Atendieron 10 casos en la primea ola y 9 en el segundo golpe de la pandemia

25 de marzo de 2021, 20:55 PM
25 de marzo de 2021, 20:55 PM


Los menores de edad normalmente experimentan una enfermedad leve o cursan cuadros asintómaticos asociados al Covid-19. No obstante, médicos advierten que algunos niños han presentando una grave complicación, en la que varios órganos se ven comprometidos a la vez.

Se trata del síndrome multisistémico inflamatorio pediátrico, que provoca que se inflamen diferentes órganos, además de dolores intestinales, la posibilidad de inflamación neurológica y problemas cardiacos.

Según datos oficiales, reportados por la OMS/OPS, Estados Unidos es el país que más casos ha registrado, con 1.811 afectados; seguido de Brasil, con 646.

En el caso de Bolivia, las estadísticas solo registran un caso, pero los médicos del hospital Mario Ortiz aseguran que ese centro ya ha atendido más de 10 casos en la primera ola y nueve en el segundo golpe de la pandemia, con dos decesos, en este periodo más reciente.

De acuerdo con la cardióloga pediátrica Verónica Rodríguez, el primer caso del síndrome inflamatorio en niños fue el 16 de junio del año pasado.

Rodríguez dice que en la primera ola todos se recuperaron, pero que en el segundo embate del virus, lamentablemente fallecieron dos menores, una mujercita de dos años y un varón de seis. Aunque en el mundo se reportan los casos en mayores de cinco años, en el caso del hospital de niños de Santa Cruz, han tenido casos de niños de un año de edad.

Rodríguez ha notado un cambio en la sintomatología. “En la primera ola nuestros pacientes respondieron bien, esta vez no”, afirmó.

Según ella, antes los niños empezaban con dolor abdominal, vómitos y fiebre. Después de dos o tres días hacían compromiso multiorgánico, entraban en shock. “Nos dábamos cuenta porque el niño no quería levantarse, ni comer, no respiraba bien, estaba decaído. Entonces hacíamos los estudios, que mostraban falla hepática, a veces el compromiso más severo de falla cardiaca, y aplicábamos medicación más invasiva, los teníamos por varios días en UTI, intubados”, recuerda.

Sin embargo, en esta segunda ola, a pesar de la experiencia de la primera, cuando se suponía que los médicos ya estaban entrenados en reconocer a tiempo la enfermedad e iniciar el tratamiento rápido, todo fue distinto. “Pensamos que es una nueva cepa porque en Bolivia no sabemos si tenemos nueva cepa”, dice.

Ahora estos niños vienen con fiebre muy alta, de 40 grados, pasan casi una semana febril. Por ejemplo, los dos fallecidos de este año tuvieron falla cardiaca fulminante”, describe. La ventaja es que, al menos en esta etapa de la pandemia, el hospital Mario Ortiz ya tiene laboratorio para detectar marcadores inflamatorios, un servicio que permite hacer diagnósticos y tratamientos a tiempo.

Sin remedios

Hay una situación que Rodríguez lamenta bastante. Dice que, tanto el año pasado como el actual, los mismos médicos y las enfermeras han tenido que pedir remedios para el síndrome inflamatorio multisistémico a fundaciones, organizar campañas solidarias o, por último, hacer ‘vaquitas’. “El hospital no cubre el tratamiento y es caro porque cada frasco cuesta más de Bs 2.000. Como la mayoría son niños grandes, usan varios frascos. Tenemos un paciente que no consiguió la gammaglobulina, más bien que su caso marcha bien. Acá es como una cadena de favores para sacar adelante a los pacientes. Hemos llegado a necesitar hasta 13 frascos para un paciente. Y nuestros pacientes vienen de familias que viven del día”, afirmó.

La importancia del tratamiento es que los niños tienen más posibilidad de evitar el riesgo de aneurismas coronarios, cuando las arterias del corazón se ponen grandes, se tapan y los niños se pueden infartar. “El riesgo es mayor si no se aplicaron gammaglobulina o inmunoglobulina, que desinflama”, indicó.

El hospital de niños es parte de una red latinoamericana médica de publicaciones de este tipo de casos, pero Rodríguez cree que quizás falta que se alerte mejor a la población que no es médica, como los papás. La cardióloga pediátrica insiste en que Santa Cruz tiene varios casos de este síndrome, y que la gente, e incluso los médicos, están pensando que el Covid-19 en los niños es leve.