La generación digital se estresó con clases virtuales. Los jóvenes tenían muchas expectativas para su último año escolar. Buscaron modos para mantener contacto con sus compañeros. En Santa Cruz se graduarán 51.000 bachilleres

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30 de noviembre de 2020, 14:10 PM
30 de noviembre de 2020, 14:10 PM


Llanto, tristeza, incertidumbre y frustración marcó el último año de los graduados de 2020, dejaron de lado sus sueños y planes que se confinaron para siempre por la pandemia del coronavirus. “Justo teníamos programado una actividad cuando se decretó la cuarentena en el país, entonces dijimos, vamos a casa y volvemos en dos semanas, pero no volvimos más”, recuerda con nostalgia Mariana Loayza, del colegio particular Cambrige.

Apenas disfrutó, cerca de dos meses, con sus compañeros de los trajines que trae el estar en el último año escolar. Nunca imaginó, como todos, que un virus confinaría países y truncaría su gran sueño de vivir las aventuras del bachillerato junto a sus compañeros. El uniforme de promoción, que se lo confecciona con tanta ilusión, tuvo que guardarlo para el recuerdo por la pandemia del Covid-19.

A los que les tocó este año el bachillerato les queda un sabor amargo, porque todas sus actividades se truncaron.

Son de la generación digital, que suelen ser cuestionados por estar gran parte de su tiempo pendientes del celular o de la computadora, pero ellos también se agobiaron con las clases virtuales, se frustraron con el distanciamiento social y no recibieron la enseñanza que esperaban reforzar en el último curso del sistema regular.

Loayza lleva 13 años en la misma unidad educativa, por lo que al igual que sus compañeros tenía un programa anual de actividades, pero ya pasaron nueve meses y aún no se volvieron a ver.

“Este año fue muy frustrante porque muchos teníamos planes, juntes con amigos y no hubo nada de eso. Fue muy fuerte para mi pasar a clases virtuales, dejar de ver todos los días a mis amigos. Yo quería disfrutar cada minuto con ellos este año”, manifiesta con tristeza. “No tengo memorias de mi promo, no tengo recuerdos de este año con mis compañeros”, repite intentando encontrar respuestas a lo sucedido.

Este sentimiento es compartido a kilómetros de la capital cruceña, en el municipio de San Ramón, donde Abigail Colque también cursa el último año escolar.

Ella estudia en la unidad educativa Padre Ricardo y recuerda que cuando se declaró cuarentena algunos compañeros festejaron sin imaginar lo que enfrentarían. “No sabían que duraría tanto. No imaginábamos lo que se venía, pensamos que volveríamos”, dice con tristeza y remordimiento por el sentimiento de alegría que sintió al comienzo y que luego se convirtió en incertidumbre.

Paola Cruz, de la unidad educativa Hermanos Cavanis, con las clases virtuales tuvo que aprender a diario a sobrellevar la situación. Sin embargo, el momento que la marcó es cuando escuchó que se clausuró el año escolar, en medio del anuncio, se emocionó.

“¿Por qué te pones así si estabas estresada?”, le cuestionaban sus familiares. Ella reconoce que fue un choque de sentimientos, tristeza, incertidumbre y alegría, pues fue un año con muchos sobresaltos.

El último día de julio, a través de una sorpresiva conferencia de prensa, el entonces ministro de Educación, Víctor Cárdenas, anunciaba la clausura del año escolar, con promoción automática de curso. Aunque después aclaró que las clases debían continuar voluntariamente.

En la unidad educativa Espíritu Santo, Elena Parry confiesa que en estos meses lo que más le costó fue aceptar que ya no pasaría clases en las aulas.

La dificultad más grande que enfrenté fue aceptar que no tendría mi año de promo soñado. Creo que me costó mucho entender que todo iba a cambiar”, expresa.

Trata de explicar su sentimiento agregando, “mis expectativas eran muy altas, pero viendo una cosa en específica creo que más que nada buscaba la unión con mis compañeros, más allá de la amistad esperaba que formemos una unión de hermandad”.

Las dificultades

La frase: “Estamos en la misma tormenta, pero no vamos en el mismo barco”, se reflejó más que nunca en los bachilleres. Cada uno vivió la cuarentena en una realidad distinta, unos con más limitaciones para acceso a internet y con dificultades económicas por la restricción de actividades.

Colque comenta que algunos de sus compañeros no tenían celular, por lo que los que vivían más cerca se daban modos para ir a dejarles las tareas a sus casas.

En la unidad educativa hermanos Cavanis estaban recaudando recursos en diversas actividades hace años, pero por lo extenso de la cuarentena algunos bachilleres pidieron la devolución de lo que les correspondía para poder ayudar a sus familias.

