carbohidratos simples como la panadería, pastelería fina, alcohol desmedido, además de pasar muchas horas sentados o acostados dando como resultado aumento de peso debido al sedentarismo y malos hábitos”, explica la nutricionista Andrea Buceta Sosa, que es máster en Nutrición Clínica y Salud Pública.


Una alimentación en la que se incorporen más frutas y verduras es el camino a seguir.


La nutricionista enfatiza que la ansiedad ha sido y es uno de los principales aliados para los coronakilos. “La persona que se queda en su casa trata de saciar esa ansiedad con alimentos de mala elección. Aunque no tuviera hambre estaba preparándose una torta, haciéndose empanadas. Todo el mundo se volvió chef, respostero o panadero y el común denominador era hacer alimentos con muchos carbohidratos y con muchas grasas”, explica.

Lo que tal vez muchas personas no saben es que hay alimentos que ayudan a combatir la ansiedad, en especial los que contienen o promuevan la síntesis de serotonina y melatonina que ayudan a mejorar los estados de ánimos. Es el caso de los frutos secos, plátanos, avena y el chocolate amargo, por citar algunos.

“En este momento que todavía la población sigue trabajando desde casa es importante cuidar los hábitos nutricionales, siguiendo un patrón saludable y equilibrado que contenga una alta cantidad de minerales, antioxidantes y vitaminas como las frutas y verduras que aportan micronutrientes que pueden estimular la función inmunológica”, comenta Buceta.

Inicio

Pero si bien uno puede recibir mil y un consejos lo que cuesta es empezar a realizar esos cambios en los hábitos alimenticios ¿Por dónde se empieza? Con algo bien sencillo, sugiere la nutricionista. En lugar de tener en nuestra heladera sodas, jugos azucarados podemos tener jugos de frutas naturales, agua y en lugar de tener masas y panes dulces, tener panes integrales y otros alimentos que tengan más fibras. El pan integral no es que no tenga más calorías que el blanco, pero tiene mayor valor nutritivo. Tiene fibra, vitaminas, además que el pan blanco no te da la sensación de saciedad. Si parte de los hábitos es de tomar leches y quesos escoger la leche baja en grasas y quesos frescos.

“Por ejemplo estamos entrando a invierno y necesitamos vitamina C si vas al mercado aprovechar que están a bajo costo las mandarinas, naranjas y frutillas. Alimentos que son de temporada y de buen sabor. Quizás también cambiar la comida de media mañana que era un sadwich o salteña por una ensalada de fruta para saciar tu hambre o un puñado de almendras”, explica Buceta.


No mezcle los espacios de trabajo con los de las comidas. Procure darle tiempo a cada actividad de manera separada


Mitos

Una de las excusas más frecuentes para iniciar este cambio de hábitos es el que alimentarse bien es caro. Sin embargo, la especialista indica que eso es totalmente falso “Es lo más económico, que hay porque tenemos mercados mayoristas en los que se pueden encontrar frutas y verduras incluso desde Bs 1. Lo que debemos hacer es aprender a incluirlas en las comidas principales, en el caso de las verduras, ya sea en forma de guiso, al vapor o crudas . “Solo hay que agregar un ingrediente que a veces no lo tomamos en cuenta que es la creatividad”, indica Buceta. De igual modo desmitifica el que comer frutas de noche engorde más.

Finalmente, la nutricionista, señala que es más fácil que una persona deje un plan de alimentación cuando se le prohíbe de forma radical comer cierto tipo de alimentos y que lo mejor es que se dé algunas pequeñas licencias “Lo que siempre reitero en las consultas es que uno tiene que aprender a tomar decisiones porque puedo comerme una hamburguesa o un pedazo de pizza el fin de semana, pero sabiendo que al día siguiente volveré a las frutas y a una comida más saludable”, concluye.

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