La nueva cepa de Covid-19 ha saturado el sistema sanitario y desnuda la escasez de insumos básicos para atender pacientes

28 de marzo de 2021, 14:40 PM
28 de marzo de 2021, 14:40 PM

La capital del estado de Amazonas en Brasil afronta una dramática situación con el recrudecimiento de la cepa amazónica de Covid-19. Está catalogada como una de las ciudades más afectadas por la pandemia a nivel mundial. A la crisis por los nuevos contagios, Manaos suma la escasez de cilindros de oxígenos, vitales para salvar a pacientes Covid-19.

Desde inicios de año, la ciudad sufre por la escasez de oxígeno en los hospitales. Los habitantes han tenido que improvisar para poder acompañar a sus familiares enfermos. 

La historia de dos hermanas, Lais de Souza Chavez, de 25 años, y Laura, de 23, revela el complejo panorama. Ambas, sin ninguna formación médica, han improvisado una unidad de cuidados intensivos en su casa, según revela el medio colombiano Semana.

Lo peor de estar a cargo de ocho parientes con Covid-19 al mismo tiempo es tener que decidir quiénes son los que más necesitan oxígeno, cuenta Lais.

Manaos, la capital del estado de Amazonas, ha reportado hasta el momento más de 335 mil personas contagiadas y se acerca a los 12 mil muertos.

La búsqueda de cilindros de oxígeno se volvió la principal preocupación de centenas de familias. Para Lais y Laura, una vez conseguían un cilindro, debían resolver otro dilema. Tenían que administrarlo entre los ocho miembros de su familia contagiados, entre los que se contaba el padre de las jóvenes.

Las dos hermanas aprendieron a manejar los respiradores y a leer en los manómetros. Además, entre ellas debían definir quiénes eran los que más necesitaban la conexión de tubos para poder respirar, sin informarlo a los demás para evitar empeorar la situación.

“Me viene un ataque de pánico si escucho la palabra oxígeno. Todo mi cuerpo se estremece”, dijo Lais a la AFP.

Los expertos sospechan ahora que el brutal rebrote pudo deberse a una variante local del virus, conocida como P1 o cepa amazónica, mucho más contagiosa que la cepa inicial.

“No solo el sistema de salud colapsó. También hubo falta de insumos y de oxígeno. Fue algo dramático, desesperante”, dijo la doctora Adele Benzaken, una consultora de la Organización Mundial de la Salud (OMS), basada en Manaos, su ciudad natal.

“No tienes idea lo que es ver familiares corriendo para procurarse un cilindro de oxígeno. Había peleas en los lugares donde los vendían”, recuerda la profesional.

El padre de Lais y Laura, el técnico de enfermería Marcio Moraes, de 43 años, fue el primero en la familia en contagiarseRecibió los primeros tratamientos en el hospital, pero fue rápidamente enviado a su casa, por falta de camas.

Sus hijas pidieron prestado 6.000 reales (unos 1.000 dólares) y compraron un pequeño cilindro de oxígeno. Pronto otros familiares contrajeron la enfermedad y la casa se convirtió en un sanatorio.

En retrospectiva, se apunta a los altos funcionarios que cedieron a “presiones políticas” para acelerar la reapertura de la economía. El propio presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, se opone a las medidas de confinamiento alegando su impacto en la economía. Mientras duran esos debates, la pandemia ya ha dejado más de 280.000 muertos en el país, un balance superado solo por Estados Unidos.