Las condiciones entre ciudad y provincia o entre las unidades educativas fiscales, particular y de convenio, fueron distintas por el acceso a internet que influyó no solo en la continuidad de las clases, sino también en el contacto con amigos durante la cuarentena rígida. Pese a las diferentes condiciones, los bachilleres comparten un sentimiento de tristeza cuando cuentan su último año escolar.

Aprendizaje

Juanita Prósperi, de la unidad Hermanos Cavanis cuenta que este año tuvo bastantes dificultades en las clases, porque hubo ocasiones en las que solo le pedían leer y entregar un práctico, por lo que debía automotivarse para concluir. “No aprendí al 100% este año”, dice en cuanto al contenido de las materias. Aunque resalta que desarrolló sus habilidades en el uso de diversas plataformas digitales.

Paola Andrea Lozada, de la unidad educativa privada María Gorety II, explicó que al inicio de la cuarentena las clases virtuales de cada materia se desarrollaban en los mismos horarios que eran las presenciales, pero tras suspenderse el año escolar solo siguió con su formación técnica, la cual fue más exigente, le pidieron hacer una tesina y tenía que contactarse a diario con su tutora. Su defensa tuvo a maestros del establecimiento e invitados.

Mientras Victoria Castro, del colegio Bautista Boliviano Brasileño, contó que tras declararse la conclusión del año, la continuidad de las clases fue voluntaria y ella las dejó. “Yo no pasé más”, dice en tono de protesta por la forma en la que transcurrió este año.

“Todo fue muy triste, somos 140 y hasta ahora no nos reencontramos. Es algo muy frustrante este año”, agrega.

Contraria a la realidad de Castro, Loayza cuenta que algunos de sus compañeros este mes siguen pasando clases, aunque como son voluntarias, la mayoría ya se dispersó.

Por último, Colque expresa que las clases virtuales se tornaron tan complicadas que le dejó de gustar materias que antes disfrutaba. “A mí me gustaba matemáticas, pero ya no sabía nada, no entendía”, lamenta. Aunque, ella siente que aprendió. “Algo”, dice aún entre dudas. 

Carlos Monasterio de la unidad educativa Quirusilla, en el municipio del mismo nombre, señala que tuvo clases hasta inicios de este mes, pero solo en algunas materias como lenguaje, religión y física, el resto solo fue con prácticos.

De acuerdo a la Dirección Departamental de Educación (DDE), solo en Santa Cruz, este año, se graduarán 51.269 bachilleres, de Educación Regular y Alternativa.

Amistades

Monasterio indicó que tenía muchas expectativas de su último año de colegio. “Quizá sea el último año que los vea a mis compañeros, realmente esperaba pasarla mejor. Poder conocerme un poco más con todos”, explica.

Sin embargo, la realidad es que incluso fue difícil mantener el contacto con sus amigos. En su curso son 14, pero solo cinco tenían una conexión estable y continua de internet.

“Traté de conectarme más con compañeros que vivían lejos para motivarlos, tratar de darles ánimo”, manifiesta.

Loayza remarca que a pesar que son la generación de la tecnología, fue difícil reducir todo a internet, pues necesitaba interactuar con sus compañeros. “Con mi grupo de amigos hablábamos a diario por zoom, porque era agobiante estar encerrado”, recuerda.

En contraste, para Lozada la comunicación con sus compañeros fue casi nula, y ahora con lo de la graduación tienen dificultades.




Una selfie para el recuerdo

Lo que resta del año

Tras la flexibilización de la cuarentena, algunos grupos se están tratando de reunir, en especial con miras a realizar su acto de graduación. Esta semana Castro se medía su túnica para su acto de entrega de diplomas. Comenta en tono de reclamo que las autoridades del colegio fijaron que cada bachiller solo podía tener tres invitados.

Además, señala que aún lidian con la incertidumbre pues las autoridades municipales anunciaron cambios en los horarios de circulación para diciembre y no saben si esto afectará al acto.

Monasterio cuenta que en el encuentro que tuvo con sus compañeros recién hablaron de como concluir el año, se descartó una fiesta, pero se planifica el acto de graduación con pocos invitados.

Loayza del colegio particular Cambrige dice que perdió las esperanzas de tener un acto de graduación.

El ministro de Educación, Adrián Quelca, indicó se prevé la entrega de los diplomas hasta mediados de diciembre.

Por su parte, la Alcaldía cruceña exige que los actos de graduación cumplan con un aforo de 30%, entre otros requisitos.


Reencuentro de alumnos de la Unidad Educativa Quirusillas