El ACV es común en Santa Cruz, sobre todo debido a la mala alimentación, según los médicos.

21 de julio de 2022, 11:16 AM
21 de julio de 2022, 11:16 AM

Cada 22 de julio, desde 2014 se conmemora el Día Mundial del Cerebro y este año, la Federación Mundial de Neurología lo dedica a la Salud del Cerebro para Todos, centrándose en la concienciación, la prevención, la defensa, la educación y el acceso al tratamiento y la rehabilitación.

Esta institución señala que, en el mundo, mil millones de personas viven con migraña; 50 millones, con demencia o Alzheimer; 50 millones, con epilepsia y 15 millones sufren un accidente cerebrovascular al año.

María Eugenia Tejada, vicepresidenta de la Sociedad Boliviana de Neurología, se refiere al cerebro como uno de los órganos más vitales del ser humano, que controla las actividades cognitivas (pensar, leer, la abstracción), además de las reacciones del organismo, las acciones, las funciones corporales, las respuestas a los estímulos. “Es el eje controlador de nuestro cuerpo”, manifiesta.

Al ser un órgano tan importante, explica Tejada, se encuentra dentro del cráneo, que es una ‘caja’ dura e impenetrable, luego está suspendido en un líquido y tiene unas capas que lo aíslan de cualquier agente que pudiera dañarlo.

Tanto Tejada como el también neurólogo Andrés Camargo se refieren al Accidente Cerebrovascular (ACV) isquémico como una de las principales afecciones del cerebro en el país.

En Santa Cruz, las primeras razones para acudir a la consulta con el neurólogo están relacionadas con las cefaleas (dolores de cabeza y migrañas) y epilepsia, de acuerdo con Marcia Gonzales, presidenta de la Sociedad Cruceña de Neurología.

DOLORES DE CABEZA

Ocasionalmente todos tenemos dolores de cabeza, señala Gonzales, pero cuando estos dolores aumentan de frecuencia, recomienda ir a un especialista que pueda identificar el tipo, la causa y la medicación adecuada. Además explica que cuando las personas se automedican y acuden a la farmacia para comprar medicamentos analgésicos o antinflamatorios, pueden desencadenar cefaleas por consumo excesivo o abuso de medicamentos.

La cefalea puede tener distintas características, orígenes y tratamientos, indica Gonzales. Entre las más comunes están: la cefalea crónica tensional, la migraña, la cefalea en racimos.

La migraña, describe, se caracteriza porque generalmente solo duele un lado de la cabeza, es pulsátil; puede ocurrir hasta 15 días al mes. Antes del dolor hay un aura, es decir: algo que avisa que el dolor viene, como luces o sonidos; cuando se instala el dolor, hay náuseas y vómitos. Suele mejorar con el sueño y tiene relación con antecedentes familiares. No tiene cura. La neuróloga señala que, si bien puede cambiar y hacerse más aguda o crónica, e incluso con el tratamiento puede desaparecer uno o dos años, la migraña acompañará al paciente a lo largo de su vida.

En cuanto a la cefalea crónica tensional, Gonzales indica que se trata de un dolor de toda la cabeza; la cefalea es opresiva, continua y se acompaña de contracción cervical, señala. Además se relaciona con alteraciones del sueño (quienes la padecen no pueden dormir) y suele tener antecedentes desencadenantes de tensión. Con el tratamiento adecuado suele desaparecer.

Cuando las cefaleas se convierten en un trastorno, Gonzales recomienda acudir al médico para recibir una medicación específica y es importante mejorar los hábitos para que el tratamiento sea más efectivo. La especialista expresa que sin medicación es difícil superar esta dolencia.

EL ACV

El cerebro funciona con oxígeno y azúcar, que se encuentran en la sangre y que llegan a él a través de los vasos sanguíneos que son como avenidas o tuberías que la transportan, explica Camargo. Sin embargo, si esas ‘tuberías’ se obstruyen no llega suficiente sangre a esas células y ellas empiezan a morir. El cerebro es el único en el organismo que no tiene la capacidad de regeneración, por lo cual las neuronas a las que la sangre no llega mueren y el área afectada pierde su funcionalidad.

