El Deber logo
2 de febrero de 2017, 5:00 AM
2 de febrero de 2017, 5:00 AM

Monseñor Carlos Stetter tiene 76 años. Nació en Alemania, en plena Segunda Guerra Mundial, en 1941. Fue ordenado sacerdote en 1966 y en 1971 fue enviado  como misionero a Guatemala, de donde fue expulsado por los militares. Llegó a San Ignacio en 1979 para iniciar su servicio en el otrora Vicariato Apostólico de Chiquitos, hoy convertido en Diócesis, que deja hoy después de 29 años. 


_ ¿Qué problemas enfrentó?
29 años de obispo no, son casi 15.000 días, cada día ha tenido su problema, su tarea, pero un tiempo muy activo de mi parte, gracias a Dios no me abandonó la salud, nunca me enfermé, algún resfrío que después me curé con los medicamentos del naturista Francisco Mamatá, pero nunca me he hospitalizado ni nada, una gran cosa para mí este tiempo con salud. 


_ ¿Su obra más importante?
Se repartieron 54.000 hectáreas de tierra que el otrora Vicariato de Chiquitos había recibido del Gobierno de Jaime Paz Zamora en 1992. Monseñor Bonifacio Madersbacher (su antecesor) hizo el comienzo, muy criticado, pero lo hizo trayendo gente pobre, relocalizados de Potosí, Oruro, Sub Lípez, Monteagudo-Chuquisaca, Santa Cruz, La Paz, Cochabamba. 
 

_ ¿Continuó usted esa labor?
Yo seguí la misma línea, fundando cinco nuevas comunidades, Santa María, Buena Vista, los Ángeles, María Asunta y San Luis. Hoy es una zona muy productiva, muy consolidada que tiene poder político porque son afines al MAS. Ahora suman 40 comunidades integradas por campesinos, aimaras, quechuas, chapacos y chiquitanos, con una población de más de 8.000 habitantes que viven en el norte del municipio de San Ignacio. 
 

_ ¿Participó en la restauración de templos chiquitanos?
En mis primeros 10 años de obispo auxiliar hemos restaurado el de San José de Chiquitos, que estaba por caerse, con Froilán Céspedes, un gran constructor, y Gonzalo Céspedes, hemos trabajado 10 años allí, construyendo el convento de las Angelinas Franciscanas, el templo, la casa parroquial, y colegios. Después la iglesia de Santa Ana de Velasco y la obra maestra la catedral de San Ignacio. El arquitecto suizo Hans Roth decía, es un crimen reconstruir la iglesia jesuítica.  Hans Roth no quiso ni mirar la obra. Con Ángel Candia, Eduardo Taricollao (albañiles), Froilán Céspedes, hemos hecho esta obra.
 

_ ¿Qué no pudo hacer en estos 29 años de obispo?
Hubiera querido construir 50 capillas más. La diócesis tiene 421 comunidades con capillas, en la zona de Santo Corazón-San Matías hay muchas capillas de los años 50 y todas hay que renovar.
 

_ ¿Le ha reconocido su labor San Ignacio ?
-Yo no voy por títulos ni por honores, casi no me interesa, he querido hacer un servicio en Bolivia-la Chiquitania, pienso que hice lo que pude, lo que no pude, que lo haga el otro obispo, pero nunca he exigido ningún honor.
 _ ¿Vuelve usted a Alemania?
Tengo que ver cómo se vive la vida de un jubilado, de un obispo emérito ya fuera de las responsabilidades de los compromisos, seguramente una vida poco más tranquila, descansando haciendo lo que me gusta, no lo que me mandan hacer, y tratando de servir donde pueda todavía