Lo normal es que sus jornadas sobrepasen las 14 horas, que no tengan seguro médico ni beneficio, aunque la ley ya los ampare. Explican sus razones para andar a carreras y treparse a las aceras; dicen que es culpa de las multas

17 de julio de 2022, 12:12 PM
17 de julio de 2022, 12:12 PM


No hablan con facilidad de las dificultades e insatisfacciones que les genera su oficio. Al menos no lo hacen los choferes de base, sí los que están en la dirigencia, que a menudo se declaran excluidos laboralmente, por “problemáticos” o “sindicateros”.

De los tres entrevistados, dos no ejercen la conducción de forma de micro desde que se metieron a defender los derechos propios y de sus colegas, el tercero lo hace en fin de semana, pero dice que siente la “ley del hielo”.

Leonardo Mamani Apaza (60) es secretario de disciplina del Sindicato Nueva Esperanza. Dice que por 20 años fue chofer en las líneas 87 y 48, pero que desde hace tres, cuando formó parte de la organización, lo sacaron, y sin beneficios sociales.

“Nos decían ‘sindicateros’, parece un pecado reclamar derechos”, se queja. Desde que se quedó sin esa fuente laboral, empezó a conducir taxi.

Reconoce que estaba “cansadito”. Las jornadas desde las cinco de la mañana en la parada de la línea, y despierto desde las cuatro, que se prolongaban hasta las diez de la noche, lo dejaban agotado. “Es sacrificado”, confiesa.

Pero se siente en la incertidumbre porque ahora, con seis décadas encima, no tiene jubilación. “Los sindicatos han nacido por mucho abuso y la discriminación hacia el chofer, de parte de los dueños de los micros, no quieren darnos beneficios, ni tratarnos como a seres humanos. Siempre nos estuvieron ‘rasurando’”, dice, y se disculpa por la expresión.

Puso como ejemplo de los abusos el sistema de marcado y control de retrasos, que consiste en recorrer ciertos tramos en una determinada cantidad de minutos. “Tenemos que hacer carreras, si hay bloqueos, como sea tenemos que llegar para no atrasarnos, porque el atraso tiene multa”, explica. 

Otra cosa que cuestiona es el pago diario que hace cada chofer de Bs 100 por una tarjeta que en la imprenta con suerte llega a 50 centavos. Leonardo dice que el argumento de los dueños para este cobro es que un cierto monto va a la administración de la línea, “pero seguro que otra parte va al ahorro del dueño”, duda. 

Asegura que nunca ha computado cuánto sacaba al mes, al comienzo se anotaba, pero a diario, en todo el día, reunía entre Bs 600 o 700, y de ahí descontaba la tarjeta, el combustible, las multas, los Bs 300 por cuatro vueltas a su jefe, y que con suerte llegaba a los Bs 100 para él.

Julio Ramírez (55) es secretario general del Sindicato Mixto de Conductores Nueva Generación Primero de Mayo, que tiene 400 afiliados de diversos tipos de transporte, y aproximadamente la mitad, choferes de microbuses.

Fue conductor de una línea, pero dice que “esos caballeritos” lo suspendieron de forma indefinida al sindicalizarse. Puede empezar a trabajar en otra línea, pero “se pasan la voz, estamos fichados”, asegura.

No recibirá jubilación y su hijo está siguiendo sus pasos en el sector micrero, por eso su lucha. “Queremos dejar un beneficio a nuestros hijos, yo no tengo jubilación. Hay compañeros que trabajan 20 años y salen sin nada, es muy triste”, lamenta Julio, que también es conductor internacional.

Cree que el problema no es específico de los choferes de micros, que también existen abusos en otras formas de transporte, como flotas, cisternas, camiones o tráileres, etc. “Luchamos contra el poder económico de los dueños”, asevera.

Ante ese poder, actualmente su sector trabaja en la conformación de una federación, pero para eso, actualmente los sindicatos existentes están ordenando sus papeles, personerías jurídicas, etc. “Ya nos dimos cuenta de que como sindicatos nadie nos da importancia”, reconoce.

Sin embargo, tiene algunas satisfacciones, dice que han ganado algunas demandas laborales de colegas, pero que finalmente nunca se les entrega el monto correcto. “No tenemos recursos, y luchamos contra dueños de micros y líneas que ponen dinero”, asegura.

Además de tener la mirada puesta en crear la federación, por ahora pretenden ser una piedra en el zapato de los propietarios de microbuses, que piden a la Alcaldía la concesión de sus rutas por 30 años. 

“Queremos exigir que la figura legal sea clara, eso consiste en que si los dueños de micros solicitan la concesión, que primero cumplan con los derechos laborales de los choferes, pero que demuestren, porque no solo basta con prometer”, dijo Julio.

Marcelo Mamani Hinojosa es secretario general del Sindicato de Choferes Nueva Esperanza, con 600 afiliados. Cuestiona que los propietarios de micros “negocien las avenidas, las calles, las rutas, no rindan cuentas, y nadie intervenga”.

Lanza la interrogante, “¿de qué privilegios gozan para no ser fiscalizados como empresarios del transporte?”, opina, sobre la resistencia a la norma que ampara laboralmente a los choferes.
Nombró a una de las mejores líneas, la 15, con un representante que al menos se esmera por ser “menos abusivo” que otros, y al que respeta por tomar en cuenta los sacrificios de los conductores.

En cuanto a las peores líneas para trabajar, enumeró a la 49, 90, 38, 108, y la más cuestionada por él fue la 74, del tercer anillo, “ahí es un abuso total. Una familia la maneja, hacen dar más de diez vueltas a los choferes y en cada vuelta les cobran Bs 90. Ahí hay explotación”, acusó.

Actualmente, Marcelo va los fines de semana a trabajar, pero siente que lo han hecho a un lado por temor a su carrera dirigencial.

El perjudicado, el usuario

Los entrevistados aprovecharon la nota para justificar las razones por las que a menudo son ‘despreciados’ por la ciudadanía. Reconocen que se pasan por encima de las aceras, se cruzan en rojo, hacen carreras, no recogen pasajeros, cobran demás por las noches, etc., y explican sus razones.

Marcelo atribuyó esto a las multas de Bs 5 por minuto retrasado. “Por ejemplo, del Obelisco del Plan Tres Mil hasta el Parque Urbano nos dan 12 minutos. A veces hay trancadera, tenemos que hacer la maniobra que sea. Hay un chantaje con esos minutos, la sanción va a las arcas de los dueños; la multa nos indigna", afirma.

Otra crítica es que los choferes llevan gente como si acarrearan “ganado”. A eso responde Julio, según él, en las pocas vueltas que pueden llenar el micro, se compensa el vacío del resto de la jornada.

“Es mucho estrés, dependiendo de la modalidad de pago al dueño, a veces hay que pagar un monto fijo por vuelta, y eso se saca de los horarios pico”, comparte. Y también reconoce que después de las diez de la noche, muchos choferes cobran por encima de lo oficial, para que la última vuelta les compense una mala jornada, en la que puede sacarse Bs 50.

También explica que no recogen a los pasajeros cuando están con los minutos en contra porque un pasaje les genera Bs 2, pero les hace perder Bs 3, considerando que cada minuto de retraso significa una multa de Bs 5.

Amparados

El experto jurídico laboral de la COD, Sócimo Paniagua, dijo que el decreto 28699, de 2006, establece la modalidad de pago que antes no establecía la Ley General del Trabajo, ya que reconoce una relación por día, quincenal, mensual, etc. Sin embargo, reconoció que las condiciones laborales de los conductores de microbuses siguen siendo precarias.