Ni el tropezado acceso a internet, la falta de ítems, de seguros de salud, el miedo al contagio o las horas de viaje cada día para llegar a una comunidad, hacen mella en la pasión por enseñar. Sobre todo en las áreas rurales, los profesores pasan a través del fuego la pasión por su oficio.

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6 de junio de 2021, 8:44 AM
6 de junio de 2021, 8:44 AM

Cualquiera pensaría que, tras más de un año de intentos de que el sistema educativo se ajuste a las exigencias de la pandemia, la prueba estaría superada. Pero no es tan fácil como parece, no en una realidad como la boliviana; en el caso de la ciudad, no todos los 'profes' tenían o tienen computadora para todos en casa. En el área rural, los celulares más sofisticados no son tan comunes, y la modalidad óptima es la presencial, independientemente del oleaje del coronavirus.

Marlene Colque enseña en la comunidad La Senda, en San Javier. Cada día se levanta a las cuatro de la mañana para dejar el desayuno listo a sus hijos, y tomar el transporte hasta su lugar de trabajo. Ante el retraso en la llegada de las cartillas educativas, la poca disponibilidad tecnológica de sus alumnos, y la urgencia de seguir con el programa escolar, va cinco veces a la semana a enseñar en secundaria.

Es lo que se conoce como polivalente, es decir que capacita a todos los cursos y todas las materias del ciclo secundario.

Denisse Chávez es la representante distrital de San José de Chiquitos. Cuando se la contactó, estaba esperando atención porque dio positivo a Covid-19 y por ratos se descompensa. Es la segunda vez que se contagia, y en esta oportunidad ha sentido con más fuerza los síntomas.

Es abogada y educadora, conocedora de la movida sindical como instrumento para lograr los pedidos de los maestros. Dice que la capacitación en cuanto a la tecnología, al menos en su zona, ya ha llegado al 80% de los maestros. Entre las tareas pendientes, confiesa que entre la crisis y el cambio de gestión municipal han retrocedido en algunos logros, uno de ellos, que la Alcaldía les compensara el déficit de los ítems.

Rosa María Echalar es una maestra de 'pura cepa'. Hija, sobrina y hermana de profesores, creció viendo a los suyos ir a comunidades a enseñar y el cariño por ese oficio se gestó en su niñez.

Vive en Portachuelo, y cuatro días a la semana debe viajar cuatro horas, entre ida y vuelta, a la comunidad Chané, donde es maestra de secundaria. 

Al comienzo, por la pandemia las clases fueron virtuales, pero su unidad educativa optó por la modalidad semipresencial, primero con dos días y ahora con cuatro a la semana, y una carga horaria de 96 horas. El año pasado se contagió de coronavirus, cree que fue por ir a recoger las cartillas, para su buena suerte, fue leve.

 Su mamá, de 53 años, profesora de primaria en Bélgica, también tuvo Covid-19 en marzo, y su hermano en febrero, en la época de inscripciones e inicio de las clases. 

En el caso de su mamá, dice que es difícil que trabaje a la distancia a través de tecnología, ya que sus alumnos son pequeños y, además, la mayoría de los papás trabajan en el ingenio azucarero, están todos los días fuera de casa, y no pueden apoyar a sus hijos en el proceso educativo. En su experiencia personal, el 50% de los estudiantes no cuentan con celulares y tienen poco acceso a internet, como para pasar las clases virtuales de forma óptima.

Rowic Taceó Surubí enseña en la comunidad Buena Vista, donde vive, distante a 120 kilómetros de San José de Chiquitos. Prácticamente no se enteró de la modalidad a distancia. Enseña primaria, es polivalente o multigrado, "enseñamos desde primero a sexto de primaria, todas las áreas", aclaró.

Es representante de los maestros rurales de la zona y dice que le encanta ser parte de ese equipo porque tiene un espíritu muy especial. "Trabajamos con comunidades, barrios, padres de familia, somos una autoridad más en las comunidad, para gestionar proyectos en beneficio de los mismos niños; sin embargo, la recompensa es mínima, por eso me duele el corazón el Día del Maestro, pero de eso se trata la vocación", dijo sobre su fecha conmemorativa.

A Rowic le ha tocado enseñar en los aserraderos y barracas de la zona, ya que una buena parte de sus pequeños alumnos tiene a los padres trabajando en esas empresas.

Coincide con Denisse Chávez, cree que los profesores están "sobregirados" debido al déficit de ítems. "Teníamos un convenio con la anterior gestión municipal para cubrir eso, pero ya no hay el presupuesto", lamentó.

Tuvo síntomas de Covid-19, pero nunca confirmó la enfermedad con prueba de laboratorio, dice que allá no le llegaron las pruebas.

Roxana Hurtado es maestra urbana de primaria en Santa Cruz. Solo pasa clases desde su casa. La pandemia y su estado de salud coincidieron para darle alguna ventaja, ya le cuesta movilizarse debido a artrosis, artritis y reumatismo, así que por ahora usa silla de ruedas. No tomar el transporte público para ir a dar clases ha sido un alivio.

Casi toda su vida fue profesora de colegio particular, y cuando ejerció en fiscales, fue pagada por los padres de familia, así que no goza de un seguro médico. Por eso es que salió en los medios de comunicación pidiendo ayuda para iniciar su tratamiento, que es muy caro.

Tiene una computadora viejita, que ha ido 'domando' en la pandemia, porque al principio le iba mal con la tecnología. Enseña a niños de primaria, y cuando por su enfermedad no logra ni levantarse, su esposo, que es taxista, se queda en casa para atenderla.

Roxana se contagió de Covid-19, pero para su bendición, fue leve.

Las estadísticas

El ministro de Salud, Jeyson Auza, reportó más de 240 óbitos en las filas de los profesores. Asimismo, dijo que el total de esta población, vacunable, llega a 167.950 en todos los departamentos del país. Desde el 24 de mayo, el Gobierno priorizó la inmunización de este grupo.

Según el Servicio Departamental de Educación (Seduca), el 8% de los profesores cruceños dio positivo a coronavirus, mientras que en los estudiantes el porcentaje era del 12%. Asimismo, se registraron casi 90 decesos.

Según datos que manejan los progenitores de los alumnos y las distritales, la falta de ítems de maestros es un problema recurrente en los cuatros distritos educativos de la capital cruceña. En todo el departamento, el déficit de cargos alcanza 1.656, y más de 780 ítems son solventados con aportes de los padres de familia.

​Foto: Roxana Hurtado en una de sus clases desde casa

Foto: Rosa María Echalar (derecha), junto a su mamá, ambas son profesoras en provincia

Foto: Denisse Chávez, representante distrital de los profesores en San José de Chiquitos

Foto: Marlene Colque, ella enseña en una comunidad de San Javier

Foto: Rowic Taceó, profesor en una comunidad de San José