Obtener un ‘me gusta’ puede hacer que publiquemos cosas que no nos representan.510 mil comentarios se publican en Facebook cada minuto, dice LocallQ

18 de agosto de 2022, 17:02 PM
18 de agosto de 2022, 17:02 PM

Según Lori Lewis Media, en su reporte 2021 de This is what it happens in an internet minute (Esto es lo que sucede en un minuto internet), en 60 segundos fueron compartidas 695 mil historias de Instagram, descargados 5K (mil) videos de Tik Tok; tuitearon 200K personas; se hicieron 2M (millones) de swipes en Tinder; se subieron 500 horas de contenido en YouTube; se efectuaron 9.132 conexiones en Linkedin y hubo 1.4K desplazamientos en Facebook.

No es de extrañar, como dice la sicóloga Shakti Méndez, que los seres humanos son seres sociales que necesitan sentir la conexión con otros y las redes sociales lo permiten. Ayudan a conectarse no solo con amigos y familiares, sino también con otras personas alrededor del mundo y participar en comunidades con gente de intereses similares. Además, como apunta la sicóloga Laura Rivera, las redes sociales son una herramienta para almacenar recuerdos, a través de fotografías y videos. Los álbumes físicos de fotografía ya son cosa del pasado. Ahora, Instagram y Facebook acaparan las imágenes.

Para el sicólogo Willy Soria, las redes sociales son una herramienta que permite al ser humano estar al tanto de su entorno cercano y del no tan cercano, además de compartir fotografías y videos, lo que ha cambiado su psique y sus habilidades sociales para relacionarse con otros. Remarca que el logro de las redes sociales es que las personas “son visibles”, lo que funciona en todas las áreas de la vida, desde laboral y estudiantil, hasta el esparcimiento, etc.

Sin embargo, con las redes sociales, indica Soria, las personas tienen dificultades para reconocerse, e identificar los aspectos que quieren mostrar a los demás de manera real, y que las hacen ellas mismas. En cambio, van mostrando aquello que quisieran ser.

El psicólogo señala que, en las redes sociales, cada perfil es como un avatar de la persona, porque desde la fotografía que se selecciona, pasando por los mensajes, los videos y todo el contenido que difunde, son seleccionados cuidadosamente antes de ser publicados.



Hay gente que no suelta el teléfono móvil ni cuando conduce un vehículo



Rivera, que es docente en la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra (UPSA), explica que, para los jóvenes que son nativos digitales, las redes sociales tienen que ver con su identidad; es como una portada para ellos, por lo que es necesario trabajar en hábitos saludables. Coincide en que muchos, en la vida real, son un tipo de persona, pero en la vida virtual o cibernética son diferentes, y que se debe buscar una coincidencia entre ambas ‘personalidades’ y valores.

Méndez observa que la autoestima y las redes sociales están ligadas. Gente con poca autoestima busca la aceptación externa, la valoración y la aprobación constante y las redes sociales las proporcionan de manera inmediata, en forma de ‘likes’ o me gusta, corazones y seguidores. Sin embargo, en esta búsqueda de aceptación y validación, los seres humanos se han hecho más impacientes y más intolerantes a la frustración.

Ella explica que la retroalimentación que recibe quien publica, a través de me gusta, comentarios y seguidores, genera dopamina, un neurotransmisor que causa sensación de bienestar y que puede causar adicciones. Méndez cree que, por conseguir esa gratificación, muchas personas suben o publican cosas que no las reflejan, ni la personalidad, ni el estado anímico o la realidad, lo que califica como contraproducente.

Soria, por su parte, detalla que en las redes sociales, lo que los demás opinan se convierte en lo más importante, por lo que las personas desarrollan su identidad por los ‘likes’; se esfuerzan por publicar temas que generen más ‘likes’.

Coinciden los tres profesionales en que se crea un falso sentido de popularidad. Por un lado, el no obtener una respuesta en corto tiempo y, por otro, que las respuestas no sean tantas o tan buenas como la persona espera, según los sicólogos, produce ansiedad, frustración y depresión. En muchos casos, para evitar esto, las personas publican cosas que han descubierto que tienen más aceptación, aunque no refleje quiénes son ellos.



Adictos al teléfono móvil



Rivera observa que las redes sociales visibilizan demasiados prototipos de belleza y de experiencias (como viajes, visitas a restaurantes, etc.) que provocan que la gente tenga ese miedo a no participar en ese mundo. Se refiere al FOMO, por sus siglas en inglés (Fear Of Missing Out).

Méndez complementa y explica que tiene que ver con ese miedo a perderse aquello que los demás publican, a estar desconectados de la actividad social de los demás. Eso puede explicar por qué las personas tienden a mirar constantemente sus teléfonos celulares para comprobar si hay notificaciones o mensajes nuevos.

Cuando alguien deja ese ideal que ha construido de sí mismo en las redes sociales, se hacen presentes la depresión y la ansiedad, manifiesta Rivera, quien señala que es frecuente que las personas sientan que no cumplen con los estándares de belleza, y que por ello no publican fotos o que ni siquiera tengan una imagen de perfil, ya que no se sienten suficientemente bonitas; o evitan publicar porque no se consideran interesantes para los demás.



Redes sociales



También está el aspecto de la intolerancia y la impaciencia, manifiesta Méndez. Las personas no pueden esperar, se aburren con facilidad, y sus expectativas son las de ser entretenidas por los demás; se encuentran con que no pueden deslizar la pantalla o cambiarla para encontrar los contenidos que sí les gustan.

Por otro lado, están los ‘haters’, aquellos que suelen expresar su descontento y disconformidad con las publicaciones de los demás, a veces de manera agresiva.

Sobre ellos, Méndez indica que, evidentemente, hay quienes expresan lo que genuinamente sienten, desacuerdo; pero también están las personas que lo hacen porque encuentran gozo en esa interacción, pues se sienten empoderados y con el derecho de agredir a los demás.