Tejada y Camargo manifiestan que el ACV, también conocido como embolia, ocurre cuando se forman coágulos o cuando la acumulación de depósitos de grasa bloquea los vasos sanguíneos, lo que ocasiona que la sangre deje de llegar al cerebro.

Camargo indica que el ACV puede tratarse en las primeras cuatro horas, por lo que es vital tomar en cuenta los siguientes signos: la persona puede tener dificultad para expresarse o hablar; pérdida de la fuerza en la mitad del cuerpo (manos, brazos, piernas) y mareos intensos y rápidos. Si la persona no acude al médico en ese tiempo las consecuencias pueden ser graves. Gonzales pide estar atentos a esas señales para evitar daños severos.

En el peor de los casos, la persona puede morir, la probabilidad es del 50% al 70% en el caso de un bloqueo (de sangre) grande, puesto que, al dejar de funcionar el cerebro, los otros órganos tampoco lo harán.

Camargo manifiesta que, en el caso de que el bloqueo no fuera tan grave, existe la posibilidad de que la persona quede con el cuerpo, o parte de él, paralizado. Las consecuencias para el paciente y la familia son severas, porque esa parálisis puede alterar también a los músculos que permiten tragar o que regulan las deposiciones, por lo que conllevarían daños a otros órganos como los pulmones y el estómago. Eso sin contar que la persona se convierte en alguien dependiente de un tercero, que lo ayude a moverse, a comer, a ir al baño, etc.

El neurólogo lamenta que, en los países en desarrollo, el 80% de las muertes por ACV ocurran debido a una mala cultura alimenticia y por un mal manejo de la enfermedad. Asimismo, indica que el tratamiento no solo sea escaso, sino caro.

De manera que la mala alimentación, los síndromes metabólicos, como la diabetes; la obesidad y la hipertensión arterial, son algunos de los causantes o factores de riesgo que mencionan Camargo y Tejada. Si bien el estrés no causa los ACV, si causa ansiedad, lo que repercute en que la persona o deje de comer o coma en exceso y duerma poco, todo ello genera un daño al cerebro, manifiesta Camargo.

LOS CUIDADOS

Los tres médicos coinciden en que los hábitos de vida son importantes para una buena salud del cerebro. Tejada recomienda que esos hábitos se formen desde la infancia. Se trata de tener una alimentación baja en grasas, en comidas procesadas y carbohidratos, pero rica en verduras y proteínas.

Un buen dormir, de entre seis y ocho horas diarias, pero también se habla de una calidad de sueño, que implica, entre otras cosas, acostarse a la misma hora, un dormitorio libre de pantallas (celulares, tabletas y televisores).

El ejercicio y la práctica deportiva son importantes para la salud del cerebro, pues ayudan a oxigenarlo, por ejemplo, con actividades como nadar, correr e incluso caminar, aconseja Camargo; en tanto que Tejada sugiere hacer ejercicios al menos tres veces por semana, por al menos 30 minutos.

Evitar el consumo de tabaco, alcohol y drogas también son importantes.

Camargo resalta la importancia de estos cuidados y recuerda que nuestra conexión con el mundo es el cerebro; similar es la opinión de Gonzales que se refiere al cerebro como un órgano noble, que nos permite crear, interpretar la realidad, nos da información, al que debemos aprender a cuidar.

 EJERCICIOS

Tejada aconseja ejercitar el cerebro con juegos de memoria, rompecabezas, sudokus y crucigramas. Además anima a aprender a realizar alguna actividad manual y a tocar algún instrumento. Señala también, que escuchar música clásica permite que muchas áreas del cerebro se activen.

 CONTROLES

Gonzales señala que, como medida de prevención, las personas deberían realizarse un control general una vez al año y que, si el médico detectara algún problema, será derivada a un especialista, como el neurólogo para hacer los análisis que correspondan.