Se necesita diseñar tratamientos personalizados para que las dietas resulten positivas. Conozca por qué

1 de septiembre de 2022, 15:56 PM
1 de septiembre de 2022, 15:56 PM

Por: The Conversation

El exceso de peso no solo supone un problema de estética o de autoestima, sino que aumenta gravemente el riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2, enfermedades cardiovasculares, hígado graso e incluso ciertos tipos de cáncer. Se estima que en la Unión Europea alrededor del 50% de la población adulta sufre sobrepeso u obesidad. Y que la obesidad en niños y niñas se haya multiplicado por diez en los últimos 40 años ha deteriorado todavía más la salud de los adultos.

En general, es consecuencia de un desequilibrio crónico entre la ingesta y el gasto energético, por lo que hábitos alimentarios inadecuados y un estilo de vida sedentario aumentarían su incidencia. El problema es que los tratamientos basados en dietas bajas en calorías y el fomento de la actividad física suelen presentar un bajo seguimiento.

De ahí que cada vez haya más investigadores dedicados a identificar marcadores tempranos de obesidad infantil que permitan diseñar tratamientos personalizados y poner remedio a tiempo.

Cuando se trata de combatir la obesidad, son muchas las miradas que apuntan hacia la microbiota intestinal, el conjunto de microorganismos que habitan nuestro sistema digestivo. Potencialmente es una buena arma, porque, en general, los individuos obesos tienen una microbiota reducida y menos diversa, mayor permeabilidad intestinal y una producción de metabolitos alterada.

En el caso de los niños y niñas, sabemos que tanto la variedad como la riqueza de la microbiota intestinal son menores cuanto mayor es su índice de masa corporal (IMC). También se han observado cambios en los niveles de ácidos grasos de cadena corta (producidos por la microbiota) asociados a la abundancia de microbios del género Proteobacteria.

¿Significa esto que analizando la microbiota intestinal podríamos identificar quién tiene más riesgo se sufrir obesidad? Parece que sí. Uno de los objetivos de esta iniciativa es desarrollar herramientas predictivas que faciliten diseñar una nutrición personalizada para prevenir y tratar la obesidad.

Dieta a medida

La composición de la microbiota intestinal depende en gran medida de lo que nos llevamos a la boca. Por ejemplo, sabemos que la ingesta de una dieta rica en fibra y/o en almidón resistente (no digerible) durante 4 semanas produce cambios en la composición de la microbiota intestinal y la producción de metabolitos.

Las personas con una rica comunidad de Akkermansia muciniphila perderán más peso (comiendo lo mismo) que aquellas con una pobre representación de ese microbio.

La presencia de las bacterias Prevotella copri y Blastocystis spp. está relacionada con unos mejores niveles de glucosa en sangre tras las comidas. Por ello, conocer la composición de la microbiota de un individuo y combinar dicha información con otras características permitirá anticipar la respuesta de una persona a un tratamiento.

Aliados microscópicos

Y aquí entran en juego estudios como el citado CLiMB-Out, enmarcado dentro de la plataforma europea EiT Food, que ayudan a identificar la microbiota fecal como causa o consecuencia de la obesidad. Además, proporcionan posibles tratamientos y métodos de prevención frente a la obesidad infantil y las complicaciones metabólicas asociadas en el adulto.

En la actualidad, el uso de algoritmos y modelos nos permite conocer mejor la relación entre la microbiota, la dieta y la obesidad. Es decir, sabemos qué microorganismos nos avisan de la eficacia de una dieta específica en un individuo concreto, incluso antes de empezar con el tratamiento.

También sabemos que otros factores, como el sexo o las características genéticas de una persona, influyen en este proceso. El siguiente paso será utilizar toda esta información para diseñar las dietas a medida. Para ello, es imprescindible acceder fácilmente al análisis de la microbiota intestinal de los individuos que vayan a seguirlas.

Y además, los profesionales que vayan a prescribir dichas dietas deberán tener los conocimientos y formación necesarios para integrar toda esa información.

En resumen, la microbiota intestinal no solo influye en el desarrollo de la obesidad. También podría convertirse en un chivato para identificar quién tiene más riesgo de padecerla y para prescribir una nutrición personalizada. Aplicado a niños y niñas, podría revertir la tendencia al alza de la obesidad infantil.